Peralada: El soldado antibelicista de La Fura

22 / 07 / 2019 - Fernando SANS RIVIÈRE - Tiempo de lectura: 3 min

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El actor belga Sébastien Dutrieux en 'Historia de un soldado' © Festival de Peralada / Miquel GONZÁLEZ
Una de las escenas de la dura producción de Àlex Ollé de 'Historia de un soldado' © Festival de Peralada / Miquel GONZÁLEZ

Festival Castell de Peralada

Stravinsky: HISTORIA DE UN SOLDADO

Estreno en España de la producción de Àlex Ollé

Sébastien Dutrieux (Actor). Figurantes: Jean-Philippe Bigorre, Rémy Blasquez, Jean-Luc Burfin, Pierre Desmaret, Caroline Michel y Monique Milliot. Orquesta Sinfónica Camera Musicae. Espacio sonoro: Josep Sanou. Director de escena: Àlex Ollé. Auditorio Parc del Castell. 19 de julio de 2019.

“La guerra es dura” comentaba el propio Àlex Ollé en Peralada tras el estreno en España de su coproducción escénica de Historia de un soldado de Stravinsky con la Ópera Nacional de Lyon, la Opéra de Lausanne y la Opéra de Montpellier. “He llenado varios de estos teatros y el resultado ha sido muy bueno pero el público sale algo perturbado por la fuerza y la temática de la obra; no todo es alegría”. El espectáculo, basado en la edición de 1987 de la obra musical de Stravinsky, con textos de Ferdinand Ramuz y de algo más de media hora de duración, se convierte en una obra de casi una hora con un gran trabajo teatral basado en textos de Jean Cocteau y Paul Valéry, además de fragmentos de una carta de despedida, antes de su suicidio en 2013, del soldado de la guerra de Irak Daniel Somers, que no pudo superar el estrés postraumático.

En esta propuesta el soldado está desdoblado en dos: uno permanece en el hospital en coma, al igual que el protagonista de la película de Dalton  Trumbo Johnny cogió su fusil (1971), y el otro es quien vuelve de la guerra y vende su alma -el violín- al demonio a cambio de un libro mágico que le hará rico. El actor belga Sébastien Dutrieux asume los papeles de narrador y soldado, mientras que su doble hospitalizado y el demonio se traducen en voces que surgen amplificadas desde el interior del escenario. La actuación del actor resulta realmente impactante por su eficacia al presentarse como un hombre atormentado y desequilibrado por la guerra y también por la propia acción de la obra al haber vendido su alma al diablo. Una actuación sustentada perfectamente gracias a una escenografía muy minimalista, una sala de un hospital que acoge duras escenas de guerra y torturas proyectadas en la pared de baldosas hospitalarias que cubren el fondo del escenario.

© Festival de Peralada / Miquel GONZÁLEZ

Las imágenes proyectadas dieron mayor dimensión a la propuesta escénica de Àlex Ollé

Todo ello en un espectáculo duro, con unos textos de interés, principalmente el satírico y poético de Ramuz en la lengua de Molière que el actor belga desgranó con excelencia y que casa muy bien con el espíritu de esta obra de cámara creada por Stravinsky para un teatro ambulante, de marcada influencia del jazz y de pegadizos ritmos de baile como el vals o el ragtime. Una partitura que fue interpretada con gran eficiencia por músicos de la Orquesta Sinfónica Camera Musicae y especialmente por el joven violinista Bernat Bofarull que contrasta con el peso y la dureza de la dirección de escena, las imágenes de guerra y tortura y los silencios que se ven dulcificados por los fragmentos musicales de la genial partitura. La obra acaba siendo una potente crítica a las guerras que dejó un fuerte impacto en el público del Festival por su fuerza dramática.