ENTREVISTAS
Ruth Iniesta, soprano: “Canté Donna Anna en Bolonia en 2017, ¡en ese lejano mundo prepandémico!”
En los últimos meses ha debutado a lo grande en la Ópera de París, triunfó en Il Trittico de Barcelona y conquistó Roma como Adina. Ahora se enfrenta a Donna Anna en el Don Giovanni que estrena en breve el Palau de les Arts de Valencia y, acto seguido, le esperan Trieste y la Ópera de Hamburgo, donde será Violetta. Precisamente sobre este papel y las circunstancias que rodearon su sonado debut en el Teatro Real cuando se reabrió en plena pandemia versaba la última conversación que Ruth Iniesta mantuvo con ÓPERA ACTUAL. Casi tres años después, la carrera de la soprano zaragozana parece no tener techo.
Recuerdo aquella Traviata del Covid-19 como si hubiese sucedido en otro mundo. Estábamos en plena pandemia y había mucha tensión y miedo, pues era el primer experimento operístico en medio de aquella situación tan complicada. Fue un momento importante en mi carrera, un reto y a la vez un honor al ser la única Violetta española de aquellas funciones del Teatro Real. Aunque fue muy duro, me sentí muy arropada y el recuerdo de aquellas funciones, con el paso del tiempo, es cada día más dulce.
Había cantado ya Donna Anna en Bolonia en 2017, ¡en ese lejano mundo prepandémico! Recuperar un papel como este (esta vez en el Palau de Les Arts de Valencia) tras tanto tiempo es muy interesante porque, en cierto modo, constituye un mapa de tu evolución vocal. Lo que antes me parecían montañas a nivel técnico –y en un personaje como este las hay muy escarpadas–, ahora las percibo más bien como valles. Es una sensación al principio desconcertante, pero luego muy placentera.
El Don Giovanni de Mozart pivota, en gran medida, sobre Donna Anna. Es la violenta situación que ella vive en la primera escena lo que desencadena todo el drama. ¡El trauma que la golpea es tan profundo y complejo! Acaba de sufrir un intento de violación en la que ha experimentado sensaciones ambivalentes que la llenan de un sentimiento de culpa, pues tiene su vida proyectada con un hombre que le aporta estabilidad. Pero esa culpa se acentúa de manera indescriptible cuando su padre es asesinado a manos de su violador al intentar auxiliarla. Toda eso en una sola escena, un torbellino dramático tal que te obliga a ir con cuidado para no verte arrastrada en lo vocal.
Me gustaría cantar más papeles de Mozart y en breve habrá noticias en ese sentido. Del repertorio clásico también incorporo un rol como la Euridice de Gluck. Es un estilo que me sirve para reajustar aspectos técnicos, para no descarrilar. Pero también es cierto que las características de mi voz se adaptan actualmente muy bien a Bellini y Donizetti, y mi intención, por ahora, es profundizar en determinados roles dramáticos de Donizetti, especialmente las reinas de la trilogía Tudor. Me parecen personajes absolutamente fascinantes, como también los franceses como Manon, Juliette o Marguerite.
Con Puccini, en cambio, quiero ir paso a paso porque, inevitablemente, se te va el corazón tras sus personajes y puede ser peligroso si no vas con cuidado. He interpretado muchas veces a Musetta (ver crítica del Teatro Real), un papel que amo. Cantar Lauretta en Il Trittico del Liceu fue una experiencia inolvidable para todos los que formamos parte de ese proyecto, y actualmente estoy haciendo mucho Liù (ver crítica de la Arena de Verona). Mimì me la han ofrecido muchas veces, pero me sigo resistiendo. A día de hoy, sigo sintiéndome Musetta.
Lo que más me gusta de mi profesión es sentir la excitación de descubrir nuevos papeles. Pese a lo agotador de los vuelos y, sobre todo, a pesar de estar lejos de mi familia y de mis amigos, aún se me eriza la piel cuando abro una nueva partitura de ópera o cuando empieza el primer ensayo con la orquesta en una nueva producción. Es una sensación maravillosa que me gustaría no perder nunca. ÓA
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