CRÍTICAS
NACIONAL
'Winterreise' en la cárcel
Barcelona
Gran Teatre del Liceu
Schubert: WINTERREISE
Antiguo Centro penitenciario La Modelo
Benjamin Appl, barítono, James Baillieu, piano. Dirección de escena: Bárbara Lluch. Obra pictórica: Antonio López. 23 de marzo de 2021.
Entrar en el Antiguo Centro penitenciario La Modelo, mítica cárcel situada en el centro de Barcelona que cuenta con una larga y turbulenta historia, impacta y deja una profunda impresión. La lobreguez de la Galería número 3 transmite una sensación de desasosiego que se apodera, inevitablemente, de todo aquel que transita por ella del mismo modo que, cual hidra maligna, hizo con el Winterreise que el Gran Teatre del Liceu programó en tan inquietante espacio. El barítono Benjamin Appl aportó el canto, James Baillieu el soporte pianístico, Bárbara Lluch la dramaturgia y la dirección escénica y Antonio López, el gran artista hiperrealista, su obra pictórica para vestir el gran ciclo de Franz Schubert. Pero, pese a sus aportaciones, el conjunto acabó inevitablemente vampirizado por la potencia de un espacio que lo devoró todo, tanto el aspecto visual –influyendo más en el resultado final del experimento que las proyecciones de la obra del gran artista castellano– como el musical, a causa de sus características acústicas.
Un pequeño escenario situado en el centro del estrecho pasillo de la galería dividía al público en dos plateas situadas a lado y lado. Esta disposición provocó que Appl se viese obligado en todo momento a alternar proyectar la voz en una dirección u otra lo cual, unido a la resonancia provocada por el techo alto en forma de cúpula, condicionó definitivamente el aspecto musical. Tanto es así que los intérpretes, conscientes de ello, apostaron por una lectura muy heterodoxa, buscando contrastes radicales, jugando hasta el límite con dinámicas, acentos y tempos. Teniendo en cuenta el contexto, la opción resultó hasta cierto punto justificable, pero en cualquier caso no será este un Winterreise para el recuerdo en la vertiente estrictamente musical. Y eso que Benjamin Appl se mostró sólido en lo vocal, absolutamente involucrado en el proyecto, regalando en algunos momentos fraseo de alta escuela y demostrando una notable madurez interpretativa, cualidades que se pueden atribuir también a la labor de James Baillieu.
El espectáculo se desarrolló a tres niveles de lectura y a través de códigos distintos. El poético-musical, ya comentado, el dramatúrgico y el visual, un tipo de planteamiento atractivo en teoría, pero de dura digestión para el espectador que, difícilmente, puede abarcar todo lo que está sucediendo. Barbara Lluch pareció ser muy consciente desde el primer momento de la fuerza del espacio y trató de adaptarse a él utilizando todos los recursos posibles y procurando que el protagonista, enjaulado en una cárcel tanto física como mental, recorriese los pasillos desesperadamente, se encerrase en las claustrofóbicas celdas y cantase desde ellas, retorciéndose de dolor hasta llegar, en la canción final, a un estado catatónico en el que ya no hay vuelta atrás. Appl siguió su idea con total entrega y convicción, abusando en lo teatral, por momentos, de algunos tics repetitivos, pero demostrando que tiene la obra y el personaje interiorizados.
Pero si había, en un principio, algún protagonista de esta propuesta del Liceu, ese no era otro que Antonio López. Una propuesta enmarcada en un amplio proyecto de la dirección artística del teatro que pretende vincular, año tras año, el Viaje de invierno de Schubert con destacadas figuras del arte plástico que aporten su personal visión del ciclo. La estatura artística de una figura como Antonio López está fuera de toda duda y, durante el espectáculo, en las dos grandes pantallas se pudo apreciar su obra y corroborarlo. Otra cosa es que la interacción entre música y plástica cristalizase en algo revelador o aportase nueva luz a rincones y entresijos del gran ciclo schubertiano, simbiosis que se produjo en contadas ocasiones. Y es que, ya desde el principio, el espacio de la Galería núm. 3 de La Modelo, cual Saturno, había devorado a sus hijos. *Antoni COLOMER, crítico de ÓPERA ACTUAL
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