Voces jóvenes para Chaikovsky

Marsella

15 / 02 / 2020 - Jaume ESTAPÀ - Tiempo de lectura: 3 min

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Emanuela Pascu, junto a Régis Mengus y Thomas Bettinger © Ópera de Marsella / Christian DRESSE
La puesta en escena firmada por Alain Garichot sigue siendo eficiente © Ópera de Marsella / Christian DRESSE
Marie-Adéline Henry brilló como Tatiana, al lado de Bettinger como Lensky © Ópera de Marsella / Christian DRESSE

Ópera Municipal de Marsella

Chaikovsky: EVGENI ONEGIN

Marie-Adéline Henry, Emanuela Pascu, Doris Lamprecht, Cécile Galois, Régis Mengus, Thomas Bettinger, Nicolas Courjal, Eric Huchet, Sévag Tachdjian, Jean-Marie Delpas, Wilfried Tissot. Dirección: Robert Tuohy. Dirección de escena: Alain Garichot. 11 de febrero de 2020.

Marsella vivió una noche lírica memorable con Chaikovsky. Apláudase ante todo el trabajo de Robert Tuohy, preciso y sensible, que creó desde el principio la atmósfera musical adecuada sobre la base de una paleta de colores contrastados, suavidad y hasta violencia según se iban sucediendo las situaciones dramáticas. La puesta en escena de Alain Garichot, con la escenografía de Elsa Pavanel, siguió manteniendo su eficacia a pesar del paso del tiempo, gracias a la calidad y a la economía de los efectos dramáticos propuestos por el director de escena.

Régis Mengus endosó con ciencia y arte el dandismo, la chulería, de Onegin, que trocó solamente al final de la obra por la desesperación de quien se percata de haber malgastado su vida. Emitió con justeza, con gran frialdad al principio, generosidad luego frente a su amigo, y con desesperada pasión al final. Su timbre, algo metálico, presente en tantos tenores rusos, añadió verdad a la prosodia del barítono, visiblemente muy trabajada.

"La esmerada ejecución del aria de Lensky por Thomas Bettinger fue uno de los momentos álgidos de la velada. El tenor anticipó su desaparición venidera sin ningún 'pathos' ni voluntad explícita de realizar una proeza vocal"

La esmerada interpretación del aria de Lensky por Thomas Bettinger fue uno de los momentos álgidos de la velada. El tenor anticipó su desaparición sin ningún pathos ni voluntad explícita de realizar una proeza vocal. La claridad de su emisión contrastó con sus oscuras ideas. En su diálogo con Olga –Emanuela Pascu– ambas características se encontraron invertidas, dado que la joven mostró una emisión sombría y en cambio, sus idas de futuro estaban llenas de esperanza.

Marie-Adéline Henry –que ya fue Tatiana en Rennes en 2016– interpretó el papel con mejor conocimiento de los momentos tan contrastados, no por ello contradictorios, que vive el personaje. La inocencia, la emoción y la atracción irrefrenable hacia el dandi fueron vencidos por el sentido del deber marital (y sin duda también social) de la niña convertida en mujer. Cantó con un timbre cristalino, dicción clara, inteligible, con agudos solares y graves a media voz muy bien sostenidos. Su legato perfecto dio sentido y unidad a las sublimes melodías que incluye el papel.

El público aprobó con un gran aplauso la intervención de Nicolas Courjal en el aria de Gremin. Doris Lamprecht –Larina– mostró en pocas palabras bien dichas y una acción dramática oportuna, que había recibido una buena educación, que deseaba mantener el buen nombre de la familia y que tenía dos hijas por casar. Éric Huchet realizó una verdadera creación de su rápida aparición en el rol de Triquet y Cécile Galois contribuyó eficazmente a la preparación de la escena de la carta de Tatiana.

El coro –a cargo de Emmanuel Trenque– cantó y bailó con gusto y ganas creando así un contraste, uno más, en la rica y triste historia del petimetre caído en su propia trampa.