ENTREVISTAS

Aviel Cahn: "La ópera debe ser una forma de arte de nuestros días"

01 / 07 / 2019 - Lourdes MORGADES - Tiempo de lectura: 6 min

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Aviel Cahn director de la Ópera de Ginebra © Grand Théâtre de Genève / Nicolas SCHOPFER

Tras una década como director artístico de la Ópera de Flandes, una de las compañías más importantes de Bélgica, el suizo Aviel Cahn se pone al frente del Grand Théâtre de Genève en septiembre decidido a convertir la ópera en una forma de arte actual que apele al público con sus temáticas o sus puestas en escena.

Seducido por la ópera desde que a los 6 años viera una función de Aida, el suizo Aviel Cahn (Zúrich, 1974) barajó durante la adolescencia ser tenor, pero acabó entrando en la Universidad para estudiar Derecho, formación que completó con una tesis sobre la situación jurídica del cargo de director de teatro. Mientras estudiaba trabajó en la Fundación Rudolf Nureyev, con sede en Zúrich, y en el Festival Young Artists in Concert de Davos. A los 26 años abandonó Suiza para dirigir las relaciones internacionales de la Orquesta Sinfónica de Beijing, en China, luego fue director de casting en la Ópera de Finlandia para asumir con 30 años la dirección del Konzert Theater de Berna, cargo que ocupó hasta que en 2009 fue nombrado director artístico de la Ópera de Flandes, en Bélgica, bajo cuya dirección ha rejuvenecido al público del teatro y ha conseguido diversos premios internacionales con su audaz programación.

El último ejemplo de esa voluntad ha sido el estreno absoluto de la ópera Les Bienveillantes del barcelonés Hèctor Parra y dirección de escena del burgalés Calixto Bieito, que obtuvo un gran éxito de público y crítica. El próximo 1 de septiembre asume la dirección general del Grand Théâtre de Genève en sustitución de Tobias Richter y su primera temporada, que se inaugurará el 11 de septiembre con Einstein on the Beach de Philip Glass, es toda una declaración de intenciones. “Construimos sobre una tradición, pero no podemos detenernos ahí, debemos evolucionar y poner en valor que la ópera debe ser una forma de arte de nuestros días”, afirma a ÓPERA ACTUAL Aviel Cahn.

“Construimos sobre una tradición, pero no podemos detenernos ahí, debemos evolucionar y poner en valor la ópera como una forma de arte de nuestros días”

ÓPERA ACTUAL: Con su nombramiento como director general del Grand Théâtre de Genève regresa a casa.

Aviel CAHN: Yo nací en Zúrich y Ginebra es una ciudad diferente, muy francesa en todos sus aspectos, con otra mentalidad. Me tomo mi nombramiento como director general del Grand Théâtre de Genève como un nuevo destino operístico que está más cerca de casa, pero que no es exactamente volver a casa. En cualquier caso, en Europa uno puede sentirse como en casa en cualquier lugar.

Ó. A.: Deja el cargo de director artístico de la Ópera de Flandes tras una década en la que ha rejuvenecido al público y ha obtenido premios y el reconocimiento internacional. ¿Cuál ha sido la fórmula?

A. C.: Cuando llegué a la Ópera de Flandes me encontré con un público con una media de edad de 65 años y con una mentalidad bastante abierta y juntos hemos recorrido un camino con puestas escena de directores como Calixto Bieito, cuyo primer montaje en 2011 con Mahagonny marcó una ruptura con lo que se estaba haciendo hasta entonces. También conté con coreógrafos contemporáneos como Jan Fabre y Sidi Larbi Cherkaoui, cuyo trabajo ha hecho evolucionar al público. Una década después, la media de edad del público ha descendido en 20 años y la mentalidad actual es mucho más abierta: el público tiene curiosidad y espera sorprenderse. La ópera no puede ser solo repetición, debe relacionarse con el resto de las artes, evolucionar… Eso es necesario para abrirla a un nuevo público. En Flandes trabajamos para construir un proyecto abierto a todo el mundo y lo fuimos desarrollado buscando temas relacionados con Flandes y la actualidad para que el público se lo hiciera suyo.

