CRÍTICAS
INTERNACIONAL
Viena: La heroína de Chaikovsky
Theater an der Wien
Piotr I. Chaikovsky: LA DONCELLA DE ORLEANS
Nueva producción
Lena Belkina, Willard White, Dmitry Golovnin, Daniel Schmutzhard, Kristjan Johannesson, Simona Mihai, Martin Wnkler, Raymond Very. Dirección: Oksana Lyniv. Dirección de escena: Lotte de Beer. 20 de marzo de 2019.
La Juana de Arco histórica fue la heroína favorita de la niñez de Chaikovsky, razón por la que se enfrentó al personaje después de su Evgeni Onegin pero antes de Mazepa y de la Dama de picas, con una ópera romántica de la que incluso escribió el libreto. Pese a su belleza musical, la obra nunca llegó a ser realmente popular en Occidente y sus representaciones son aún auténticas rarezas, un destino que de alguna manera comparte con la Giovanna d’Arco verdiana que el autor italiano compusiera sobre el drama de Friedrich Schiller. Chailovsky había oído la ópera de Verdi en Viena en 1878 y no se sintió en modo alguno entusiasmado con ella, por lo que decidió escribir su propia versión. En la escena final no siguió a Schiller ni a Verdi, donde Juana muere en la batalla y vive su transfiguración, sino que se aproxima a la verdad histórica con la joven guerrera condenada a la hoguera. La más innovadora de las compañías vienesas de ópera merece, en consecuencia, el aprecio de los aficionados por llevarla a la escena.
Lo peor de esta apuesta fue la producción de Lotte de Beer, que forma parte del que se denomina Regietheater, y que planteó su trabajo bajo el lema de “Las mujer al poder”, limitándose a pasar del argumento original. La regista holandesa no mostró a una Juana heroica sino a la mujer joven que sufre una secuencia psicoanalítica de sueños y que vive el conflicto en su alma entre el rey francés que espera de ella la victoria y el amor que siente por el guerrero inglés Lionel. La acción transcurría en una época indeterminada y alternaba el mundo moderno con grabados históricos cuya atmósfera romántica subrayaba el diseño de luces de Alessandro Carletti, una contraposición que en ocasiones llegaba a molestar. La escena final no mostraba la ejecución de Juana en favor de una solución totalmente abstracta. La acción escénica, que funcionó de manera excelente, suponía un movimiento continuo en un montaje escenográfico de Clement & Sanôu.
Mucho mejor resultó la vertiente musical. La directora ucraniana Oksana Lyniv, que durante varios años fue asistente de Kirill Petrenko y trabaja ahora en la Ópera de Graz, mostró una gran sensibilidad para esta música y supo producir la tensión necesaria en el foso. La Sinfónica de Viena se lo agradeció con un magnífico sonido y el Coro Arnold Schoenberg estuvo tan fabuloso como suele.
La joven ucraniana Lena Belkina posee una voz de mezzo aguda con color de soprano y un sentido interpretativo lleno de emoción que pudo lucir al lado del segundo gran protagonista vocal de la velada, Daniel Schmutzhard, un poderoso Dunois de gran presencia escénica. Como Thibaut d’Arc, padre de Juana, hacía su debut el ya legendario Willard White, quien demostró la personalidad de su imponente voz de bajo. El tenor ruso Dmitry Golovnin cantó la parte del rey Charles VII sin merecer reproche alguno aunque el color de la voz no era de los más interesantes. En otros papeles gustaron Simona Mihai (Agnès Sorel), Martin Winkler (Arzobispo de Reims) y Kristjan Johannesson como Lionel. En cometidos menores no hubo tampoco motivo de queja.
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