CRÍTICAS
NACIONAL
Verdi para despedir al primer festival Apròpera
Barcelona
Festival Apròpera
Concierto de VERDI
Retransmisión en 'streaming'
Arias y duetos de Macbeth, La Traviata, Don Carlo, Un ballo in maschera y Simon Boccanegra. Ximena Agurto, Carlos Cosías, Carlos Daza, Eric Halfvarson. Josep Buforn, piano. 30 de julio de 2020.
Con el fin del mes de julio llegó a término el recorrido veraniego del Festival Apròpera. Para el cierre de este ciclo de veladas operísticas online tomaron el relevo la soprano Ximena Agurto, el tenor Carlos Cosías, el barítono Carlos Daza y el bajo Eric Halfvarson, acompañados por el siempre fiel Josep Buforn al piano. Es difícil pensar en un nombre más adecuado que Giuseppe Verdi al que consagrar un concierto con un elenco de voces de estas características. La tarde palpitó esta vez con una selección de perlas del compositor italiano, maestro de todas las tesituras, sin duda, pero especialmente obsesionado con la sintonía dramatúrgica de los roles de soprano, tenor y barítono. Piénsese, por ejemplo y sin ir más lejos, en su famosa trilogía popular: La Traviata, Rigoletto e Il trovatore orbitan todas ellas alrededor de este triángulo vocal.
La velada no cayó sin embargo en el error de centrarse demasiado en el lugar común de la trilogia. Ofreció más bien un panorama general de la producción verdiana, condensado en una hora de viaje desde los años de galeras del compositor (Macbeth) hasta sus óperas de madurez (Simon Boccanegra, Don Carlo, Un ballo in maschera). La continua referencia a La Traviata, representante del período medio, sirvió de cómodo soporte a una serie de arias y duetos más periféricos, aunque sin duda conocidos por el amante de la ópera. Un Verdi acostumbrado, quizás, pero distinguido, presentado con todas las garantías aun y la inconveniencia evidente de un formato y una acústica inoportunos.
El concierto fue un homenaje a la tríada de roles mencionada anteriormente, sin duda, pero empezó con una interesante excepción. Fue efectivamente el bajo Eric Halfvarson el encargado de abrir el recital, con una sentida interpretación del aria “Studia il passo”, momento climático del personaje de Banquo en la versión verdiana de la tragedia Macbeth, de William Shakespeare. Halfvarson demostró un robusto dominio del registro de bajo, que se despliega en este aria en toda su amplitud, y puso el listón muy alto por lo que hace a la presencia escénica. Cabe destacar, en esta como en cada pieza de las que sonaron, el excelente trabajo del pianista Josep Buforn, a quién es un placer ver emular la orquesta verdiana añadiendo a lo limitado del teclado una gestualidad acompañante siempre productiva e inspiradora. Siguió al aria de bajo un “Dite alla giovine” mucho más debido al belcanto, falto quizás de intención dramatúrgica por parte de los dos cantantes. La evidente calidad de las voces, que se entrelazan en uno de los duetos líricamente más interesantes de La Traviata, fue sin embargo una excelente carta de presentación para Agurto y Daza, que siguieron consagrándose a lo largo del concierto: ella, con un delicado y emotivo “Addio del passato”, y él superando sin dificultad la exigente prueba de fiato de la bellísima “O Carlo, ascolta”.
Protagonista, sensible y arrogante a la vez, también el tenor imaginado por Verdi tuvo su espacio en la velada conclusiva de Apròpera. Carlos Cosías asumió con valentía el aria de despedida de Un ballo in maschera, exhibiendo un timbre amplio y nada esclavo del vibrato, aunque puede que demasiado libre en el agudo. Fue un placer escucharlo en comunión con Carlos Daza en el dueto que cerró esta aventura verdiana, “Dio che nell’alma infondere”, punto culminante de la sentida amistad entre Don Carlos y Rodrigo. Los duetos que involucran dos registros vocales contiguos son una rareza en la ópera italiana del s. XIX, que prefería generalmente la combinación de voces más distantes entre si. Aquí, tenor y barítono se explican individualmente en una proximidad extraña; se funden, se discuten el ámbito vocal, se convierten en fin en una sola voz. Daza y Cosías cosieron sus timbres para culminar, con un Verdi algo más atípico, una velada dedicada sin complejos a sus grandes personajes
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