CRÍTICAS
INTERNACIONAL
Triunfo indiscutible de un Donizetti de concierto
Bérgamo
Donizetti Opera Fesitval
Donizetti: BELISARIO
En 'streaming'
Roberto Frontali, Carmela Remigio, Annalisa Stroppa, Celso Albelo, Simon Lim, Klodjan Kacani, Anaïs Mejías, Stefano Gentili, Matteo Castrignano, Pier Marco Viñas Mazzoleni. Coro y Orchestra Donizetti Opera. Versión de Concierto. Dirección: Riccardo Frizza. 21 de noviembre 2020.
El Festival Donizetti tenía prevista, para este tortuoso 2020, una edición de lujo que suponía, además, el retorno al restaurado y bellísimo Teatro Donizetti de Bérgamo, sede del certamen y ciudad natal del compositor. Las circunstancias actuales han supuesto un contratiempo importante, pero el Festival ha decidido llevar a cabo la programación prevista adaptándola al formato live streaming.
Tras el Marino Faliero inaugural, el segundo título previsto era un Belisario (en versión de concierto) que debería haber contado con Plácido Domingo debutando el exigente rol titular. El artista madrileño finalmente se retiró del proyecto dejando paso al experimentado barítono Roberto Frontali para encabezar un sólido reparto con presencias tan destacadas como las de Carmela Remigio, Annalisa Stroppa y el tenor español Celso Albelo.
Belisario se estrenó en La Fenice en 1836 en un momento álgido en la carrera de Donizetti que, un año antes, había estrenado Lucia di Lammermoor en Nápoles y Maria Stuarda en Milán. La obra gozó de buena acogida y cierto recorrido en su momento para acabar desapareciendo paulatinamente de los escenarios. Con la Donizetti Renaissance y gracias a intérpretes como Giuseppe Taddei, que incorporó la obra a su repertorio, a partir del siglo XX ha ido reapareciendo en cuentagotas.
Y es que el personaje central es el comandante bizantino Belisario, un barítono que prefigura los grandes roles verdianos que no tardarían en llegar, como Nabucco o Macbeth. Roberto Frontali posee el instrumento adecuando y la experiencia necesaria para explorar los recovecos psicológicos y vocales del personaje, tal y como demostró en esta ocasión. Pese a encontrarse en un teatro vacío, con los cantantes situados en la platea sin butacas y la orquesta en el escenario, el barítono italiano aportó autoridad y efusividad en el fraseo mostrando buena forma vocal en una interpretación in crescendo, aprovechando las oportunidades expresivas del papel en el segundo y tercer actos, que son muchas.
Triunfo indiscutible para el tenor canario Celso Albelo, pletórico vocalmente como Alamiro. Con un instrumento cada vez más pleno y pulposo, demostró ser uno de los tenores de la actualidad que domina con mayor naturalidad el repertorio belcantista, exhibiendo una incontestable capacidad sobre todo en el registro agudo. A su Alamiro solo le faltó mayor limpieza en las agilidades para considerarlo modélico. El resto del reparto masculino mantuvo un excelente nivel. El bajo Simon Lim en el rol de Giustiniano brilló en sus estáticas intervenciones gracias a una poderosa voz y fluida articulación mientras que Klodjan Kacani fue un impecable Eutropio.
Carmela Remigio como Antonina convenció por la fuerza dramática y el carácter que imprimió en cada una de sus intervenciones, con acentos y detalles en el fraseo de indudable efecto. El papel, muy exigente vocalmente, está en el límite de sus posibilidades y quizás requiere un instrumento de mayor peso, pero la soprano italiana consiguió llevarlo a su terreno con inteligencia coronándolo con un final de gran intensidad expresiva.
La mezzosoprano Annalisa Stroppa fue de menos a más en el exigente rol de Irene; si en sus primeras intervenciones el timbre sonó demasiado estridente, poco a poco se rehízo y en el último acto consiguió controlar mejor ciertas irregularidades en la emisión, fraseando siempre con su característica elegancia e integrándose con precisión en números como el terzetto con Belisario y Alamiro. Por su parte, en el pequeño papel de Eudora destacó la bella voz de Anaïs Mejías.
Riccardo Frizza, director musical del Festival, es un reconocido especialista en este repertorio. Imprimió vigor a una eficiente Orchestra Donizetti Opera en un primer acto que peca de ser un tanto rutinario y su dirección fue creciendo en interés en paralelo con una partitura que gana en fuerza expresiva y originalidad a medida que avanza. Concertó con precisión los abundantes números de conjunto y demostró su capacidad para acompañar y respirar con los cantantes llevando a buen puerto una convincente versión de un título que merecería mayor presencia en los escenarios.
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