CRÍTICAS
INTERNACIONAL
‘Tristan und Isolda’ triunfa en el sur de Italia
Bari
Teatro Petruzzelli
Wagner: TRISTAN UND ISOLDE
Lars Cleveman, Alexandra Lubchansky, Stefanie Iranyi, Rafat Siwek, Oliver Zwarg, Simon Schnorr, Italo Proferisce. Dirección musical: Marc Piollet. Dirección de escena: Yannis Kokkos. 25 de enero de 2022.
El Teatro Petruzzelli de Bari (Italia) inauguró su temporada 2022 con una de las obras más difíciles del repertorio, tanto para la orquesta como para el reparto. Aun con un elenco del que no se tenían demasiadas referencias, debe considerarse a esta interpretación como un triunfo. Desde el punto de vista visual, Yannis Kokkos hace referencias al gran Adolphe Appia. Sus líneas geométricas, combinadas con círculos, dan sensación de amplitud en el primer y tercer actos, y en el segundo las caricaturas de árboles sirven como una referencia naif a la inocencia de los amantes. Abundan los colores fuertes, la iluminación tiende a la oscuridad, y solo la aparición de Marke y Melot en el segundo acto produce un efecto luminoso que enceguece momentáneamente, recalcando la diferencia entre el mundo del día y el de la noche. Es una producción estilizada, de buen gusto, que deja a los cantantes sin demasiada Personeneregie, algo que estos días parece una cosa olvidada y sin importancia.
Como consecuencia, no es que Lars Cleveman (Tristan) no haya actuado en forma creíble, o que Alexandra Lubchansky (Isolde) no se haya movido bien: es que faltó el toque íntimo y la relación entre los personajes que solo sale a relucir cuando hay un director como lo era Harry Kupfer. Lo que sí se logró fue un esfuerzo de conjunto que llegó a convencer. Hubo también un director de orquesta que tomó al toro por los cuernos; Marc Piollet hizo que la partitura sonara bien, con planos sonoros bien diferenciados, con excelentes bronces que delinearon sus líneas melódicas en gran forma. No está demás decir de los solistas instrumentales se lucieron en todo momento. Piollet mantuvo un buen equilibrio orquestal entre foso y solistas, y si bien ninguno de ellos poseía una voz grande se pudo escuchar todo sin que nadie forzara, aunque la dicción fue una víctima. Muy pocas palabras se escucharon claras.
Cleveman sorprendió con una voz bien emitida, de color lírico con peso que, si bien no es de muy bello color, satisfizo al más exigente. Su tercer acto le exigió mucho, pero eso es un plus en lugar de restarle valor, ya que Wagner lo exigía así. La cantante rusa Alexandra Lubchansky se presentó en escena vestida de negro, con una voz que resultó problemática, con poca resonancia en el registro grave en el primer acto, pero desde el segundo adoptó un ataque más liviano que le permitió afrontar los peligrosos Do sin problemas. Su caracterización fue la de una joven impetuosa, que piensa luego de actuar reflejando el temperamento irlandés, mucho más fuerte emocionalmente que Tristán y, por lo tanto, mucho más impactante. Su Liebestod tuvo buen nivel, siendo ayudada por Piollet quien empleó tiempos más rápidos. Se debe agregar que ambos cantantes conmovieron en el gran dúo del segundo acto, “Sink hernieder Nacht der Liebe”.
Gustó mucho también la joven Stefanie Iranyi de voz cremosa y bella además de ser más resuelta en su oposición a su ama que otras intérpretes de Brangania. Oliver Zwarg cantó un sólido y fiel Kurwenal, de voz redonda y agradable, mientras que Rafat Siwek convenció plenamente con un digno y muy expresivo Rey Marke, de figura alta y noble, el único a quien se le pudo entender su texto. Simon Schnorr tuvo la mala suerte de cantar al odioso Melot, pero lo hizo en gran forma, e Italo Proferisce fue un melodioso timonel mientras que Andrea Schifaudo daba relieve al lúgubre pastor. Excelente el coro del teatro y en muy buena forma la orquesta, el mejor resultado hasta la fecha y excelente comienzo a la temporada. * Eduardo BENARROCH, crítico internacional de ÓPERA ACTUAL
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