ENTREVISTAS

Albert Guinovart, compositor: “El objetivo de mi música siempre es conectar con el público”

01 / 06 / 2022 - Antoni COLOMER - Tiempo de lectura: 4 min

Print Friendly, PDF & Email
albertguinovart-operaactual Albert Guinovart © Antoni BOFILL

Si algo caracteriza a este compositor barcelonés nacido en 1962 es su independencia respecto a modas y vanguardias, así como la fidelidad a sus convicciones estéticas. Su estilo musical absorbe, sin complejos ni prejuicios, todo tipo de influencias que filtra a través de un lenguaje y una expresividad eminentemente lírica. Muestra de ello es su segunda ópera tras Atzar, titulada Alba eterna, y que acaba de ser publicada por Sony. Porque la voz siempre está presente en la obra de este artista que, además, es un pianista consagrado.

La creación de la ópera Alba eterna fue consecuencia de una serie de confluencias. Durante los primeros años de la orquesta Camera Musicae (ahora Franz Schubert Filharmonia) fui artista residente durante casi cinco años. Una de las ideas era poder realizar con este conjunto el estreno de una ópera y así surgió la oportunidad de escribirla, contando además con la colaboración del Centro de Producción Teatral de Reus, ciudad en la que se realizó el estreno absoluto de la obra a finales de 2009.

En aquel momento, por circunstancias personales, me obsesionaba el paso del tiempo, mientras que la búsqueda de la belleza es un elemento constante en toda mi obra. Transmití esos dos conceptos a Jordi Faura y son la base del libreto que escribió para Alba eterna. A nivel musical es una de mis partituras más eclécticas, quizás porque, en esa época, había empezado a dar clases de composición y estaba imbuido de muchas y variadas influencias.

La diferencia entre escribir un musical o una ópera es que, en el primer caso, debes adaptarte al tipo de producción pues el director tiene la última palabra. Aunque hayas compuesto la canción de tu vida, si no encaja en el conjunto se descarta automáticamente. En una ópera eres tú quien toma todas las decisiones.

© Gran Teatre del Liceu / Antoni BOFILL

Un momento del espectáculo en torno al 'Cuento de Navidad' de Albert Guinovart

Desde mi punto de vista, es importante encontrar un equilibrio entre lo que se espera de ti y los aspectos en los que, como creador, quieres evolucionar. El objetivo de mi música siempre es conectar con el público. No es el público quien debe hacer un esfuerzo para entender tu música, eres tú quien debe esforzarse para que la entiendan.

Una de las grandes diferencias, desde un punto de vista vocal, entre ópera y musical es la amplificación de la voz. En cualquier caso, parto siempre de la idea de que el texto asociado a un tema debe entenderse, y por eso mi escritura vocal es más silábica que melismática, alejada de la pirotecnia y de los grandes saltos interválicos. El canto, a mi entender, debe ser natural, ¡cantabile!

Amo la ópera al mismo nivel que la música sinfónica o el piano. Pero no me considero un freaky de la lírica: me interesa la música operística y no tanto los libretos. En un principio me apasionó Puccini por su orquestación, más tarde Verdi por su grandeza dramática. Poulenc siempre ha sido un referente y me encantan títulos tan dispares como Lady Macbeth de Mtsensk de Shostakóvich o Porgy and Bess de Gershwin o autores tan alejados como Hindemith, Bernstein o Bellini.

Si solo he escrito dos óperas es porque no he recibido más encargos. A menudo la vía institucional no se guía por meritocracia, sino por otros factores y probablemente haberme dedicado en un momento de mi carrera al musical ha motivado ciertos prejuicios. Pero esto es algo que me ha sucedido siempre. Unos me dicen que deje los musicals y me centre en el piano, y otros todo lo contrario. Siempre me ha parecido absurda esta obsesión por la especialización cuando, a lo largo de la historia, muchos compositores han sido también intérpretes, han dado clases y han escrito música popular. -ÓA