Valencia: Una extraordinaria pareja para el bel canto

08 / 07 / 2019 - César RUS - Tiempo de lectura: 4 minutos

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Esta 'Lucia' valenciana contó con las extraordinarias interpretaciones de Jessica Pratt, Yijie Shi, Alexander Vinogradov y Xabier Anduaga © Les Arts / Miguel LORENZO Y Mikel PONCE
Esta 'Lucia' valenciana contó con las extraordinarias interpretaciones de Jessica Pratt, Yijie Shi, Alexander Vinogradov y Xabier Anduaga © Les Arts / Miguel LORENZO Y Mikel PONCE
Esta 'Lucia' valenciana contó con las extraordinarias interpretaciones de Jessica Pratt, Yijie Shi, Alexander Vinogradov y Xabier Anduaga © Les Arts / Miguel LORENZO Y Mikel PONCE
Esta 'Lucia' valenciana contó con las extraordinarias interpretaciones de Jessica Pratt, Yijie Shi, Alexander Vinogradov y Xabier Anduaga © Les Arts / Miguel LORENZO Y Mikel PONCE
Esta 'Lucia' valenciana contó con las extraordinarias interpretaciones de Jessica Pratt, Yijie Shi, Alexander Vinogradov y Xabier Anduaga © Les Arts / Miguel LORENZO Y Mikel PONCE

Palau de Les Arts

Donizetti: LUCIA DI LAMMERMOOR

Jessica Pratt, Yijie Shi, Alessandro Luongo, Alexander Vinogradov, Xabier Anduaga. Dirección: Roberto Abbado. Dirección de escena: Jean-Louis Grinda. 22 de junio de 2019.

Con esta Lucia di Lammermoor se cerró la temporada del Palau de Les Arts. Conviene recordar que este ha sido un curso muy particular, organizado por el equipo del teatro en ausencia de director artístico después de la dimisión de Davide Livermore en 2017; si se atiende a esas circunstancias, lo cierto es que el resultado no ha sido nada desdeñable, pues la calidad media de las producciones ha sido bastante alta, y esta Lucia es un buen ejemplo.

El éxito estuvo fundamentado en una pareja protagonista extraordinaria. Jessica Pratt demostró un estado vocal de gracia con el que afrontó el comprometido papel. Destacó la facilidad para el agudo –dio todas la notas que la tradición pide– y la coloratura; su control de fiato le permite todo tipo de juegos dinámicos y articular un exquisito canto en legato. Como peculiaridad técnica, hay que subrayar la manera de cubrir con la que consigue depurados efectos tímbricos. Por cierto, la escena de la locura se interpretó con armónica de cristal.

No se quedó atrás su compañero Yijie Shi con un Edgardo de primerísima categoría; su voz de lírico puro, con un brillante metal de tintes heroicos, resulta muy idónea para el rol; por otra parte, su canto en la máscara, en la más pura tradición italiana, fue estilísticamente perfecto, pues le permitió afrontar las partes más agudas del papel con comodidad, pero también las más delicadas con un legato impecable. Un buen ejemplo fue su escena final desde el recitativo, hasta el “O bell’alma innamorata”, donde conforme avanzaba la progresión, más brillaba su voz. También hay que subrayar la excelente pronunciación y fraseo. Ya quisieran muchos italianos…

Alessandro Luongo fue, simplemente, una elección equivocada para el papel de Enrico. No hubo en su actuación ni una sola virtud. Su canto fue irregular, con ataques sucios, sin apoyo, con un vibrato nada atractivo y una voz sin gracia tímbrica. Poco más se puede decir. Mucho mejor resultó ser el Raimondo de Alexander Vinogradov; el bajo optó por impresionar con sus importantes medios vocales y, sin duda, lo logró. En cualquier caso, hay que decir que no fue la suya la interpretación ni más delicada, ni estilísticamente más belcantista. Xabier Anduaga como Arturo deleitó por la belleza solar de su timbre de tenor.

Con esta ópera se cierra la titularidad de Roberto Abbado quien, tras la dimisión de Fabio Biondi, quedó como único responsable al frente de la Orquestra de la Comunitat. Sin duda este ha sido su año, pues ha dirigido tres títulos, siempre con un éxito incontestable. Se puede decir, por ello, que de los sucesores de Maazel en el cargo (junto con Wellber y Biondi), él es el único que ha salido aplaudido por la audiencia. Además, ha contribuido al crecimiento de la orquesta que ahora tiene una mayor flexibilidad y capacidad dinámica. En cuanto a su actuación en esta ópera, destacó el sentido romántico que consiguió de la partitura.

La dirección escénica estuvo firmada por Jean-Louis Grinda con una versión de gran belleza estética. La sitúa en Escocia, pero no en el siglo XVII sino a principios del XIX, es decir, la época en la que se escribió la obra. Destaca el sentido pictórico de algunas escenas, presentadas como cuadros que recordaban a Friedrich. Solo la escena de la locura, con Lucia armada con una lanza y la aparición de una roca en el salón resultaba un tanto extraña. Parecía por momentos que Lucia se iba transformando en Brünnhilde.