Valladolid: El fallido estreno del emperador

04 / 06 / 2019 - Agustín ACHÚCARRO - Tiempo de lectura: 3 minutos

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La ópera de Ígor Escudero no acabó de cumplir con las expectativas generadas por su estreno absoluto a pesar de contar con un reparto de buenas voces © OSCyL
La ópera de Ígor Escudero no acabó de cumplir con las expectativas generadas por su estreno absoluto a pesar de contar con un reparto de buenas voces © OSCyL

Centro Cultural Miguel Delibes

Ígor Escudero: YO CLAUDIO - CLAUDIO EL DIOS

Estreno absoluto

Julio Morales, William Wallace, Conchi Moyano, Miguel Ferrer, Patricia Castro, Andrés del Pino, Estíbaliz Martyn, Giorgio Celenza, Alfonso Baruque, Inés Olabarría, Nan Maro Babakhanian, Marco Muñoz, Giacomo Balla, Mauro Pedrero, Andrés Mundo, Marina Makhmoutova y Adelaida Galán. Dirección: José Luis López Antón. Dirección de escena: Marta Eguilior. Versión semiescenificada. 1 de junio de 2019.

Cuando se propone el estreno de una obra de envergadura y se da la circunstancia de que la sala en la que se va a producir está ocupada por otro espectáculo, lo que implica que no se ensaye en ella hasta última hora, se produce una situación que complica el resultado final. Especialmente llamativa resultó la situación de los coros, que no tuvieron el tiempo suficiente para realizar su trabajo con el resto de intérpretes, por lo que más allá de reseñar los previsibles desajustes y nombrarlos, –Coro Rossini de Bilbao, Vox Vitae, Primo Tempo y Scenica– parece de justicia dar por plausible su participación.

Es cuestionable hablar de una semiescenificación de la obra, ya que no se justifica por la existencia de una especie de senado escalonado, en el cual los cantantes esperaban para acudir a los atriles, y un vestuario y una iluminación con predominio de un color en cada parte; al igual que los numerosos asesinatos de cada uno de los personajes, que se redujeron a que la Parca les enseñara la salida. Hubo también en lo escénico una sensación de actuar sobre la marcha, de que se hubieran necesitado más tiempo y medios.

El compositor Ígor Escudero plantea en Yo, Claudio y Claudio el dios, basado en las novelas de Robert Graves, una ópera dividida en tres partes, en la que cada una de ellas gira en torno a los personajes de Livia, Calígula y Claudio. A primera vista se puede apuntar una tensión, que no cesa, y la existencia de momentos épicos. Pero tras esa primera impresión, la reiteración sistemática de determinados procedimientos, hizo que se desvaneciera el carácter sorpresivo y se convirtiera en algo previsible. La orquestación se planteaba al servicio de la trama; a veces la avanzaba, otras las subrayaba o las describía. El intento de dar una personalidad diferente a cada papel con una música modal quedó diluido ante la preponderancia tonal otorgada a la orquestación. Además, la el conjunto instrumental nunca se enfrenta a las voces, dialoga o les replica, sino que es más bien una banda sonora que viene a apoyarlas o a hacer alguna descripción.

© OSCyL

La versión semiescenificada redujo el impacto de la ópera de Escudero en su estreno

Se pueden encontrar efectos interesantes en dúos como el de Augusto y Livia, o el de ésta y Claudio, aunque siempre desde una perspectiva epidérmica. Es complicado creerse momentos bucólicos como cuando Calígula hace referencia a Claudio, o creerse el arrepentimiento de Mesalina, con una melodía de manual. De las tres partes o actos el segundo fue el más confuso, quizá porque falló en demasía la concertación. Hay que valorar el esfuerzo del director musical, José Luis López Antón, que al frente de la Sinfónica de Castilla y León luchó por mantener en pie una partitura nada fácil.

De entre los cantantes cabe reseñar la interpretación de Conchi Moyano en la piel de Livia, de voz ancha y poderosa, aunque quizás algo exagerada por momentos, así como el Calígula mayor en la voz de Andrés del Pino, que expresó bien su carácter desequilibrado. También el joven Claudio interpretado por Miguel Ferrer, de timbre penetrante, y el Claudio mayor de William Wallace, este último en particular por la asimilación del personaje. El resto del elenco se caracterizó por su irregularidad. Las voces interpretaron pasajes declamados ritmados uniformemente y exentos de variedad dinámica y coloración.

Una primera audición que dejó la sensación de estar ante una música predecible, con un libreto que, al menos en esta versión, dejaba sin resolver algunas situaciones.