ENTREVISTAS
Alberto García Demestres, compositor: “Componer óperas es para mí una necesidad. Es mi vida”
De espíritu inquieto y de desbordante creatividad, el compositor barcelonés es uno de los músicos más prolíficos y originales líricos del país. En sus más de 12 óperas estrenadas se reflejan con naturalidad todo tipo de influencias musicales y estilísticas, que fagocita y convierte en propias, así como las temáticas que le obsesionan en cada momento. Ahora, cuando su Juana sin cielo está a punto de estrenarse en México, explica detalles de la obra que estrenó en Granada y su personal visión sobre el género que adora.
Me acabo de incorporar a los ensayos, en el Palacio de Bellas Artes de México, de mi ópera Juana sin cielo. Me siento feliz de poder dirigir esta nueva producción escénica de Diego del Río con la maravillosa soprano María Katzarava, con quien estrenamos la obra en Granada en versión semi escenificada. Juana sin cielo se centra en el tránsito hacia la muerte de Juana I de Castilla, apodada la Loca, e incluye orquesta y dos coros, uno que entona una misa durante su funeral y otro que representa las voces del inframundo rememorando episodios de la vida del personaje. Y, finalmente, una soprano, Juana, ante su aceptación de la muerte pese a sus conflictos y reticencias.
Determinados personajes históricos constituyen una fuente de inspiración para mí. Es el caso tanto de Juana sin cielo como de Mariana en sombras, sobre Mariana Pineda, dos óperas con muchos puntos en común producto de mi colaboración con el escritor Antonio Carvajal, con quien trabajo desde hace muchos años. Ambas constituyen un díptico que acabará convirtiéndose en tríptico, pues estamos dándole vueltas a una tercera centrada en otro famoso personaje femenino español. Principalmente escribo óperas para reflexionar sobre temas que me interesan, desde el maltrato en el caso de Juana hasta el azúcar en La straordinaria vita di Sugar Blood o el diálogo entre individuo y colectivo en Joc de mans.

Alberto García Demestres dirigiendo 'Juana sin cielo' en su estreno en Granada
Una buena colaboración con el libretista es esencial para mí. Soy muy intervencionista porque, además de músico, de joven me dediqué a la poesía. Es necesario que el libretista entienda la finalidad de su trabajo, que forma parte de un proceso de creación, un work in progress en el que el texto se irá modificando en función de las necesidades musicales. Soy de los que vuelven loco al libretista, por eso colaboro siempre con gente de confianza, como Carvajal en mis óperas españolas y Cristina Pavarotti [hija del gran tenor Luciano Pavarotti] en las que tienen libreto en italiano.
He reflexionado mucho sobre el distanciamiento entre el público y la creación operística contemporánea y, entre otras cosas, creo que en gran parte se debe al tratamiento de la voz por parte de los compositores de una cierta vanguardia musical. Yo tuve contacto con esa generación, con figuras como Luigi Nono o Luciano Berio, pero también me formé como cantante con un maestro como Luciano Pavarotti y amo profundamente a Rossini, Verdi y Puccini. Creo que esa dualidad se refleja en mis composiciones.
La voz humana es un instrumento muy especial y es importante conocer sus leyes. Aunque a veces busco los límites del instrumento, en líneas generales trato de encontrar las vías expresivas vocales más adecuadas e incluso las ideales para el intérprete para el cual estoy escribiendo la obra. Cuando desarrollo una frase, mi principal obsesión es entender dónde respirará el cantante. Para mí, componer óperas es una necesidad, es mi vida y es lo que mejor sé hacer. Sin duda es un proceso largo y complejo, que requiere darlo todo y abrirse en canal, pero en el que me siento feliz.- ÓA
ENTREVISTAS RELACIONADAS