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Giacomo Sagripanti, director: “Debutar en el Teatro Real de Madrid es para mí un punto de llegada”
En 2022 fue nombrado titular de la Ópera y la Orquesta de Tiblisi, en Georgia, además de ser Principal director invitado del Teatro Petruzzelli de Bari. Desde hace un tiempo vive en Praga con su esposa, la soprano Zuzana Markova, y sus dos hijas. Pero la actividad de este director italiano se extiende por los mejores teatros de Europa. También en España, donde su presencia ha sido constante los últimos años. Ahora llega su esperado debut en el Teatro Real al mando de Il turco in Italia de su amado Rossini, uno de sus compositores predilectos.
He dirigido en casi todos los teatros de España y los próximos años lo seguiré haciendo, pero debutar en el Teatro Real de Madrid es para mí un punto de llegada, la culminación de una trayectoria, como lo fue hacerlo en el Liceu de Barcelona (Ver crítica). Además, será con una nueva producción de mi amigo Laurent Pelly de una ópera deliciosa, Il turco in Italia de Gioachino Rossini, un compositor clave en mi carrera, y con un cast extraordinario.
Il turco in Italia es una obra muy moderna porque desarrolla la idea del teatro dentro del teatro, la trama avanza a medida que un personaje la escribe. Desde un punto de vista musical es compleja, pues existen varias versiones que el tiempo ha ido mezclando. Por todo ello, en cada nueva producción, pese a que la base es la edición crítica de Ricordi, debes reconstruir la obra, escoger los fragmentos que mejor se adapten a la producción y a los cantantes de los que dispones. Al fin y al cabo, así se hacía en la época de Rossini.
El bel canto es la escuela ideal para un director. En las partes solistas, un buen director debe colaborar con el cantante, escuchar qué ofrece y a partir de ahí sugerir ideas para sacar lo mejor de él. El bel canto, y eso hay que entenderlo, comporta el máximo virtuosismo vocal, no hay nada más exigente y los grandes especialistas son atletas olímpicos de la voz. Por otro lado, en los números de conjunto es el director quien debe coordinar todos elementos y, por tanto, ejercer su poder de decisión.

Giacomo Sagripanti dirigiendo 'I Puritani' de Bellini, en versión de concierto, en el San Carlo de Nápoles, junto a Lisette Oropesa
Para cualquier director es importante mantener un equilibrio entre actividad operística y concertística, que son cosas muy distintas. La música sinfónica te obliga a estar más atento a sonidos, colores y detalles, aspectos que la mayoría de partituras operísticas no exigen tanto. Desde mi punto de vista, un director de ópera, si empieza joven a dirigir repertorio sinfónico, puede llegar a hacerlo bien, en cambio el camino inverso es más difícil porque la ópera requiere una técnica distinta y estar pendiente de muchos aspectos.
Empecé estudiando piano, pero en seguida me atrajo la dirección. La perspectiva desde el podio y trabajar con tanta gente es lo que más me gusta de mi profesión. A la ópera llegué más tarde, una vez acabados mis estudios de piano. Si te formas como director en Viena puedes tener más contacto con el repertorio sinfónico, pero en Italia la ópera está por todas partes, constituye un tanto por ciento muy elevado de nuestra música. De ahí que la mayoría de los directores musicales de mi país nos dediquemos a la ópera (Ver web del artista).
Cuando me llamó Alberto Zedda para dirigir Il barbiere di Siviglia en Pésaro viví un momento importante en mi carrera, como también el jumping en París en 2016 sustituyendo a Michel Plasson en Werther. A partir de ahí he tenido la suerte de dirigir en los más importantes teatros y puedo decir que cada uno es distinto, con sus cosas buenas y no tan buenas. Trabajar en París es maravilloso, pero hay tanta actividad, tantas salas y tantas funciones que todo tiende a la dispersión. En Viena, en cambio, prácticamente no hay ensayos, pero la orquesta es excelente y eso crea una adrenalina en las funciones que se transmite y que me encanta. ÓA
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