ENTREVISTAS

Simón Orfila, bajo-barítono: "La voz de bajo se aposenta definitivamente a partir de los 40 años"

02 / 06 / 2022 - Antoni COLOMER - Tiempo de lectura: 2 min

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simonorfila-operaactual Simón Orfila © Aranza DOMÍNGUEZ

Tras participar en la triunfal producción de Don Gil de Alcalá en el Teatro de La Zarzuela, el cantante menorquín interpretará a los cuatro villanos de Les Contes d’Hoffmann en el Teatre Principal de Palma, en Mallorca. La agenda del bajo-barítono español sigue repleta de proyectos tras 25 años de una espectacular carrera que le ha llevado a los escenarios de algunos de los mejores teatros del mundo.

Las funciones de Don Gil de Alcalá en el madrileño Teatro de La Zarzuela, el pasado mes de mayo, han sido un auténtico descubrimiento porque apenas conocía la obra. Es una ópera magnífica, con una partitura plena de fragmentos que recuerdan a Mozart, con pasajes líricos de gran belleza, otros dramáticos con mucha fuerza y, además, muy divertida. Ha sido una experiencia inolvidable y lo curioso es que es tan solo la tercera obra en castellano que canto tras 25 años de carrera. Las anteriores fueron Marina y Maruxa.

Aunque soy menorquín, volver a Palma es como volver a casa, algo muy especial para mí. En el Teatre Principal canté mi primera ópera en 1997, fui el Frate de Don Carlo gracias a que Silvia Corbacho apostó por mí tras escucharme en una master class con tan solo 19 años. Además, fue entonces cuando conocí a mi representante y allí arrancó mi carrera profesional.

Debuté Les contes d’Hoffmann en Bilbao y en Palma haremos la misma producción, lo cual es una gran ventaja. Por otro lado, abordar cuatro personajes distintos en tan breve espacio de tiempo es un enorme desafío tanto vocal como actoral. Mi aria del primer acto o el terceto del segundo son muy exigentes y, hacia el final, te espera “Scintille, diamant”, que es muy aguda. La verdad es que es un bombón, pero no te da un momento de respiro.

© Opera National de Bordeaux / Eric BOULOUMIE

'Les contes d’Hoffmann' en la producción de Vincent Huguet que inauguró la temporada de ABAO

La tesitura del baryton basse francés, como Escamillo o estos malvados de Hoffmann, se adapta a la perfección a mi voz. También los papeles del Rossini serio, como Assur, y, evidentemente los personajes de Mozart, todos ellos papeles de bajo agudo. Últimamente estoy incorporando algunos títulos verdianos como Ernani y próximamente cantaré Attila, que debutaré en 2025, un título que me hace especial ilusión. Siempre he pensado que es a partir de los 40 años de edad cuando la voz de bajo se aposenta definitivamente. Otro papel que tengo muchas ganas de debutar es Scarpia. Debería haberlo hecho ya, pero no fue posible a causa de la pandemia. Luego me lo han ofrecido varias veces y no ha podido ser por motivos de agenda. Pero ¡ya llegará su momento!

En mi familia siempre hubo ambiente musical y teatral a nivel de aficionados. Desde pequeño tuve claro que quería ser cantante o humorista, siempre algo vinculado a un escenario, pero no podía imaginar que podría vivir de ello. Mis primeras clases de canto fueron en Menorca, a los 15 o 16 años, y el paso siguiente fue entrar en el Cor de s’Òpera de Maó. Ahí, en un homenaje a Dídac Monjo, tuve la fortuna de que me escuchase Alfredo Kraus quien, en cierto modo, me apadrinó.

En mi primera audición con Kraus estaba muy nervioso y salí muy decepcionado, con la sensación de que no me había hecho ni caso. Años más tarde él mismo me comentó que no quiso centrarse en mí precisamente para no ponerme demasiada presión. De Kraus aprendí, sobre todo, la posición de la voz, siempre alta e in maschera, pero también se aprende mucho escuchando a los grandes. En mi caso, por similitud vocal, a cantantes como José van Dam, Ruggero Raimondi o Cesare Siepi, de quien Kraus era un gran admirador. Pero si tengo que citar solo a uno confieso que mi ídolo siempre ha sido Samuel Ramey.– ÓA