Historia de la Ópera / Zarzuela

ÓA 249. Historia de la Ópera LV. Ópera en Estados Unidos (I)

En los albores del siglo XX, la ópera estadounidense era todavía un género sometido a las convenciones importadas de Europa

01 / 09 / 2021 - Verónica MAYNÉS* - Tiempo de lectura: 5 min

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operaactual- Porgy and Bess (Gershwin) 16 - Morenike Fadayami [Francesca Zambello] © Karin Cooper 'Porgy and Bess' con la dirección de escena de Francesca Zambello y la soprano Morenike Fadayomi como Bess en la Ópera de Washington (2010) © Ópera de Washington / Karin KOOPER

En los albores del siglo XX, la ópera estadounidense era todavía un género sometido a las convenciones importadas de Europa. La llegada de autores como Gershwin, Moore y Copland, favorecerá el progresivo desarrollo de un lenguaje propio, desmarcado del viejo continente, con elementos procedentes de la tradición autóctona y otros de nueva creación.

Con Porgy and Bess, su única ópera, George Gershwin (Nueva York, 1898–1937) logró una pieza inmortal del género. Estados Unidos seguía las modas europeas hasta finales de la Primera Guerra Mundial, y Gershwin –hijo de inmigrantes rusos judíos, llamado en realidad Jacob Bruskin Gershowitz– se propuso amalgamar la tradición clásica tradicional con las raíces idiomáticas del jazz americano y de la música popular. El reto fructificó en piezas tan brillantes como Rhapsody in Blue y An American in Paris, pero para afrontar el género lírico necesitaba además una historia adecuada.

"'Porgy and Bess' se estrenó en Boston en 1935 y diez días después en Broadway causando desconcierto en el público más reaccionario y admiración en quienes buscaban innovación y originalidad"

En 1926 lee la novela Porgy, de DuBose Heyward, y se pone en contacto con él para llevarla a los pentagramas. El escritor la adapta al teatro con la colaboración de su mujer Dorothy, versión que Ira Gershwin, hermano del compositor, convertirá en libreto. Heyward nació en Charleston, una localidad de Carolina del Sur en la que se asentó la comunidad afroamericana, con calles emblemáticas como Cabbage Row –Catfish Row en la novela–, en el barrio en el cual el dramaturgo vivía. El inválido Porgy se enamora de Bess, joven con problemas de drogadicción y amante de Crown; cuando éste mata a un hombre y huye, nace el amor entre Porgy y Bess. Crown regresa y Porgy se ve obligado a matarlo, yendo a la cárcel. Bess se va a Nueva York con el traficante Sporting Life y Porgy sale de la prisión, dispuesto a recuperar a su amada. Porgy and Bess se estrenó en Boston el 30 de septiembre de 1935 y diez días después en el Alvin Theatre de Broadway, causando desconcierto en el público más reaccionario, y admiración en quienes buscaban innovación y originalidad.

George Gershwin

Era la primera ópera interpretada íntegramente por cantantes afroamericanos con formación clásica y Gershwin sintetizaba la tradición europea con la estadounidense, representada por el jazz, el blues y los spirituals. Desde los primeros compases Gershwin describe Carolina del Sur como un vivaz cuadro multicolor, en el que coinciden ritmos frenéticos alegremente contrastados y actuaciones corales, con el hermoso y melancólico lirismo de momentos como la primera aria de la ópera, «Summertime». Los procedimientos melódicos y armónicos de la popular pieza, delatan la extraordinaria capacidad de Gersh­win para ir más allá de lo musical: suena a una canción de cuna teñida de tristeza, con promesas de futuro para el bebé que nunca llegarán a la castigada comunidad afroamericana. La canción aparece como recordatorio en diferentes momentos de la ópera, y el músico utiliza la técnica del Leitmotiv relacionando melodías y personajes. Otro momento culminante de la ópera es «My man’s gone now», grito desesperado de Serena expresando su dolor por el asesinato de su marido, hermosamente acompañado por el coro; también magnífica es la tan versionada «I Got Plenty O’ Nuttin’», con la que Porgy celebra su amor por Bess.
Gershwin viajó por el sur para estudiar de cerca la música negra y fusionarla con las estructuras convencionales del género en su opera-folk, como los recitativos, arias, momentos corales y orquestales. Lo logró incluyendo spirituals compuestos para las escenas corales –añadidas al libreto para tal efecto–, ritmos sincopados y otros recursos procedentes del jazz, además de una orquestación sorprendentemente original. Instrumentos como las campanas tubulares, el banjo, los platillos o la marimba, logran una atmósfera chispeante de gran efecto dramatúrgico, base de lo que Gershwin llamaría como su «ópera popular americana».
Porgy and Bess provocó no poca controversia racial por la mezcla de géneros y por los estereotipos negativos sobre los afroamericanos que mostraban los personajes de la novela, creando malestar en los habitantes de Carolina del Sur. Las estigmatizaciones raciales de Porgy and Bess –también presentes en óperas como Carmen o Turandot– fueron criticadas hasta bien entrada la década de 1960. En cualquier caso, Heyward y Gershwin, convencidos de que en la música no hay raza ni color, dieron voz a la comunidad negra y eligieron personajes conflictivos para retratar las diferentes psicologías, alejándose del mundo alcanforado de héroes de conducta irreprochable. Todd Duncan, el primer intérprete de Porgy y elegido por Gershwin tras haber escuchado a más de cien barítonos, se negó a cantar en Washington hasta que se permitiera mezclar blancos y negros en el patio de butacas: su importante gesto logró la desegregación del coliseo.
En 1936 Gershwin escribió Catfish Row, pieza orquestal con fragmentos de la ópera, que originalmente llamó Suite from Porgy and Bess.

