CRÍTICAS
INTERNACIONAL
Un Don Juan renacido
Verona
Teatro Filarmonico
Mozart DON GIOVANNI
Andrea Mastroni, Biagio Pizzuti, Antonio Poli, Veronika Dzhioeva, Laura Giordano, Barbara Massaro, George Andguladze, Davide Giangregorio. Dirección: Renato Balsadonna. Dirección de escena: Enrico Stinchelli. 27 de enero de 2019.
Para la inauguración de la temporada en Verona se había hablado en principio de un Mefistofle para conmemorar, con retraso, el centenario de la muerte de Arrigo Boito que se cumplió en 2018, pero los consabidos problemas económicos que afectan al Ente Arena acabaron transformándolo en este Don Giovanni. Había un buen motivo para ello: el de aprovechar el bellísimo vestuario de Maurizio Milenotti creado para la monumental producción de Zeffirelli en la Arena de 2012, repuesta en 2015. Obviamente aquella imponente construcción barroca no tenía cabida en el escenario del Teatro Filarmonico, pero al confiarse la regia y la escenografía a Enrico Stinchelli se consiguió una elegancia, un respeto al estilo y a la dramaturgia y un ritmo teatral que en nada desmerecían de los del florentino. Stinchelli, partidario del connubio entre ópera y cine, puede ser definido como un mago en la utilización de la luminotecnia y las proyecciones videográficas y es siempre capaz de crear ilusiones ópticas tridimensionales, en esta ocasión con las colaboración de expertos visual designers como Ezio Antonelli, Federica Carboni, Roberto Santoro y Giuseppe Flora, con el notabilísimo Paolo Mazzon a cargo del diseño de luces.
La escena la ocupaban tres enormes jambas vacías con algunos marcos que descendían de telares con retratos que, en el caso del protagonista, tomaban vida, y una sucinta utilería consistente en un carrito floreado para la boda de Zerlina y Masetto, un par de espadas y otros tantos candelabros. Todo ello, sin embargo, funcionaba a las mil maravillas y gracias a la perfectamente legible disposición escénica permitía el perfecto desarrollo del siempre actual dramma giocosoimaginado por Lorenzo Da Ponte.
Éxito triunfal para el bien escogido reparto y en particular para el protagonista, el debutante Andrea Mastroni, de voz amplia y bien timbrada de bajo auténtico y muy suelto escénicamente. Gustó también el Leporello de Biagio Pizzuti, un joven barítono vencedor del primer concurso Beppe De Tomasi, con voz y técnica notables. Perfecto y sobrado de aplomo el Don Ottavio de Antonio Poli y brillante el Masetto de Davide Giangregorio, con el autoritario Comendador del bajo gergiano George Andguladze con la voz amplificada en la escena del cementerio y en la casa de Don Giovanni.
Muy bien las tres intérpretes femeninas comenzando por la Doña Elvira de la soprano rusa Vronika Dzhioeva, de voz fluida y bien proyectada. Laura Giordano hizo una Doña Ana de referencia en la nueva encarnación de una papel que le sienta de maravilla. Debutaba también su personaje Barbara Massaro, una Zerlina vivaz y simpática. El siempre puntual coro preparado por Vito Lombardi y la orquesta a las órdenes de Renato Balsadonna se unieron a la fiesta, que es de esperar mejore aún en representaciones posteriores.
CRÍTICAS RELACIONADAS