Un ‘Don Carlos’ postestalinista abre la temporada del GTG

Ginebra

02 / 10 / 2023 - Albert GARRIGA - Tiempo de lectura: 4 min

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verdi gtg Una escena de 'Don Carlo' en Ginebra © GTG / Magali DOUGADOS
verdi gtg Una escena de 'Don Carlo' en Ginebra © GTG / Magali DOUGADOS
verdi gtg Una escena de 'Don Carlo' en Ginebra © GTG / Magali DOUGADOS

Grand Théâtre de Genève

Verdi: DON CARLOS

Nueva producción

Charles Castronovo, Dmitry Ulyanov, Rachel Willis Sorensen, Stéphane Degout, Eve-Maud Hubeaux, Liang Li, Ena Pongrac, William Meinert, Julien Henricc, Giulia Bolcato, Raphaël Hardmeyer, Benjamin Molonfalean, Joé Bertili, Edwin Kaye, Marc Mazuir, Timothée Varon. Dirección musical: Marc Minkowski. Dirección de escena: Lydia Steier. 21 de septiembre de 2023.

Con la versión original francesa de Don Carlos (1867) se ha querido dar continuidad al proyecto de recuperación de la grand opéra iniciado con Les Huguenots en 2020 (justo al inicio de la pandemia), seguido de La Juive (2023) con Marc Minkowski como responsable musical. La versión del director francés es casi íntegra, salvo un par de cortes, y añade un intermezzo con violín solista entre el tercer y cuarto actos. A pesar de las similitudes de estilo, Halévy y Meyerbeer no son Verdi y Don Carlos respira italianidad; esto le pasa factura a la lectura de Minkowski porque su batuta muestra muchos cromatismos y dinámicas, y busca crear las atmósferas de cada escena, pero peca de descontrol en los tempi que en ocasiones pone en más de un aprieto al conjunto del escenario.

La nueva producción, que inauguró la temporada del Grand Théâtre de Genève, buscaba en los regímenes totalitarios su hilo conductor para contar las intrigas palaciegas y la política. Entre 1984 de Orwell, el postestalinismo y un mundo distópico situó la acción la regista estadounidense Lydia Steier con grabaciones y escuchas, propagandismo y represión como ejes en los que se basó. El trabajo de los personajes resultó interesante, con una Elisabeth que aparece embarazada justo después de su boda que tiene lugar en el primer acto y se verá el bebé ya en el quinto acto, símbolo de la continuación de la saga familiar. Eboli aleccionaba a las chicas que vivían en este mundo distópico en una versión algo plana que gana peso dramático en la confesión con la reina. Rodrigue, el fiel amigo del Infante, funcionó bien en la lectura de Steier, quien mostró su homosexualidad durante el ballet La Pellegrine. Interesante versión la de la regista norteamericana, pero que navegó, y mucho, en plasmar el poder de la iglesia, tan presente en la historia y en las obras de Schiller y Verdi, metido en calzador de manera absurda e inexplicable en ese, suyo, mundo distópico postestalinista.

"Se erigió por encima de todos el Rodrigue de Stéphane Degout, musicalmente delicioso, elegante en el fraseo y entregado escénicamente"

Vocalmente, hubo un poco de todo, y se erigió por encima de todos el Rodrigue de Stéphane Degout, musicalmente delicioso, elegante en el fraseo y entregado escénicamente; su escena del cuarto acto fue una lección de canto. Charles Castronovo le puso todo el empeño en el rol protagonista, aunque su prestación resultara algo irregular; el timbre es magnífico, aterciopelado y de escuela italiana, pero rondó la inexactitud en algunas notas y tuvo problemas de proyección, en ocasiones, en el registro agudo. Con todo su Carlos respiró sinceridad y entrega. A su lado, Rachel Willis Sorensen (Elisabeth) exhibió su instrumento sublime con gran distinción, dotada de grandes recursos que emocionó en su “Ô ma chère compagne”, muy delicada y donde apianó a su antojo. Sin embargo, estuvo incomprensiblemente deslucida en los dúos con Carlos y con una tendencia a atacar descontroladamente las notas en forte más altas y sin culminar “Toi qui sus le néant”.

La mezzosoprano francosuiza Eve-Maud Hubeaux no terminó de convencer como Eboli, más por una falta de recursos que por su intencionalidad músico-dramática, que fue mucha. Lástima que no se pudo disfrutar de Dmitry Ulyanov (Philippe II), por una anunciada indisposición, aunque mostró un interesante instrumento y elegancia en el fraseo. Muy bien también Liang Li como Grand Inquisiteur, a pesar de que el rol demande una mayor presencia vocal.  * Albert GARRIGA, corresponsal en Ginebra de ÓPERA ACTUAL