Triunfo de Rodríguez en un todavía vigente ‘Gato Montés’

Sevilla

18 / 02 / 2022 - Ismael G. CABRAL - Tiempo de lectura: 4 min

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gatomontes-operaactual-maestranza Juan Jesús Rodríguez (Juanillo) y Mariola Cantarero (Soleá) © Teatro de La Maestranza / Guillermo MENDO
gatomontes-operaactual-maestranza Una escena de la producción de Raúl Vázquez © Teatro de La Maestranza / Guillermo MENDO
gatomontes-operaactual-maestranza Antonio Gandía (Rafel) y Sandra Ferrández (Gitana) © Teatro de La Maestranza / Guillermo MENDO

Teatro de La Maestranza

Penella: EL GATO MONTÉS

Mariola Cantarero, Sandra Ferrández, María Rodríguez, Juan Jesús Rodríguez, Antonio Gandía, Simón Orfila. Dirección musical: Óliver Díaz. Dirección de escena: Raúl Vázquez. 17 de febrero de 2022.

Volvía una vez más El Gato Montés al Teatro de La Maestranza cuando todavía está en el recuerdo la versión escénica que hace menos de diez años propuso José Carlos Plaza. Probablemente Penella cuando compuso su obra en el primer cuarto del siglo XX no imaginaría que, más de un siglo después, gran parte de ese universo chulesco y de maltrato animal todavía pervive. Lo hace además, en este caso, con la casualidad de tener la Maestranza, a pocos metros del Maestranza, coincidencia nominal que queda ahí, porque nada tiene que ver lo que se ve en uno y otro espacio. Si se invoca el nombre de Plaza es también para ponerlo en valor, pasando de su Sevilla taurina, oscura y triste, a la más neutra concebida por Raúl Vázquez, en la que no hay asomo de enjuiciamiento, tampoco de veleidad folclorista, lo que es de agradecer. Pero acaso sí que aborda la intragable peripecia que se narra desde un tono más neutro.

A todos los niveles se trata de un montaje funcional que acompaña con prudentes movimientos escénicos y que juega bazas muy trilladas por medio de números en los que se resalta la presunta comicidad de unos personajes y otros; mujeres de adorno, varonilidad recalcitrante, curas de los que huir, niños de futuro aciago, etc. No se le puede negar a Penella la lucidez de acicalar todo este controvertido universo en una obra de notable ambición y buen trabajo de orquestador con un melodismo que envuelve toda la pieza y que, seguramente, ha sido el motivo principal por la que aún sigue suscitando interés este Gato Montés.

"Al bajo barítono Simón Orfila le vio disfrutar y defender su Padre Antón con comodidad; su probada dote actoral la acompañó de ejemplar dicción y una línea de canto muy homogénea y sinceramente disfrutable"

En el podio Óliver Díaz, hábil conocedor de la partitura, recalcó cuanto de excesivo y popular hay en ella, lo que le llevó a subir en algunas ocasiones el tono de la Sinfónica de Sevilla poniendo en aprietos a algunas de las voces, algo que, sin embargo, no restó empaque a la presentación. Desde luego que, si hubo algún triunfo absoluto, fue el del barítono Juan Jesús Rodríguez, protagonista de proyección apabullante pero que no se quedó solo en el lucimiento de la parte aguda del registro, también mostró expresividad en momentos canoros más íntimos, de continuidad. Al bajo barítono Simón Orfila se le vio disfrutar y defender su Padre Antón con comodidad; su probada dote actoral la acompañó de ejemplar dicción y una línea de canto muy homogénea y sinceramente disfrutable. Es menos agraciado vocalmente el papel del Macareno, que recayó en el tenor Antonio Gandía, más escorado al subrayado del extremo agudo de su voz y sin demasiadas sutilezas (tampoco se lo permite el rol).

La encarnación que hizo Mariola Cantarero de Soleá admite matices; por un lado optó por mover al personaje entre un canto operístico y otro más cupletero; esto pudo originarle ciertas dificultades a la hora de encontrar el tono ideal. Acusó pasajes de voz tremolante y se quedó corta en las agilidades; quizás debería replantearse la forma en la que defiende a esta gitanilla que, seguro, puede desarrollar y pulir con más acierto.

El resto de los intérpretes cumplió en unos y otros momentos, con Sandra Ferrández, una competente Carmen hace unos meses en este teatro y ahora con una Gitana de gran densidad vocal y buen gusto, y María Rodríguez. Al buen nivel de siempre (lo que no es poco) el Coro del Maestranza y la Escolanía de Los Palacios.  * Ismael G. CABRAL, corresponsal en Sevilla de ÓPERA ACTUAL