Un 'Wozzeck' sin humanidad

Nueva York

21 / 01 / 2020 - Eduardo BRANDENBURGER - Tiempo de lectura: 3 min

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Una imagen de la extravagante producción de William Kentridge © Met Opera / Paola KUDACKI
Peter Mattei supo captar la psicología de su complejo personaje © Met Opera / Paola KUDACKI
Gerhard Siegel como Capitán, junto a Peter Mattei y Christian Van Horn como Doctor © Met Opera / Paola KUDACKI

The Metropolitan Opera House

Berg: WOZZECK

Nueva producción

Peter Mattei, Elza van den Heever, Gerhard Siegel, Christopher Ventris, Christian Van Horn, Andrew Staples, Tamara Mumford y otros. Direccion: Yannick Nézet-Séguin. Dirección de escena: William Kentridge. 19 de enerode 2020.

Tras dos grandiosos éxitos con sus extrovertidas producciones de La Nariz y Lulu era de esperar que en esta nueva producción William Kentridge hubiera mantenido el altísimo grado de intuición visual que lo ha caracterizado y, si bien esta idealización es otra joya dentro de su completa obra expresionista alemana, en lo práctico terminó por agobiar la trama y ahogar a los solistas en una montaña de acumulamiento de recursos multimedia.

"Peter Mattei demostró una vez más ser uno de los barítonos actores más completos de la actualidad"

Los excesivos decorados de Sabine Theunissen trasladaban la obra a la época de la Primera Guerra Mundial complementados por proyecciones de mapas con movimientos de tropas sin llegar a establecerse si se trataba de las terribles premoniciones del personaje titular o de su neurótica memoria ante el conflicto bélico. La mayoría de los personajes llevan muletas y usan máscaras de gas y vendajes complementando las caracterizaciones creadas por los vestuarios diseñados por Greta Goiris. El efecto realzado por la creativa iluminación de Urs Schonebaum de los más momentos teatralmente más eficaces apoyando los vídeos de Catherine Meyburgh subrayaron momentos como la escena del baile en el bar.

Peter Mattei demostró una vez más ser uno de los barítonos-actores más completos de la actualidad y, no obstante un histrionismo natural y una vocalización de primera, el impacto de la psicología de Wozzeck y su decadencia mental se esfumó en medio de la extravagante producción. Asimismo, Elza van den Heever, el único personaje vestido totalmente de rojo, debió haber sido una Marie ideal, aunque la parte central de su poderoso timbre de soprano no tuvo la presencia esperada porque sus dos escenas principales resultaron saboteadas por el regista al reemplazar al hijo de la pareja protagonista por un muñeco totalmente increíble.

Gerhard Siegel resultó muy convincente como un caricaturesco Capitán, así como también lo fue el Doctor de Christina Van Horn. Christopher Ventris no demostró poseer los atributos físicos y eróticos del Tambor Mayor y a Andrew Staples le faltó proyección a su atractiva voz de tenor en el papel de Andrés. Tamara Mumford hizo lo que pudo con el prácticamente invisibilizado rol de Margret y los aprendices estuvieron muy bien representados por Richard Bernstein y Miles Mykkanen. Dirigiendo la obra por primera vez con la compañía, Yannick Nézet-Séguin sostuvo un alto nivel técnico y control de la complicada partitura con momentos musicales limpios y preciosos, pero careciendo de la fluidez melancólica esencial de esta obra maestra que en este montaje se presenta sin interrupciones y que fue recibida con aplausos entusiastas por un público puesto en pie al final de la función.