CRÍTICAS
NACIONAL
Verdi en su más pura esencia
Peralada
Festival Castell de Peralada
Giuseppe Verdi: NABUCCO
En versión de concierto
George Petean, Anna Pirozzi, Alexander Vinogradov, Silvia Tro Santafé, Mario Rojas, Simon Lim, Maribel Ortega, Fabián Lara. Coro y Orquesta titulares del Teatro Real. Dirección: Nicola Luisotti. 30 de julio de 2022.
Unos pocos compases de la obertura bastaron para confirmar que el Nabucco procedente del Teatro Real aterrizaba con fuerza arrolladora en el escenario de los jardines del Festival Castell de Peralada. El director Nicola Luisotti, con gesto amplio y elegante, impuso desde el primer momento una lectura electrizante, con tempi implacables y una terribilità de carácter marcadamente toscaniniano, firmando una versión contrastada en lo dramático y refinada en lo tímbrico. Para ello contó con una Orquesta Sinfónica de Madrid en plena forma, que se exhibió sabiéndose dominadora de una partitura que lleva interpretando en el escenario madrileño desde hace casi un mes. Esa familiaridad con la obra se tradujo, a nivel orquestal, en una absoluta cohesión de todas las secciones, con unas cuerdas que desplegaron un sonido cálido y pulposo en las amplias frases líricas así como absoluta precisión y nitidez en la ejecución de los pasajes más rítmicos y staccati. A destacar también intervenciones solistas magníficamente ejecutados, como la introducción de los violonchelos a la escena de Zaccaria en el segundo acto.
No le fue a la zaga el Coro Intermezzo, titular del Teatro Real, que rezumó calidad en todas y cada de sus intervenciones que, como es bien sabido, son absolutamente claves en una ópera que tiene como tema central la opresión de un pueblo, representado aquí por la masa coral. El «Va, pensiero!», aunque en esta ocasión no fue bisado, fue un dechado de sutileza en la expresivo y calidad en lo tímbrico, cualidades que se pueden aplicar a los grandes finales concertantes. En definitiva, orquesta y coro, comandados por Luisotti, fueron el engrasado motor de un Nabucco en versión concierto que, liberado de controversias escénicas, se desarrolló como una auténtica apisonadora operística, Verdi en su más pura esencia.
Pero, más allá de un director que sabe lo que se hace y unos cuerpos orquestal y coral de calidad, para hacer justicia a una ópera como Nabucco es necesario un cast de calidad extrema. Voces capaces de sortear las endiabladas dificultades técnicas de cada uno de los papeles e intérpretes que hagan creíbles unos caracteres complejos y de perfil un tanto acartonado en comparación con otras creaciones verdianas. También en este aspecto la función de Peralada rayó a extraordinario nivel empezando por un George Petean pletórico en lo vocal y especialmente inspirado en el fraseo. El barítono rumano era el único cantante que no había participado de las funciones previas en el Teatro Real, pero esa posterior incorporación no fue obstáculo para que triunfase por todo lo alto gracias a un Luisotti que lo supo guiar con mano firme. Poseedor de un instrumento siempre sólido y de bello color baritonal, fraseó con amplitud, dijo con claridad y otorgó profundidad psicológica al protagonista.
Anna Pirozzi le dio réplica con una Abigaille de muchos quilates vocales. La soprano italiana es de las pocas que, en la actualidad, puede abordar este diabólico personaje con el instrumento indicado, los recursos técnicos para afrontarlo y el instinto dramático para encarnarlo. La voz se proyectó como un rayo laser por los jardines del Castell de Peralada en todas las tesituras, superando los vertiginosos saltos interválicos y la coloratura con generosidad. En el gran dúo con Nabucco, pese a alguna tirantez en el registro agudo, Pirozzi y Petean hicieron saltar chispas gracias a una especial complicidad que se tradujo en un empaste vocal poco habitual.
Alexander Vinogradov completó el trío protagonista firmando un Zaccaria de gran altura. El bajo ruso no posee el timbre oscuro y el metal a menudo vinculado a este papel, con referencias como las de Cesare Siepi. Pero sí comparte con el mítico bajo italiano la nobleza en la emisión y el fraseo, elementos necesarios para brillar en uno de los roles de bajo más complejos de toda la literatura verdiana. Muy sólida vocal y dramáticamente la Fenena de Silvia Tro Santafé y toda una revelación el Gran Sacerdote de Simon Lim, sin duda un bajo a tener en cuenta que en Madrid ya alternó este rol con el de Zaccaria. Un tanto tímido al principio y con poco relieve el Ismaele de Mario Rojas, pese a un agradable timbre de tenor lírico. Maribel Ortega y Fabián Lara completaron un cast que funcionó a las mil maravillas, tanto a nivel individual como en conjunto en un Nabucco que llenó de electricidad la noche ampurdanesa.* Antoni COLOMER, crítico de ÓPERA ACTUAL
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