CRÍTICAS
NACIONAL
Joyas rossinianas en el Concierto de ABAO
Bilbao
ABAO Bilbao Opera
Rossini: GIOVANNA D'ARCO / STABAT MATER
El Concierto de ABAO
Angela Meade, soprano. Chiara Amarú, mezzosoprano. Paolo Fanale, tenor. Simón Orfila, bajo. Orquesta Sinfónica Verum. Coro de la Ópera de Bilbao. Dirección: Nicola Luissoti, Teatro Arriaga, 6 de abril de 2022.
Este espléndido concierto de ABAO Bilbao Opera encandiló a un público entusiasmado que, lamentablemente, no llegó a cubrir el aforo (ni seguramente las previsiones de taquilla), en el que se ofrecían dos obras de lo más rossiniano de Rossini: la cantata Giovanna d’Arco y el Stabat Mater, ambas de su período llamado silencioso. Giovanna d’Arco fue originalmente escrita para voz y piano, aunque aquí se escuchó con una adaptación orquestal de Salvatore Schiarrino, como bien informa el modélico programa de mano. Se apreció una adecuada estructuración de la masa orquestal y una tímbrica similares a la original rossiniana de la plantilla del Stabat Mater, recordando lo que algún musicólogo ha dicho de Rossini, que para nada fue el último de la serie de clásicos, sino más bien el primer enclave de una modernización musical que llega a su zenit en Beethoven.
El Stabat Mater es una obra masiva, larga, con más de una dificultad para los intérpretes. Entre ellos, y en plena forma, el Coro de la Ópera de Bilbao se vio alcanzando, bajo la certera preparación de Boris Dujin, cotas sobresalientes, espléndidamente cohesionado con voces limpias, firmes pero bien moduladas y con pianissimi logrados a la perfección; la joven Orquesta Verum, formada en 2007 y que ya ha sido escuchada en diversas ocasiones en esta ciudad, aportó seguridad, exactitud y buen sonido, elementos propios de un conjunto de gran raigambre. Fue llevada con detallismo y total control por Nicola Luisotti, igualmente atento a la dirección del coro y al soporte de los solistas.
Se contó con cuatro voces de talla, las que se requieren para un cometido comprometido en el Stabat Mater: la mezzo Chiara Amarù, debutante en ABAO, que gustó por su timbre cálido y su línea musical; considerable también su proyección, pero se resintió en las notas más graves, en las que su voz no tuvo fuerza para vencer las dificultades que Rossini pone, tan a menudo, precisamente en ese registro. El tenor Paolo Fanale, aún sin destacar especialmente, resolvió su cometido con seguridad y solvencia.
Distinto fue el caso de Simón Orfila, que cuajó una de las mejores actuaciones que por aquí se le han oído, con la voz clara y equilibrada, la emisión soberbia, flexible, y sin dejar matiz que señalar, logrando que su timbre corriera por encima de orquesta y coro, y este último además cantando en su propia tesitura; la suya fue una brillante actuación. La extraordinaria soprano norteamericana Angela Meade fue la solista de ambas obras y ya desde las primeras notas lució su preciosa y limpia voz, su expresividad y la facilidad para la coloratura en un alarde de buen cantar, solo debilitado en algunos momentos de la zona más grave de su tesitura. En la cantata, arropada en el acompañamiento orquestal que brinda una nueva dimensión a la obra, Meade se escuchó resplandeciente y nítidamente por encima de la masa orquestal; lo mismo puede decirse de su interpretación en el Stabat Mater, apareciendo como una joya de voz al servicio de una gran música. * José Miguel BALZOLA, corresponsal en Bilbao de ÓPERA ACTUAL
CRÍTICAS RELACIONADAS