Historia de la Ópera / Zarzuela

ÓA 236-237. Historia de la Ópera XLIII. Viena antes del terremoto de las vanguardias

La capital de Austria se convirtió en uno de los centros neurálgicos de la creación musical, adonde llegaban creadores de media Europa para enriquecer su bagaje

01 / 06 / 2020 - Verónica MAYNÉS* - Tiempo de lectura: 8 min

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'Eine florentinische Tragödie', de Zemlinsky, en la Deutsche Oper am Rhein de Düsseldorf © Deutsche Oper am Rhein / Hans Joerg MICHEL
Una escena de 'Karl V', de Ernst Krenek, en la producción de La Fura dels Baus estrenada en febrero de 2019 en la Bayerische Staatsoper de Múnich © Bayerische Staatsoper / Wilfried HÖSL
Un momento de 'Der Kaiser von Atlantis' de Viktor Ullmann en la producción de Gustavo Tambascio que pudo verse en el Teatro Real de Madrid en 2016 © Teatro Real / Javier DEL REAL

En la Viena de principios del siglo XX, las corrientes artísticas estuvieron marcadas por los estragos del nazismo y el miedo a que se les colgara la etiqueta de música degenerada. Zemlinsky, Schreker, Ullmann y Krenek actuarán de bisagra entre las últimas tendencias finiseculares y las primeras vanguardias.

El primer nombre importante de la escena vienesa del cambio de siglo es Alexander von Zemlinsky (Viena, 1872-Nueva York, 1942). De sus cerca de diez óperas destacan Eine florentinische Tragödie (Una tragedia florentina) y Der Zwerg (El enano). Su primera aportación al género lírico, Sarema, se estrena en 1897 y cuenta con un libreto escrito por el compositor, su padre y Arnold Schoenberg, alumno y cuñado de Zemlinsky.

En 1911 se traslada a Praga, y en 1917 estrena con gran éxito la ópera en un acto Eine florentinische Tragödie, con libreto del compositor y Max Meyerfeld inspirado en una obra de Oscar Wilde, y con claras referencias musicales a la straussiana Salome. La obra es una autobiografía musical sobre su infiel matrimonio con Ida Guttmann, que se refleja en el triángulo amoroso que aparece en el original de Wilde y en la ambigüedad sonora entre tonalidad y atonalidad. La ambientación italiana se aprecia en el lirismo de las melodías combinadas con momentos intrigantes –cuya tensión transmite la orquesta– que describen los claroscuros de toda relación amorosa. Las influencias de Strauss se hacen patentes desde la obertura, en la línea de la de Der Rosenkavalier.

"'El enano' alude al judaísmo de Zemlinsky, siendo su desdichado protagonista un personaje oriental que aspira a integrarse en la sociedad occidental"

Der Zwerg, con libreto de George Klaren inspirado en el cuento The Birthday of the Infanta, también de Wilde, consta de un acto único y fue estrenada en 1922. Su amigo, el compositor Franz Schreker, acababa de estrenar una pantomima sobre la obra de Wilde, y Zemlinsky le pidió que le proporcionase una historia similar sobre un hombre feo, pero Schreker, que era quien escribía los libretos de sus propias óperas, prefirió quedárselo. Finalmente sería George Klaren quien adaptó la historia de Wilde para Zemlinsky, incluyendo elementos biográficos del compositor: de físico poco agraciado, se había enamorado de Alma Mahler; la musa de la Viena del momento; tras exhibir sus armas de seducción haciéndole creer que era correspondido, Alma acabó rechazándole y definiéndole despiadadamente como “desdentado, sin barbilla, con ojos saltones y sucio”. En la ópera, una infanta recibe como regalo por parte de un sultán un enano. Por cruel diversión, le hace creer que le ama, despertando las burlas de todos. El desdichado protagonista se horroriza al verse en un espejo y descubrir el despiadado juego. Más allá de la pura condición física, El enano alude al judaísmo de Zemlinsky, siendo su desdichado protagonista un personaje oriental que aspira a integrarse en la sociedad occidental.
La traducción musical de la pareja protagonista es el gran mérito de la ópera: mientras que al enano corresponden melodías apasionadas de expresivo cromatismo, la infanta se expresa con un canto frío, de cruel perversión.
A pesar de su contemporaneidad, Zemlinsky actúa de puente entre la música finisecular de Mahler, las innovaciones de Richard Strauss en Elektra y Salome, y la vanguardia de la Segunda Escuela de Viena. En 1927 regresa a la capital de Austria, y en 1933 estrena Der Kreidekreis (El círculo de tiza) con libreto del músico inspirado en una obra de Klabund –seudónimo del escritor Alfred Henschke– que nace de un drama medieval chino. La pieza combinaba sonoridades exóticas orientales con elementos jazzísticos y de cabaret, mezclando palabra hablada, recitada y cantada, y supuso un éxito apoteósico que consagró su carrera operística.

