ENTREVISTAS
Rolando Villazón, cantante, gestor, 'regista': “Mi papel preferido es el de Rolando Villazón”
Es una de esas estrellas que, de una u otra forma, ha marcado el panorama operístico internacional. El artista mexicano, que debería haber actuado en el Festival del Mil·lenni de Barcelona a finales de marzo, no ha podido cumplir por el momento su sueño de regresar a la capital catalana, actuación que se canceló por la crisis del coronavirus.
No para. Cantante, regista, gestor, escritor. Rolando Villazón actualmente está volcado, más que en el canto, en la dirección escénica y artística, al frente de la Mozartwoche (Semana Mozart) de Salzburgo. Hombre curioso y artista polifacético, no olvida su vertiente de cantante –incluso más allá de la cuerda de tenor, ya que ha incursionado en el repertorio de barítono cantando y grabando el personaje de Papageno de La flauta mágica– y busca alicientes adentrándose en nuevos repertorios. En declaraciones a ÓPERA ACTUAL, adelanta que debutará su primer papel wagneriano y afirma que le hace “especial ilusión” su regreso a Barcelona, ciudad con la que vivió una auténtica historia de amor. En el Gran Teatre del Liceu interpretó algunas de las joyas de su repertorio y en el Palau de la Música Catalana algún recital memorable. “Siempre es un placer volver a Barcelona. Ahí he vivido momentos que para mí han sido inolvidables. Aquellas funciones de L’elisir d’amore fueron mágicas… Pero también recuerdo con mucho cariño los recitales en el propio Liceu y en el Palau de la Música Catalana”.
ÓPERA ACTUAL: Dentro de poco hará quince años de aquel Elisir d’amore….
Rolando VILLAZÓN: ¡Madre mía! ¡Cómo pasa el tiempo! La verdad es que se creó una relación, una simbiosis especial, con el público de Barcelona. Tengo grandes recuerdos de esas actuaciones. También de aquella Manon de Massenet con Natalie Dessay.
ÓA: Y ahora iba a regresar invitado por el Festival del Mil·lenni.
R. V.: Sí, y la idea era interpretar un programa muy distinto y muy querido para mí que incluía canciones españolas y sudamericanas, tratando de mostrar cómo se reflejan las unas en las otras, cuáles son las influencias mutuas. En la primera parte íbamos a hacer las Siete canciones populares de Manuel De Falla y en la segunda las Cinco canciones de niños, del compositor mexicano Silvestre Revueltas, un ciclo de piezas infantiles maravillosas con textos de mi admirado Federico García Lorca. Algunas son preciosas, como la última de ellas, que es una canción llena de júbilo. Y también había incluido canciones de Fernando Obradors, como Del cabello más sutil, una pieza que me ha acompañado durante toda mi carrera. Son canciones que he interpretado siempre, desde mis primeros recitales. También había canciones de Carlos Guastavino y de Alberto Ginastera.
ÓA: Y también el programa incluía canciones catalanas…
R. V.: Sí, pensaba incluir algunas canciones de Frederic Mompou, aunque he hecho este programa en muchos sitios, siempre con éxito, como en Berlín o Múnich… Al público alemán le encanta. Y ahora tenía la ocasión de hacerlo en Barcelona, y para este regreso tan especial había introducido las canciones de Mompou, un compositor que me encantó desde el momento en que conocí su obra. Es la suya una música muy especial, con mucha personalidad.

ÓA: A usted siempre le ha interesado la canción, incluso se ha atrevido con el Lied. ¿Tiene que ver con su vocación literaria?
R. V.: Bueno, no sé si tiene relación. Ahora que lo dice, es posible que mi amor por la literatura tenga que ver con eso. Siempre me ha gustado cantar canciones, lo he hecho toda mi vida. Y sin duda, lo que más me gusta en el mundo es leer. Soy un ávido lector. Voy a libro por semana. Y también escribir, claro. Hace poco acabé mi tercera novela, que ya tiene versión alemana. Veremos cómo va.
ÓA: En su vida privada, ¿es más lector que melómano? ¿La música la reserva para una esfera más profesional?
R. V.: ¡No, no! La música también, claro, por supuesto… Escucho música sin parar, de todo tipo y todo el tiempo. Y me encanta a ir a conciertos o a representaciones de ópera. Aquí, en la Mozartwoche de Salzburgo, las veo todas y eso es algo que realmente me encanta.
ÓA: Eso es curioso, hay colegas suyos a los que les da mucha pereza ir de público a un teatro de ópera. En cambio usted va y hasta grita bravos al final de un Parsifal dirigido por Barenboim en Berlín. Y eso que al día siguiente cantaba Carmen en ese mismo escenario.
