Una 'Norma' entre el carácter y el bel canto

A Coruña

27 / 09 / 2022 - José Luis JIMÉNEZ - Tiempo de lectura: 4 min

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norma-acoruña-operaactual (2) Moisés Marín (Pollione) y Aya Wakizono (Adalgisa) © Amigos de la Ópera de A Coruña / Alfonso REGO
norma-acoruña-operaactual (2) Los saludos finales de 'Norma' en A Coruña © Amigos de la Ópera de A Coruña / Alfonso REGO
norma-acoruña-operaactual (2) Aya Wakizono (Adalgisa) y Veronika Dzhioeva (Norma) © Amigos de la Ópera de A Coruña / Alfonso REGO

Amigos de la Ópera de A Coruña

Bellini: NORMA

Veronika Dzhioeva, Moisés Marín, Aya Wakizono, Rubén Amoretti, Lis Teuntor, Francisco Pardo. Orquesta Sinfónica de Galicia. Coro Gaos. Dirección musical: José Miguel Pérez-Sierra. Dirección de escena: Emilio López. Teatro Colón, 24 de septiembre de 2022.

Hay en la figura de Norma enormes posibilidades de interpretación, como se ha visto y escuchado en la historia de la ópera durante el último siglo. Distintas vocalidades se han aproximado a su encarnación, que van desde extremos tan dispares como Callas o Caballé, y más recientemente, desde Mariella Devia hasta Maria Guleghina, precisamente la última soprano que se vistió de la sacerdotisa en las temporadas coruñeses, allá por 2006. Un personaje de carácter para una dramática de agilidad, o uno más vulnerable desde una óptica puramente belcantista. Y en el amplio espacio intermedio, una infinita gama de grises.

En A Coruña estaba prevista una soprano protagonista de esta segunda categoría, pero una cancelación de última hora llevó a recurrir a una de las de la primera: Veronika Dzhioeva se mostró como una intérprete, básicamente, con mucho oficio. El timbre es bello, la voz corre por el teatro con suficiencia asentado sobre un centro y un primer agudo poderosos. Sabe decir y otorgó a su Norma una impronta matronil, de carácter, coloreando frases con medias voces y piani. La soprano rusa se encontró más cómoda en las largas frases bellinianas que en las ágiles coloraturas, como las de sus dos dúos con Adalgisa. Ahí entró en juego la inteligencia, la experiencia de quien conoce sus fortalezas y debilidades, para sacar adelante un rol que no se adecúa exactamente a sus condiciones.

"Moisés Marín cuajó un muy interesante Pollione, de estilo plenamente belcantista, en contraposición a la Norma de Dzhioeva, de vertiente más dramática"

Moisés Marín, por su parte, cuajó un muy interesante Pollione, de estilo plenamente belcantista, en contraposición a la Norma de Dzhioeva, de vertiente más dramática. El tenor granadino dotó a su personaje de un fraseo vigoroso y detallista, con un centro sólido, sobreagudos valientes y timbrados y un cuidado del estilo que es de agradecer: variaciones en la cabaletta de entrada, imaginación en el canto y pequeñas píldoras con el que mostrar el dominio de su instrumento. La voz puede no ser especialmente caudalosa, pero es suficiente para este repertorio. Quede como debe una mayor seguridad en los agudos al final del pasaje de la voz. Pero sin duda fue una de las notas más positivas de la noche.

La Adalgisa de Aya Wazikono –de nuevo, una artista de último minuto por la cancelación de la mezzo inicialmente prevista– también aportó aspectos muy positivos. La juventud de su cálido timbre fue el contraste idóneo para la madura Dzhioeva, ideal para ese duelo generacional de amantes de Pollione. Buen gusto en su canto, con medias voces y estilo belcantista acreditado, aunque la dicción es muy mejorable. Discreto el Oroveso de Rubén Amoretti, de presencia limitada y debilidad en los agudos. En el comprimariado, solvente el Flavio de Francisco Pardo, y deficiente la Clotilde de Lis Teuntor. Al Coro Gaos se le escuchó bastante mejor que en otras citas de esta temporada.

Desde el podio, José Miguel Pérez-Sierra demostró que sigue afiliado a direcciones muy correctas, cuidando a los cantantes y obteniendo pinceladas de auténtica calidad, como el contraste de tempi en el arranque de la sinfonía. También impuso buen pulso al frente de una Sinfónica de Galicia en su óptimo nivel habitual.

La producción de Emilio López fue funcional, sin más. Druidas, romanos y sacerdotisas vestidos como tal, un elemento central que tanto valía de altar como de dormitorio y vídeo-proyecciones variadas como fondo. Lo mínimo imprescindible para que la representación salga adelante sin llamar la atención.  * José Luis JIMÉNEZ, corresponsal en A Coruña de ÓPERA ACTUAL