Alexander von Zemlinsky

Der Kreidekreis es una crítica a las políticas despóticas y pudo verse en diferentes ciudades alemanas, suizas y austriacas hasta que en 1934 el compositor se convierte también en víctima de la dictadura nazi. La ópera se incluye en la peligrosa lista de la Entartete Musik o música degenerada, que era como se catalogaba la obra que se alejaba del canon, una excusa para meter en un mismo saco la obra creada por judíos, negros o gitanos, más degenerada aún si se acercaba a la vanguardia. Zemlinsky se había convertido al protestantismo para salvarse del ataque, pero ello no sirvió para borrar sus antepasados judíos y musulmanes, para cuya estadística los nazis partían de los ocho bisabuelos. El mismo Mahler, para poder dirigir la Wiener Staatsoper, se convirtió al catolicismo de forma precipitada, siendo calificado como Halbjuden o medio judío. En 1938, tras cuatro años sufriendo la prohibición de su música, Zemlinsky se exilia en Estados Unidos, donde permanecerá hasta su muerte en 1942.

El genio de Schreker

Franz Schreker (Mónaco, 1878-Berlín, 1934) no tuvo tanta suerte. Tampoco pudo escapar a la persecución nazi, siendo también su música prohibida por degenerada. Aunque no nació en Viena, pronto se trasladó a la ciudad, donde culminaría sus estudios musicales convirtiéndose en una figura destacada de la élite cultural y en un gran operista. Compositor eminentemente teatral, en 1908 su pantomima Der Geburtstag der Infantin (El cumpleaños de la Infanta, que inspiraría a Zemlisnky para El enano) lo dio a conocer públicamente, aunque sería el éxito que obtuvo en 1912 con Der Ferne Klang (El sonido lejano) el que lo catapultaría a la fama.

Franz Schreker fotografiado en 1912

Estos y otros logros le proporcionaron la plaza de profesor en la Akademie für Musik de Viena, y después en la Hochschule für Musik de Berlín y la Akademie der Künste, hasta que el nazismo lo destituyó de todos los cargos por ser judío. Der Ferne Klang, ópera en tres actos con libreto propio –como en la totalidad de su obra–, muestra la desesperación de Fritz, un músico que desea encontrar el sonido lejano, auténtico y definitivo. Tras vagar por diferentes paisajes geográficos y anímicos, descubre que en realidad el sonido existía en el amor de Grete, en cuyos brazos muere.
El artista solitario insatisfecho –personaje prototípico del Romanticismo–, que se consume por el deseo y huye del mundo, se mueve en los pentagramas de Schreker entre el sueño y la realidad, con una atmósfera musical onírica reflejada en la instrumentación y en el uso expresivo del cromatismo wagneriano. Der Ferne Klang es una pieza de difícil clasificación estética porque recoge elementos impresionistas, post románticos y, en menor medida, expresionistas, siendo heredera del lirismo de Puccini y de la suntuosidad orquestal del Strauss, conmovedoramente cargada de sensualidad y erotismo.
La otra pieza fundamental de Schreker es Die Gezeichneten (Los condenados), ópera en tres actos estrenada en 1918 cuya clara referencia es Richard Strauss. Como se ha explicado, a propósito de su Der Geburtstag der Infantin, Zemlinsky le pidió a Schreker un libreto sobre un hombre feo para una ópera, pero el músico y experto libretista decidió apropiárselo, ambientándolo en la Génova del Renacimiento. En la obra, el jorobado Alviano se esconde de su fealdad en una isla. Una hermosa chica llamada Carlotta desea pintar el alma de Alviano y se debate entre la belleza interior del jorobado y el físico sensual del apuesto antagonista, Vitelozzo. La dualidad de sentimientos y las fuerzas entre contrarios entretejen musicalmente la ópera, llena de referencias ambiguas y a la vez compatibles como el amor y la pasión, el arte y la realidad, o la vida y la muerte. Desde finales de los años veinte, sus obras fueron boicoteadas o interrumpidas en plena representación. La prohibición de sus obras por el nazismo no hizo más que precipitar su muerte, en 1934, tras sufrir meses antes un infarto cerebral del que no se recuperó.

