Un 'Trovatore' innovador

Jerez de La Frontera

27 / 01 / 2021 - Nicolás MONTOYA - Tiempo de lectura: 2 min

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Trovatore Villamarta Maria Katzarava y Andeka Gorratxategi © Teatro Villamarta / Javier FERGO
Trovatore Villamarta Maria Katzarava como Leonora © Teatro Villamarta / Javier FERGO
Trovatore Villamarta El triángulo verdiano defendido por Andeka Gorratxategi, Luis Cansino y Maria Katzarava © Teatro Villamarta / Javier FERGO
Trovatore Villamarta El 'racconto' de Azucena en la producción de Marta Eguilior de 'Il Trovatore' durante su estreno en el Villamarta de Jerez © Teatro Villamarta / Javier FERGO
Trovatore Villamarta Una escena del 'Trovatore' según la directora de escena Marta Eguilior © Teatro Villamarta / Javier FERGO
Trovatore Villamarta En el centro, María Luisa Corbacho como Azucena en la escena final © Teatro Villamarta / Javier FERGO

Teatro Villamarta

Verdi: IL TROVATORE

Nueva producción

Maria Katzarava, María Luisa Corbacho, Andeka Gorratxategi, Luis Cansino, Patricia Calvache, Javier Castañeda, Fran García. Dirección: José M. Moreno. Dirección de escena: Marta Eguilior. 24 de enero de 2021.

En tiempos de plagas el amor por la lírica retrotrae a los tiempos en los que la vida era complicada y el destino estaba escrito en el fuego que alumbraba cárceles, dormitorios y campamentos. Esos son los cimientos de esta apuesta del Villamarta que presentó un espectáculo que unificaba todos los sentidos apoyándose en un compositor como Verdi, un libreto como el de Il Trovatore y una historia llena de fuerza desgarradora. La directora escénica, Marta Eguilior, de la que se va a hablar mucho y bien, condensó con sabiduría la estructura clásica y la revolución de las nuevas tecnologías.

"Los solistas demostraron un fraseo muy correcto, timbres muy atractivos, tesituras adecuadas a los personajes y fineza a la hora de atacar las notas"

Los figurines de Jesús Ruiz una vez más llegaron para crear tendencia. La Orquesta Filarmónica de Málaga y su director musical, José María Moreno, ayudaron a mover los hilos que Verdi tejió para renovar los códigos de la lírica italiana del momento. El conflicto teatral planteado en este Trovatore se enriquece con el desgarro, la soledad de los personajes, la pasión y el amor en todas sus acepciones: el heroico, el romántico y el maternal. Y aunque la historia del trovador, la gitana, y los demás personajes es archiconocida, desde el preludio el bel canto verdiano convenció en esta propuesta. Atractivo. Metafórico. Unos personajes diminutos ante la fuerza del destino. El fuego como nexo emocional de las notas musicales que inundaban las gasas de proscenio, los telones intermedios y las pausas técnicas. Pasión, que se subrayaba desde la regia con docenas de cambios de escenografía con maquinaria, proyecciones para los cicloramas y un trabajo técnico imponente. Fuego que daba carácter a los grandes momentos en la estructura dramática y musical de los conflictos presentados: el coro de los gitanos, el miserere, los dúos y los tríos.

Los solistas demostraron tener un fraseo muy correcto, timbres muy atractivos, tesituras adecuadas a los personajes y fineza a la hora de atacar las notas. A destacar, la Leonora impresionante de Maria Katzarava, con una fuerza espiratoria tal que, sin abombar en ningún momento las notas que acompañan su personaje, llegó para sentar cátedra desde su aria de salida del primer acto hasta la más conocida y sublime del cuarto. Una mezzo, María Luisa Corbacho, y un tenor, Andeka Gorratxategi, en tonalidades sostenidas bien conseguidas y a un mismo nivel de importancia lírica. La línea del tenor consiguió afianzarse en lo limpio y sonoro de la garganta subiendo a los agudos sin problemas de respuesta torácica. Por su parte, Luis Cansino, un barítono experimentado, realizó una vez más una aportación más que digna.

Los demás solistas acompañaron a un gran nivel. El Coro del Villamarta, en un momento de renovación de voces, superó con éxito los vitales momentos en los que interviene y la sorpresa de un cuerpo de baile revolucionó la escena con una danza urbana intensa y endiablada. Toda esta amalgama de pasión se ve apoyada en todo momento por una batuta, la de Moreno, que también está dando que hablar, dirigiendo con maestría una orquesta entregada, ayudando en todo momento a los solistas, respetando la partitura en cuanto a las intensidades de cuerdas y maderas y dando especial notoriedad a metales y percusión, con variaciones en las arias de los solistas, con excelente concertación en el Miserere interno y la escena final de una Katzarava imponente y en los famosos concertantes que, en esta ocasión, tuvieron una ejecución limpia y conjuntada con la orquesta.