R. V.: Sí, me acuerdo. Sobre todo porque esa fue la única producción de Carmen que he hecho. En la Staatsoper Unter den Linden de Berlín, dirigido por Daniel Barenboim. Ahora que hablamos de Parsifal, le voy a dar una primicia wagneriana. Tengo previsto interpretar a Loge, de El oro del Rin, en un futuro próximo.
ÓA: Dónde? ¿Cuando? ¿Con quién?
R. V.: Eso no se lo puedo decir. De momento, no. También hay otro proyecto como cantante que me hace mucha ilusión y en el que estoy muy involucrado. Una nueva creación, una ópera contemporánea escrita especialmente para mí y un conjunto de cámara.
Wagner, nuevo reto
ÓA: No es la primera vez que incorpora una obra contemporánea a su repertorio. De hecho en su carrera ha interpretado un vasto repertorio. Desde Monteverdi, pasando por el Barroco y Mozart, hasta el repertorio romántico para tenor lírico… Ahora además probará con Wagner. Y es escritor, director de escena y gestor artístico…
R. V.: Ya hace años que me dedico a la dirección escénica. Desde que empecé con un Werther, y me encantó. ¡Es tan distinto a participar como cantante de una producción! Cuando eres director de escena estás absolutamente inmerso en el proyecto. Todas las horas del día. Me encanta sumergirme así en una obra, en todos los aspectos de la producción. Trato de dirigir, al menos, una producción al año, aunque algunas temporadas han sido dos, y hasta tres. Este curso he dirigido L’elisir d’amore en Leipzig e I puritani de Bellini, en Düsseldorf.
ÓA: Y esa actividad frenética la combina con la dirección artística de un festival en crecimiento como es la Mozartwoche de Salzburgo.
R. V.: Lo que pretendemos en la Mozartwoche es tratar de mostrar a Mozart bajo una luz distinta. Como si fuera un amigo. Conocerlo en todos sus diferentes matices, en sus muchas vertientes. Cuando me encargaron la dirección de la Mozartwoche, que ya hace dos años que dirijo, me lo pensé mucho. Me leí todas las cartas de Mozart, ¡todas!, y me enamoré también del personaje. No solo del músico y de su música. He leído un montón de biografías sobre él y sigo leyendo cualquier cosa que cae en mis manos respecto de su vida y de su producción (crítica de su último disco dedicado a Mozart en este enlace). Aquí, en Salzburgo, interpretamos todo tipo de obras de su catálogo y siempre con grandes intérpretes que, además, tienen cosas que decir, como Daniel Barenboim, Robert Wilson, Marc Minkowski, Mitsuko Uchida o András Schiff. Estoy muy contento con el resultado.

Villazón dirigió y fue el protagonista de 'L'elisir d’amore' en Baden-Baden, más tarde editado en DVD (más abajo, ver vídeo)
ÓA: Ha tocado todos los palos del sector operístico ¿Qué le queda por hacer?
R. V.: ¡Espero que muchas cosas!
ÓA: ¿Y por qué papel operístico cree que será recordado?
R. V.: La verdad es que no sé si seré recordado o si alguien se acordará de mí dentro de unos años. Y, si le digo la verdad, no me importa. Ya no me importa. Hubo un momento, hace años, en que sí me importaba. Me preguntaba si se acordarían de mí, con mis problemas de salud, mis idas y venidas… Ahora ya no. Ahora ya solo pienso en el presente. ¡En disfrutar de lo que hago! Pero para responder a su pregunta, creo que el papel con el que más me he identificado es con Nemorino, de L’elisir d’amore. Con él creo que conseguí algo especial, una especie de simbiosis entre yo y el personaje. Pero también está Werther o Des Grieux, de Massenet, o un papel como Hoffmann, de Les contes d’Hoffmann. Evidentemente también está Alfredo, de La Traviata, un personaje con el que tuve una gran repercusión en la producción de Willy Decker en Salzburgo junto a Anna Netrebko. También me gustó mucho cantar el Don Carlo, de Verdi, un papel –y una ópera– que me encantan. Intenté dar una visión diferente del personaje, más lírica, más introvertida, más compleja, intentando apoyarme en esas frases entrecortadas con las que Verdi describe tan sutilmente el personaje. Pero sí, probablemente me quedaría con Nemorino.
ÓA: ¿Y si tuviese que escoger? ¿Qué papel le gustaría cantar siempre?
R. V.: Sin duda, ¡el de Rolando Villazón!– ÓA
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