CRÍTICAS
INTERNACIONAL
Un 'Così' olvidable y un tedioso Weill inundan l’Archevêché
Aix-en-Provence
Festival Aix-en-Provence
Mozart: COSÌ FAN TUTTE
Nueva producción
Agneta Eichenholz, Claudia Mahnke, Rainer Trost, Russel Braum, Georg Nigl, Nicole Chevalier. Dirección musical: Thomas Hengelbrock. Dirección de escena: Dmitri Tcherniakov. 11 de julio de 2023.
Festival Aix-en-Provence
Weill: LA ÓPERA DE CUATRO CUARTOS
Nueva producción
Véronique Vella, Elsa Lepoivre, Christian Hecq, Nicolas Lormeau, Benjamin Lavernhe, Birane Ba, Clïna CClavaron, Marie Oppert, Sefa Yeboah, Jordan Rezgui. Dirección musical: Maxime Pascal. Dirección de escena: Thomas Ostermeier. 12 de julio de 2023.
Così fan Tutte es un título muy especial para el Festival d’Aix-en-Provence porque se representó en su edición inaugural y a lo largo de los 75 años de historia de la cita veraniega del sur de Francia. Se quiso contar con un título tan representativo con uno de los directores de escena de referencia del panorama lírico internacional, el ruso Dmitri Tcherniakov. Además, también se quiso repetir el éxito en el foso de hace dos ediciones, con Thomas Hengelbrock como el responsable musical de la producción junto a su orquesta y coro, los Balthasar Neumann. A nivel de reparto, la propuesta llamaba la atención por contar con cantantes de dilatadísima experiencia, quizá demasiado, sobre todo para las dos parejas protagonistas. Tcheniakov quiso basar su propuesta escénica, a priori otra lectura aceptable, en el juego de intercambio de parejas entre dos matrimonios maduros, que son invitados por Don Alfonso y su pareja Despina a pasar un fin de semana en una lujosa casa en, probablemente, las montañas. Don Alfonso es, aquí, un personaje pérfido que cuenta con la complicidad de Despina –¿una examante?— para acometer su propósito: un juego cruel a caballo entre Funny Games (2007) de Michael Haeneke y The Invite (2015) de Karim Kusama.
Tcherniakov se vale de su hiperrealista y cinematográfico lenguaje para crear una historia que culmina en un absoluto drama, la deslealtad tiene un precio. Y eso es lo que entiende Despina al verse amenazada por Alfonso al inicio de la ópera, que termina por dispararle a la cabeza, antes habiéndolo hecho con el resto de sus invitados. Un giro que da el director después del ir y venir de habitación en habitación, y los distintos jueguecitos de intercambios que se producen, donde a la mitad del segundo acto les obliga a celebrar una boda entre las nuevas parejas a punta de escopeta. Para darle coherencia a su propuesta escénica, el regista ruso contó con la complicidad total de la dirección musical y del reparto con el que pudo pasar del Dramma Giocoso de Mozart-Da Ponte a un thriller-dramático. Hengelbrock jugó a las directrices de Therniakov marcando unos tempi lentísimos, buscando un dramatismo que en la partitura no está haciendo desaparecer cualquier chispa del de Salzburgo. Pero, además, su batuta estuvo desajustada, muy poco pendiente de los detalles, con deficiencia en los metales: imperdonable el trompa solista en “Per pietà, ben mio, perdona”.
Vocalmente, el tema seguiría por una tesitura similar. Agneta Eichenholz, quien actualmente está interpretando Jenufa, Makropulos, etc., es una soprano sueca de mucha solvencia y de buena escuela, tiene intencionalidad, elegancia en el fraseo y estilo mozartiano, pero hoy su voz es absolutamente inadecuada para Fiordiligi por desgastada y áspera, en muchas ocasiones carente de armónicos, con serios problemas de afinación que hicieron que su “Come scoglio” resultara un despropósito. Algo mejor en el inicio de la segunda aria, pero imposible en los dúos –junto a una correcta, aunque también desgastada, Claudia Mahnke (Dorabella)–, y demás números de conjunto.
Con Rainer Trost (Ferrando) se corrió una suerte similar: excelente escuela mozartiana pero una voz absolutamente desgastada que le hizo acometer la célebre “Un aura amorosa” con intencionalidad, pero con una emisión forzada y un sonido completamente raído. Por su parte, el barítono Russel Braun (Guglielmo), con una voz oscura y bien proyectada, fue el más solvente del cuarteto protagonista, aunque sin llegar a compensar lo anterior. El infame dúo anfitrión encontró en Nicole Chevalier una voz fresca y joven, aunque gustara en la Elettra del año pasado, aquí acometió a Despina un tanto fuera de estilo. Maravilloso, en cambio, Georg Nigl, quien se unió a la fiesta de Tcherniakov y dibujó un Alfonso deleznable marcando los recitativos con absoluta ironía y perfidia, pero respetando el estilo.
L’Archevêché fue testigo al día siguiente de otra propuesta singular con la puesta en escena de La ópera de cuatro cuartos (Die Dreigroschenoper) de Kurt Weill, con libreto de Bertolt Brecht y Elisabeth Hauptmann compuesta a caballo entre la comedia musical, el jazz y el teatro y su autor quiso para su estreno, no a cantantes de ópera, sino a actores-cantantes. Tiene en su haber una de las canciones más readaptadas de la producción weilliana, la célebre “Mack The Knife”. El Festival d’Aix-en-Provence ha querido apostar por una adaptación francesa a cargo de Thomas Ostermeier (alemán bilingüe francés, director del Schaubühne de Berlín) con traducción de Alexandre Pateau. Ostermeier compuso un espacio con pocos elementos, pero que configuraban magníficamente cada escena, a lo musical de medio-formato, pero sin terminar de fascinar. Además, todo el elenco contó con los actores de la célebre Comédie Française. El resultado, aunque magnífico en francés, restó ritmo al texto de Brecht-Hauptmann, que tanta musicalidad otorga a la partitura de Weill. Los actores, encabezados por Birane Ba (Macheat) y Christian Hecq (Peachum) centraron el peso de la acción dramática pero vocalmente resultaron olvidables, salvo algunos comprimarios como Claïna Clavaron (Lucy), de lejos la mejor, y Elsa Lepoivre como Jenny.
Maxime Pascal dirigió exquisitamente a Le Balcon, con una versión muy cerca a la original, con los músicos interpretando varios instrumentos a la vez, pero añadiendo otros instrumentos como el bajo eléctrico. Siempre con un ritmo músico-teatral bien marcado, Pascal fue una de las delicias de la noche y donde se incorporaron algunas piezas inéditas como Pauv’Madam Peachum de 1937. * Albert GARRIGA, crítico de ÓPERA ACTUAL
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