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Una ‘Tetralogía’ avasalladora
Dresde
Semperoper Dresde
Wagner: TETRALOGÍA
Andreas Schager, Georg Zeppenfeld, John Lundgren, Ricarda Merbeth, Jürgen Sacher, Lawson Anderson, Waltraud Meier, Markus Marquardt, Christa Mayer y otros. Dirección musical: Christian Thielemann. Dirección de escena: Willy Decker. 28, 29, 31 de enero y 1 de febrero de 2023.
Se trataba del primer ciclo de la Teatrología wagneriana programado en varias oleadas en la Semperoper en seis días, con dos de pausa entre los dos títulos más onerosos, Siegfried y Der Götterdammerung, contando con Christian Thielemann a la cabeza de la Sächsische Staatskapelle y de un valiente y valioso reparto. Poco hay que decir de la parte escénica, pues se trata de la conocida producción de Willy Decker, con puesta en escena y vestuario de Wolfgang Gussmann y con la dramaturgia de Klaus Bertisch (por si no fuera suficiente la de Wagner). La propuesta tiene más de 20 años desde cuando nació en Dresde y luego pasó al Teatro Real de Madrid a partir de 2002 y hoy parece más ajada y superada, casi sin sentido, y no solo por la obviedad de las soluciones escénicas, que rayan en lo grotesco. Un ejemplo más de la globalización de una fórmula que se puede aplicar a cualquier título y que, en realidad, es un cómodo atajo a la falta de ideas. Sin embargo, un mérito hay que reconocerle a Decker, y es que las escenas se suceden sin interrupciones y se aprovecha una producción de la casa sin enfrentarse a otros gastos. Ya es algo.
Pero la vertiente musical de todo el ciclo ha sido sencillamente avasalladora. Personalmente, nunca había tenido la ocasión de escuchar una Tetralogía, y un Wagner en general, de tal suprema, insuperable calidad. Christian Thielemann se reveló como un auténtico mago por cómo acierta tempi, dinámicas, colores e intensidad expresiva en una ola musical que envuelve, arrolla y conmueve, con una lectura que hasta en las pausas, en la trasparencia de los pianísimos, en la luz del forte y fortissimo, nunca se pierde la tensión, el control y la homogeneidad de un sonido limpio y brillante. Lo que logra es que la orquesta y los intérpretes canten, detalle que en Wagner a menudo es superado por el estruendo orquestal y por gritos desaforados. Thielemann contaba, además, con la orquesta más adecuada para Wagner y Strauss, la Staatskapelle, protagonista absoluta. Verdad es que ha sido un trabajo largo y meditado (un mes de ensayos), consiguiendo pulcritud de las arpas (cuatro en El oro del Rin), exactitud del metal, suavidad aterciopelada de los arcos y una perfecta integración, desde la percusión a los fiati. Una auténtica gozada que el público que abarrotaba el teatro, donde no cabía un alfiler, celebró con vítores.
Éxito personal también para todo el equipo de cantantes, especialmente para el tenor austriaco Andreas Schager, Siegmund y luego Siegfried, que se confirma como el Heldentenor wagneriano por excelencia por su voz de bello timbre, colocada perfectamente, con squillo y un metal que le consiente un centro baritonal: un intérprete magnífico. La soprano de Chemnitz Ricarda Merbeth es conocida y apreciada interpreté de Brünhilde, si bien su entrada en La Valquiria pareció un poco en sordina, pero se fue recuperando con creces a lo largo de las tres funciones que la han visto implicada, garantizando una buena firmeza vocal tanto en la parte musical, siempre expresiva, confirmándose como una gran artista. No está de más señalar la hazaña físico-vocal que representó para ambos sostener las tres óperas una tras otra, casi sin poder descansar entre una función y la siguiente.
El reparto de las cuatro obras es muy extenso y con decir que todos han estado excelentes ya se aclara el panorama. Cabe destacar al Wotan del barítono John Lundgren, cuya autoridad escénica e interpretativa compensa cierto cansancio vocal; al debutante Alberich del óptimo barítono Markus Marquardt; el Falsot del excelente bajo Georg Zeppenfeld, que luego daría voz a un impresionante Hunding; el Fafner del bajo Karl-Heinz Lehener; el Mime muy bien caracterizado del tenor Jürgen Sacher; el poderoso Donner de Lawson Anderson; la Frika de Christa Mayer y a la Erda de Michal Doron que luego interpretaría la primera Norna, ambas notables, sin olvidar al imponente Hagen del bajo danés Stephen Milling, al Gunter y la Gutrune de Adrian Erod y Anna Glaber. Realmente encantadora resultó la Sieglinde de la soprano inglesa Allison Oakes, debutando el papel con voz de exquisita liricidad.
Una mención especial merece la veterana Waltraud Meier, Waltraute en El ocaso de los dioses. Constituyó el broche de oro de unas funciones absolutamente memorables. * Andrea MERLI, crítico de ÓPERA ACTUAL
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