Ó. A.: ¿El público de la ópera en Ginebra también es de mentalidad abierta?

A. C.: Es un público burgués, porque Ginebra es una ciudad muy burguesa, como muchas otras ciudades de Suiza; es muy inteligente, pero no creo que sea un público de mentalidad abierta. Habrá que ayudarles.

Ó. A.: ¿Y cómo piensa hacerlo?

A. C.: El modelo de Flandes funcionará, solo hay que adaptarlo a Ginebra. En Flandes buscamos relacionar la programación con el entorno y con la actualidad para que apelara al público de hoy. La programación del Grand Théâtre de Genève debe preguntarse qué es Ginebra, cómo se ha transformado. Hay muchos ángulos por explorar: los refugiados, los organismos internacionales, la tradición humanitaria, los filósofos suizos como Rousseau, o refugiados como Voltaire. Ginebra es una ciudad muy internacional, donde vive gente de muchos sitios diferentes del mundo. La ópera siempre cuenta una historia y se puede hacer a la antigua o con una puesta en escena que evidencie la actualidad de las historias universales.

© Grand Théâtre de Genève / Nicolas SCHOPFER

Aviel Cahn durante la presentación de su primera temporada en el Grand Théâtre

Ó. A.: En Flandes ha estrenado nuevas óperas, ¿tiene previsto estrenar también en Ginebra?

A. C.: Sí, en mi primera temporada ya estreno una nueva ópera, Voyage vers l’espoir del compositor alemán Christian Jost basada en la única película suiza que ha ganado un Oscar, Viaje a la esperanza (1990) de Xavier Koller. Es un drama sobre refugiados, un tema que en Suiza se conoce muy bien porque ha sido un país de acogida durante muchos años. Además en Ginebra está la sede del Alto Comisionado de la Naciones Unidas para los Refugiados. Los suizos conocen la película en la que se basa la ópera y muchos estarán interesados en verla. Esta búsqueda de relacionar la programación con la ciudad de Ginebra, su historia y sus habitantes está en otros títulos de la programación como en Les Huguenots de Meyerbeer, que además es una ópera que no se representaba en el Grand Théâtre de Genève desde 1927.

Ó. A.: ¿Qué tradición existe en el Grand Théâtre de Genève respecto de la creación actual del género operístico?

A. C.: No hay tradición, y además hay muchas óperas contemporáneas que nunca se han representado. Inauguro mi primera temporada con Einstein on the Beach de Philip Glass y la cierro con Saint-François d’Assise de Olivier Messien, dos títulos del siglo XX que nunca se han representado en Ginebra.

Ó. A.: ¿De qué le ha servido haber estudiado Derecho a la hora de dirigir un teatro de ópera?

A. C.: El Derecho te permite tener una mente estructurada, analizar muy bien las situaciones y eso ayuda en muchos trabajos y también en el de dirigir un teatro de ópera. No soy el único director de teatro lírico que ha estudiado Derecho, Gerard Mortier también estudió esa carrera.

Ó. A.: ¿Qué cree que echará de menos de la Ópera de Flandes cuando asuma su nuevo cargo?

A. C.: La actitud artística y los fantásticos colegas con los que he trabajado. Me he sentido muy a gusto en Flandes y he podido trabajar con completa libertad.

Ó. A.: ¿Qué es lo que más le gusta de ser director artístico de un teatro de ópera?

A. C.: Lo que más me gusta es crear, pensar un proyecto, elaborarlo y levantarlo. Me gusta el recorrido desde que se piensa hasta que se hace realidad. -ÓA

© English National Opera / Tristram KENTON

'Aida', según el director de escena Phelim McDermott, con Radames inclinándose ante una deidad, una propuesta que llegará a Ginebra en octubre