CRÍTICAS
NACIONAL
Un hito para Jorge de León con Canio y Turiddu
Valencia
Palau de Les Arts
Mascagni: CAVALLERIA RUSTICANA / Leoncavallo: PAGLIACCI
Sonia Ganassi, Jorge de León, Amber Fasquelle, María Luisa Corbacho, Misha Kiria, Joel Williams, Ruth Iniesta, Mattia Olivieri. Dirección musical: Jordi Bernàcer. Dirección de escena: Giancarlo del Monaco. 23 de mayo de 2021.
Uno de los sueños de cualquier tenor es interpretar en una sola velada a Canio y Turiddu. Jorge de León se enfrentaba al reto por primera vez en su carrera y logró un triunfo absoluto. El tenor canario ya había interpretado Turiddu en el Palau de Les Arts en 2010, pero ahora volvía para repetir el papel junto al de Canio. Su voz de tenor lírico spinto y su generosidad vocal fueron sus mejores armas, pero, además, su timbre está adquiriendo unos bellos colores oscuros idóneos para plasmar los sentimientos de ambos personajes. El vibrato en ningún momento molestó y, por el contrario, ofreció interesantes momentos de estilo al no caer en excesos veristas en el «Vesti la giubba», por ejemplo. En conjunto resultó ser una noche épica en su carrera en un teatro en el que ya comienza a ser leyenda.
También afrontó el doblete Misha Kiria como Alfio y Tonio. La obra se inició con su prólogo de Pagliacci antes de empezar Cavalleria rusticana, para dar unidad a ambas obras tal y como se entiende en la propuesta de Del Monaco. Aunque en el prólogo estuvo algo distante, ello contrastó con la manera en la que supo meterse en la piel tanto de Alfio como de Tonio. En el personaje de Cavalleria se mostró generoso en la línea de canto, con una voz férrea y viril, mientras que como Tonio supo brindar todos los matices histriónicos que el personaje posee.
Santuzza fue la veterana mezzo italiana Sonia Ganassi, quien conoce bien lo que canta y sabe dar el sentido a cada frase; así, por ejemplo, su súplica a Turiddu en el dúo fue de una profunda emotividad. Era imposible no creerse al personaje y empatizar con él. Eso no quiere decir que la voz sea idónea para el papel ni que no se aprecien aristas en su canto con un vibrato marcado y algunos agudos ya sin esmalte. También Ruth Iniesta supo entrar hasta el corazón del personaje como Nedda, que además aportó un canto impecable y una gran solvencia escénica. Disfrutar del arte de Mattia Olivieri como Silvio fue un auténtico lujo; poco se puede decir de una excelsa interpretación tanto en lo vocal como en lo escénico. Los miembros del Centre de Perfeccionament triunfaron en sus papeles, tanto Amber Fasquelle con una sensual Lola, como Joel Williams con su delicado y exquisito Beppe. María Luisa Corbacho fue una Mamma Lucia idónea por su autoridad vocal y escénica.
La producción de Giancarlo del Monaco es bien conocida en España, pues proviene del Teatro Real donde se estrenó en 2007. En Valencia se había podido ver Cavalleria en 2010, y ha sido en esta ocasión cuando se ha podido disfrutar al completo. El director italiano propuso un espectáculo coherente y emotivo en el que llega a la psicología de cada uno de los protagonistas. Como ya se ha dicho, el telón se alza con el prólogo de Pagliacci para pasar a una Cavalleria ambientada en una cantera de mármol (que recuerda a las de Carrara), mientras que Pagliacci se sitúa en la Italia de los años 1960 con referencias al cine de Fellini. El momento más mágico es ese intermezzo de Pagliacci en el que los protagonistas se maquillan preparando la escena final, rotos cada uno por dentro.
Jordi Bernàcer ofreció una versión sólida y brillante que destacó tanto por el mimo en el detalle como por la atención a los cantantes. El coro se situó en los palcos laterales porque por razones sanitarias no podía ocupar el escenario. El resultado fue una especie de sonido estereofónico de efecto fascinante que supo explotar el siempre excelente Cor de la Generalitat, aunque en otras condiciones no sería una opción. La Orquestra de la Comunitat Valenciana empezó algo fría pero no tardó en mostrar sus virtudes con ese sonido lujoso que la caracteriza. La versión que se ofreció fue parcialmente crítica: se eliminaron los agudos del prólogo en la parte de Tonio y Turiddu no acompañó con un agudo el final del brindis; sin embargo, Jorge de León si se tomó la licencia de hacer el agudo añadido en «Pagliacci non son» con un gran efecto. Hubiese sido más musical y coherente mantener el rigor durante toda la velada.