Krenek y Ullmann

Ernst Krenek (Viena, 1900-Palm Springs, 1991) perteneció asimismo a la esfera musical vienesa, siendo alumno de Schreker en Berlín. En 1924 se casó con Anna Mahler, hija del compositor y de Alma Mahler, matrimonio que duró solamente un año. Krenek flirteó con el jazz, la atonalidad y el método dodecafónico, siendo su estilo de gran eclecticismo, reflejo de las investigaciones de las primeras vanguardias musicales.

Ernst Krenek, en 1982

En 1927 estrena la ópera Jonny spielt auf (Jonny comienza a tocar), con libreto propio y sonoridades jazzísticas. En 1928 estrena la ópera en un acto Der Diktator (El dictador), inspirada en Mussolini a partir de un libreto también suyo, un preludio de lo que sería el nazismo. Ese mismo año conoce a Schoenberg, Weber y Berg –los padres de la Segunda Escuela de Viena–, interesándose por el dodecafonismo hacia su madurez. Los resultados de la relación se verán en Karl V, pantomima lírica y teatral compuesta entre 1931 y 1933 bajo la técnica dodecafónica, estrenada en Praga en 1938 debido a las prohibiciones nazis. En 1936 Barcelona tuvo la primicia de escuchar algunos fragmentos en el Congreso Internacional de Musicología. Unos años antes, en 1933, los nazis habían etiquetado su música como degenerada, a raíz del estreno en 1930 de Leben des Orest (La vida de Orestes), una grand opéra en cinco actos con libreto suyo. Afortunadamente el autor sobrevivió al nazismo y pudo dirigir sus obras tras el fin del régimen.

El compositor Viktor Ullmann

La historia de Viktor Ullmann (Teschen, 1898-Auschwitz, 1944) resume la tragedia del nazismo. Después de ser etiquetada su música como degenerada, fue llevado a un campo de concentración en Theresienstadt, en el que estuvo durante dos años sin dejar de ejercer su oficio musical. En octubre de 1944 fue deportado a Auschwitz, donde morirá en la cámara de gas. Aunque nació en Teschen –hoy en la frontera entre Polonia y la República Checa–, se formó en Viena, bajo la cátedra de Schoenberg. En Praga dirigió óperas de Mozart, Richard Strauss, Wagner y Krenek, siendo recomendado por Zemlinsky y Schoenberg. En 1943, en Theresienstadt, escribirá Der Kaiser von Atlantis oder die Tod Verweigerung (El emperador de Atlántida o El rechazo de la muerte), ópera en un acto con libreto del poeta Peter Kien, también prisionero en el campo. La pieza es una sátira del nazismo y de Hitler, representado en la figura de un tirano que declara la guerra a la Humanidad. Tras el ensayo general, Ullmann, Kien y el resto del equipo artístico fueron deportados a Auschwitz; allí morirían todos, salvo dos de los siete cantantes.

En la partitura se encuentran elementos jazzísticos y de cabaret, con referencias a Kurt Weill. Además, al final de la pieza, Ullmann incluyó el coral luterano Ein feste Burg ist unser Gott (Nuestro dios es un firme castillo), en alusión a la manera en la que los nazis finalizaban ciertos festejos. La sátira del nazismo de Hitler era demasiado explícita como para propiciar un estreno tras la muerte de Ullmann. La partitura de Der Kaiser von Atlantis se conservó gracias a que el autor se la entregó a su amigo y poeta Hans Günther Adler, permaneciendo en el olvido hasta que fue estrenada en 1975 por Kerry Woodward.

En el terreno de la anécdota, debido a las dudas suscitadas por los fragmentos desaparecidos de la ópera, Woodward contactó con Rosemary Brown, médium especializada en el contacto con músicos fallecidos, que ya cuenta con un extenso catálogo de piezas dictadas por más de veinte compositores de los Campos Elíseos, como Chopin, Schubert, Brahms o Liszt. En este caso, la vidente habría conectado con el espíritu de Ullmann, quien no solo aclaró las dudas de Woodward, sino que además sugirió cambios de tono y detalles de la orquestación además de describir los horrores vividos.– ÓA

* Verónica MAYNÉS es musicóloga, pianista, profesora y crítica musical