CRÍTICAS
NACIONAL
Un segundo elenco solvente y un bis magistral
Madrid
Teatro Real
Donizetti: L'ELISIR D'AMORE
Sabina Puértolas, Juan Francisco Gatell / Javier Camarena, Borja Quiza, Adrian Sampetrean, Adriana González. Dirección: Gianluca Capuano. Dirección de escena: Damiano Michieletto. 30 de octubre y 9 de noviembre.
Bajo la atmósfera playera imaginada por Damiano Michieletto se presentó en el Teatro Real un segundo elenco que solventó canora y escénicamente una de las obras más representativas del bel canto romántico: L’ elisir d’amore. La protagonista de la velada fue sin duda la brillante soprano Sabina Puértolas. Su Adina se desenvolvió con gran maestría escénica imprimiendo musicalidad y una técnica magnífica. Suspiraba los vientos por ella el Nemorino del tenor Juan Francisco Gatell que derrochó virtuosismo escénico y continua energía manifestando unos medios vocales óptimos, pero sin grandes fuegos de artificio.
Unos días más tarde su homónimo en el rol, el tenor Javier Camarena, se presentó en esta producción en una única velada con gran expectación. El tenor mexicano es sin lugar a dudas uno de los mejores cantantes del panorama actual en este repertorio y se ha convertido en uno de los favoritos del público del coliseo madrileño aupado por sus ya siempre esperados bises. Con su Nemorino, Camarena desplegó una técnica y una musicalidad sobresalientes y un control escénico extraordinario. Un público entusiasmado le reclamó al tenor el bis de la popular aria «Una furtiva lagrima» que, como viene siendo habitual en las actuaciones del cantante, se repitió respondiendo emocionado ante la insistencia del público.
Muy entonado el Belcore del barítono gallego Borja Quiza, que impregnó personalidad al rol con gran naturalidad escénica, aunque su canto no resultó del todo convincente, dejando aristas por pulir. Por su parte, Adrian Sâmpetrean dibujó a un Dulcamara muy persuasivo a nivel escénico, y su espontaneidad interpretativa fue un aliciente para el rol exhibiendo soltura canora. Muy bien la actuación de la soprano Adriana González que destiló frescura y gracia escénica como Giannetta.
La dirección de Gianluca Capuano fue desigual y estridente, con un sonido excesivo y tempi desencajados. Todo sin trascendencia alguna. El Coro Titular rindió a buen nivel demostrando una vez más gran desenvoltura musical.
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