Una lúcida versión de 'Le nozze' más plurales

Santander

13 / 08 / 2022 - Agustín ACHÚCARRO - Tiempo de lectura: 3 min

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lenozze-operaactual-santander (1) Una escena de la versión de concierto dramatizada de 'Le nozze di Figaro' en Santander © Festival de Santander / Pedro PUENTE
lenozze-operaactual-santander (1) Una escena de la versión de concierto dramatizada de 'Le nozze di Figaro' en Santander © Festival de Santander / Pedro PUENTE
lenozze-operaactual-santander (1) Una escena de la versión de concierto dramatizada de 'Le nozze di Figaro' en Santander © Festival de Santander / Pedro PUENTE

Festival de Santander

Mozart: LE NOZZE DI FIGARO

Versión semi-escenificada

Robert Gleadow, Arianna Venditelli, Thomas Dolié, Iulia Maria Dan, Miriam Albano, Norman Patzke, Chiara Skerath, Manon Lamaison y Paco García. Dirección musical: Marc Minkowski. Movimiento escénico: Romain Gilbert. 6 de agosto de 2022.

Marc Minkowski consiguió que todo funcionara como una maquinaria perfecta, en la que los cantantes y la orquesta formaban un todo al servicio de la música. Los resultados fueron evidentes, en la claridad con la que se desarrollaban Las Bodas de Fígaro, de una forma en la que el ritmo y la acentuación, por pequeña que fuera, adquirían una importancia vital. Todo estaba calculado y al mismo tiempo parecía espontáneo, plagado de vida. La orquesta de Les Musiciens du Louvre –al margen de la sonoridad que les confiere el ser una formación especialista en tocar con instrumentos antiguos– se convirtieron en ese motor capaz de llevar y favorecer la labor de las voces, en un fluir chispeante y divertido. Mientras, Minkowski era el relojero que marcaba los acentos, los contratiempos, la variedad de colores, la desenvoltura en los recitativos, la seriedad o comicidad de las arias, así dúos, tríos y concertantes, desarrollándose en un escenario aparentemente improvisado y lleno de vitalidad. Epítome de lo dicho fue el dinamismo con el que se llevaron las sucesivas entradas de personajes hasta llegar al septeto, que cierra el acto primero.

El movimiento escénico de Robert Gilbert, ante una versión en concierto dramatizado, hizo que aún diera sensación de mayor ritmo el desarrollo de la ópera, con los intérpretes moviéndose con mucha soltura por el escenario y el foso. En lo que se refiere a los cantantes, uno a uno destacaron por su oficio y la caracterización de sus personajes, más allá de que sus prestaciones canoras no siempre fueran las ideales. Así pues, Arianna Venditelli fue una de las que puso mayor equilibrio entre la calidad canora y sus capacidades actorales. Ella encarnó a una Susana de timbre esmaltado, capaz de exhibir una gama notable de matices, de los más cómicos, siempre de manera jovial, a los más serios. La Condesa de Iulia Maria Dan se distinguió por resultar algo distante en los momentos en que debía ejercer de contrapunto al resto. Mostró complicidad con personajes como los de Susana o Cherubino y supo jugar a la ambivalencia en su relación con el Conde. En el aria “Dove sono”, asentó su canto en una cuidadosa línea melódica, de medias voces, bien apoyada en las maderas y los acordes de la cuerda, con un dominio de la declamación en el allegro.

"Arianna Venditelli encarnó a una Susana de timbre esmaltado, capaz de exhibir una gama notable de matices, de los más cómicos, siempre de manera jovial, a los más serios"

Robert Gleadow se volcó en la caracterización de Fígaro, de voz más proclive al registro medio-grave, mientras que no acabó de dar todo lo que el personaje necesitaba, algo que se notó desde su “Se vuol ballare, signor contino”, con un agudo escaso, aunque resuelto hábilmente en un piano. El Conde, encarnado por Thomas Dolié, adoleció de una voz de mayor presencia cuando debía salir a relucir todo su orgullo como en “Ha già vinta la causa!”, desenvolviéndose mucho mejor en los pasajes de conjunto y en escenas de confusión, como la del enredo que se produce en el gabinete de la Condesa. Cherubino estuvo interpretado por Chiara Skerath con una manera muy inteligente de abordar el personaje, con no poca sutileza, como demostró en el melancólico “Voi, che sapete”.

El resto, con Norman Patzke, Bartolo y Antonio, Miriam Albano, que interpretó con soltura la complicada aria de Marcellina “El capro e la capreta”, Manon Lamaison, Barbarina, Paco García, Basilio y Curzio, estuvieron en la línea citada, al servicio del conjunto. El coro lo asumieron parte de los cantantes.

La actuación estuvo dedicada a la figura de Teresa Berganza y se conmemoraron los 120 años de El Diario Montañés* Agustín ACHÚCARRO, crítico de ÓPERA ACTUAL