Nueva forma narrativa

Aunque Douglas Moore (Nueva York, 1893-1969) recibió una formación musical europea –incluyendo una estancia en París bajo la tutela de Vincent d’Indy y Nadia Boulanger–, jamás desdeñó el legado de su país natal. El primer éxito le vino en 1924 con la pieza orquestal The Pageant of P. T. Barnum, basada en la vida de Phineas Taylor Barnum, empresario circense, político y escritor, famoso por sus engaños con fines lucrativos. Moore investigó con la instrumentación una nueva forma de descripción narrativa, de corte cinematográfico, que después utilizaría en sus óperas. La primera en alcanzar el éxito fue The Devil And Daniel Webster, opera folk en un acto estrenada en 1939, con libreto de Stephen Vincent Benét, basado en una exitosa narración que había publicado tres años antes en The Saturday Evening Post.

A Moore –que ya había colaborado con Benét en 1936 en la opereta The Headless Horseman– le atrajo la historia por los elementos que podían ser musicalizados de manera patriótica, condición presente en la mayoría de sus óperas. Un granjero en la miseria vende su alma al diablo para lograr la prosperidad durante siete años. Cuando el demonio exige el pago transcurrido el plazo, el granjero es defendido por un abogado, Daniel Webster, para evitar la pena. La ópera mezcla fantasía con datos históricos: Webster fue un abogado y político del siglo XIX famoso por su sagacidad como orador, y en la ópera se citan ciertos episodios de su vida, además de ensalzar el patriotismo y condenar la esclavitud o el maltrato a los indios. La narración musical es sorprendentemente ágil gracias al uso de los diálogos hablados –de gran efecto teatral– y a la meditada combinación de monólogos, dúos y coros. La vibrante atmósfera sonora se inscribe en el estilo del music hall y el cabaret, con influencias del blues y del ragtime, y pocas concesiones a la tradición clásica europea que Moore quería eludir.

Otra de sus óperas destacadas es The Ballad of Baby Doe, con libreto de John Latouche y estrenada en Colorado en 1956. La obra narra la vida del magnate Horace Tabor, que de la nada hizo fortuna como propietario de una mina y acabó siendo político. El comerciante hizo construir la Tabor Grand Opera House en Denver y escandalizó a la opinión pública por sus relaciones extramatrimoniales con Elizabeth Baby Doe, con quien después se casó. Moore utilizó episodios conocidos de la historia para crear un bellísimo cuadro musical, en el que destacan piezas muy queridas del repertorio estadounidense, como las arias de la protagonista «The Willow Song» o «The Letter Song», modelos de sensibilidad expresiva y exquisitez melódica.

© BBC

Aaron Copland

Aaron Copland (Nueva York, 1900-1990) fue también pionero en la investigación del lenguaje musical norteamericano. Hijo de emigrantes judíos de ascendencia polaca y lituana, se apellidaba en realidad Kaplan, pero el padre cambió el nombre cuando emigraron primero a Inglaterra y después a Norteamérica. Sus primeras obras fueron inevitablemente académicas, aunque pronto incorporó elementos jazzísticos, sin olvidar las vanguardias estilísticas y el serialismo. Como hiciera Moore, a los 21 años viajó a París donde estudió con Nadia Boulanger, un encuentro decisivo: de su mano conoció las vanguardias musicales y pictóricas parisinas y la obra de Stravinsky, Debussy, Satie y Ravel. La gran virtud de Boulanger como maestra era la de no imponer estilo alguno, sino conseguir que cada alumno desarrollara su camino personal, recomendando al joven Copland el estudio de los ritmos del jazz que tanto fascinaban al estudiante.
Autor de excelentes bandas sonoras de cine, el compositor manifestó que la música debía intensificar los impactos emocionales de una determinada escena creando una ilusión de continuidad, una concepción que aplicó en sus dos óperas, The Second Hurricane y The Tender Land.

La primera de ellas, en dos actos y con libreto de Edwin Denby, fue un encargo de una escuela de música para ser interpretada por sus alumnos; Copland aceptó por la atracción que sentía por el género y por su importante labor como pedagogo y profesor. Se estrenó en 1937 y fue pensada para acercar el género a los jóvenes, por lo que el autor utilizó estructuras armónicas y melódicas fácilmente accesibles a sus destinatarios, y un uso libre del material folclórico y de la canción popular estadounidense. Igual proceso siguió al componer The Tender Land, en dos actos y estrenada en 1954, con libreto de Horace Everett. En la ópera incluyó varias adaptaciones de piezas populares estadounidenses, como Ching-a-Ring Shaw y Zion’s Walls. Ambas canciones se publicaron en 1952 en Old American Songs, el álbum que Copland escribió con arreglos de piezas folclóricas, que todavía hoy se conocen más en su versión que en la original tradicional. La historia se desarrolla en una granja del medio oeste americano, en los años 30, y de la misma hizo su autor en 1958 una versión en forma de suite, que es la que más fama ha conocido.
Curiosamente, Copland afirmaba que la trama de una ópera debía agilizarse con el orgánico instrumental y no con el vocal. En cualquier caso, en sus óperas destaca la extraordinaria naturalidad con la que se desarrollan los acontecimientos, impulsados hacia adelante gracias a la frescura de su original orquestación, y al respeto que Copland tenía tanto por la tradición local como por la universal. * Verónica MAYNÉS, Musicóloga, pianista, profesora y crítica musical