CRÍTICAS
INTERNACIONAL
Violetta, aclamada por partida doble
Nápoles
Teatro San Carlo
Verdi: LA TRAVIATA
Clausura de la temporada estival
Claudia Pavone / Pretty Yende, Francesco Castoro / Francesco Demuro, Ernesto Petti / Gabriele Viviani. Dirección musical: Francesco Ivan Ciampa. Dirección de escena: Ferzan Ozpetek. 25 y 27 de julio de 2022.
Como clausura de la temporada estival el Teatro San Carlo de Nápoles propuso ocho representaciones fuera de abono de La Traviata para gozo de los numerosos turistas que reaniman la economía post-pandémica de la ciudad partenopea.
Se trataba de un espectáculo ya conocido con dirección escénica del cineasta turco, pero ya también italiano a todos los efectos, Ferzan Ozpetek, con una escenografía de sabor oriental para la casa de campo de Violetta en el segundo acto. ¿Una Traviata en Estambul? Abundaban las escaleras en la fiesta de Flora y reinaba la obscuridad total en el último acto. El vestuario parecía haber sido escogido de entre lo peor de los almacenes del teatro, aunque lo firmaba Alessandro Lai; podría decirse que eran de la Belle Époque, aunque de bello tenían poco. Las luces las administraba Giuseppe de Iorio dando como resultado un espectáculo trivial en la línea de una mal interpretada tradición que podría incluso hacer preferible un Regie Theater a la alemana, en el cual el público tiene material para opinar. En este caso no hubo incidentes y pareció que todo el mundo quedó satisfecho.
La dirección escénica de Ozpetek resultó decepcionante; el detalle de la turca que ofrece el narguilé a Violetta y la insinuación de que entre Germont père y la cortesana hubiera habido algo anteriormente no tienen mayor alcance, como no lo tiene el escenificar en el preludio del tercer acto los íncubos de la moribunda evocando el pasado.
Mucho mejor estuvo la vertiente musical a las órdenes de Francesco Ivan Ciampa, que no solo no perdió de vista lo que ocurría en el escenario, sino que apoyaba el canto con el gesto y la palabra con un ritmo narrativo bien marcado y gran vuelo lírico al exigir a la orquesta la imprescindible ligereza, todo lo cual acabó beneficiado la intensidad y la dinámica del canto. Tan meritoria como la de la orquesta fue la colaboración del coro preparado por José Luis Basso.
Claudia Pavone tiene una larga experiencia en un papel que resuelve con brillantez en el primer acto (Mi bemol incluido) y que afrontar con vigor dramático el resto de la ópera. Gustó mucho en su dúo con el Germont père de Ernesto Petti, barítono que cantó con elegancia y dominio del fraseo. Francesco Castoro convenció con su actitud entre inocente e inconsciente en el papel de Alfredo, sim forzar nunca el sonido y con una emisión aflautada que recordaba a los tenori di grazia de antaño, sin dejar por ello de lucirse en el Do agudo de su cabaletta y de mostrarse vehemente en la escena del desafío en casa de Flora.
Al día siguiente Pretty Yende, que después de la primera función había ya recuperado la salud, se mostró un poco cauta al principio, pero coronó el primer acto con el Mi bemol de “Follie, follie” antes de empeñarse a fondo en los actos siguientes, convenciendo totalmente en el dúo con Germont, aquí un Gabriele Viviani dueño de una voz vigorosa y timbrada que le procuró un triunfo personal. La Yende estuvo magnífica en el tercer acto, siendo acogida con una gran ovación en los saludos finales. Francesco Demuro fue un Alfreedo viril, impulsivo y vocalmente poderoso; brillante también en el agudo, su actitud escénica fue siempre la adecuada y en el canto supo encontrar las siempre apreciables medias tintas de los momentos de transporte amoroso.
Bien resueltas las partes de segunda línea, con Enrico Maria Mirabelli, un Barón muy presente en la proyección y escénicamente elegante, el brillante Gastone de Marco Miglietta, el asentado Grenvil de Alessandro Spina, la Flora de Valeria Giardello, el Marqués de Pietro Di Bianco y los otros comprimarios a cargo de Giacomo Mercaldo y Michele Maddaloni, que en la representación del día 27 se olvidó de entregar a Violetta la invitación de Flora. Un detalle a consignar es que en el breve papel de Annina pudo dar lecciones de sapiencia escénica y de una vocalidad aún intacta, la gran Daniela Mazzucato. Y es que la clase no será nunca grano de anís. * Andrea MERLI, crítico de ÓPERA ACTUAL
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