‘Tristán’ sevillano con todo en su sitio

Sevilla

02 / 10 / 2023 - Ismael G. CABRAL - Tiempo de lectura: 4 min

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tristan sevilla Una escena de 'Tristan und Isolde' en Sevilla © Teatro de La Maestranza / Guillermo MENDO
tristan sevilla Una escena de 'Tristan und Isolde' en Sevilla © Teatro de La Maestranza / Guillermo MENDO
tristan sevilla Una escena de 'Tristan und Isolde' en Sevilla © Teatro de La Maestranza / Guillermo MENDO

Teatro de La Maestranza

Wagner: TRISTAN UND ISOLDE

Función inaugural de la temporada 2023-2024

Stuart Skelton, Elisabet Strid, Agnieszka Rehlis, Markus Eiche, Albert Pesendorfer, Jorge Rodríguez-Norton, Fernando Campero, Juan Antonio Sanabria. Dirección de escena: Allex Aguilera. Dirección musical: Henrik Nánási. 30 de septiembre de 2023. Nueva producción

Apuesta fuerte la del Teatro de La Maestranza al final de la pasada temporada (con la presentación de la coproducción de la tan analizada y controvertida Tosca de Rafael R. Villalobos) y, también, en el arranque de esta: una producción propia de Tristán e Isolda a cargo de Allex Aguilera. Una ópera que no se veía en Sevilla desde que en 2009 la programara (y dirigiera) Pedro Halffter con la dirección escénica de Pierluigi Pier’Alli. Si la popular obra de Puccini concitó un ágora de opiniones encontradas y, quizás en demasía, extremadas desde una óptica y otra, la propuesta de Aguilera para Wagner quedó en un correctísimo lugar, sin casi capacidad de generar análisis, aun dejando una sensación de deberes aprobados. Habla el regista del Butoh japonés como posible influencia en la concisa e hiperconcentrada expresividad de los personajes, pero, en cambio, nada de ello se trasladó a un montaje que, podía, pero no tiró por ahí, tal vez invocar el hieratismo de las puestas de Robert Wilson.

Al contrario, la dirección de actores de este Tristán resultó errática, cuando no impersonal y muy estandarizada. Hubo otros desatinos en las grandes imágenes mostradas, algunas ciertamente naifes. Al igual, no se escatimará, hubo aciertos en la omnipresencia de grandes proyecciones de un mar siempre gris, la aparición de un convulso y macabro contorsionista al inicio del tercer acto o la presencia de una gigantesca corona que, paulatinamente, mostraba más y más señales de óxido. Singular e inusual, por otro lado, la consideración de Kurwenal casi como si se tratara de un bufón tomado prestado de la commedia dell’arte. En líneas generales, el montaje, si se le disculpan sus no pocos lugares comunes, funciona, no desde luego, como un repensar la ópera, sí como un digno y asequible (escénicamente) cobijo para una representación que, probablemente, podrá interesar a otros teatros que se animen a programar la obra de Wagner.

"En la función Stuart Skelton comenzó a buen nivel, con una voz bien matizada, cuya capacidad de proyección iría agrandando hasta llegar a su máxima prolijidad en el tercer acto"

Buen elenco, el fichado por la dirección del Maestranza, muchos de sus miembros con experiencia aquilatada en el Festival de Bayreuth y, en el caso concreto de Stuart Skelton (Tristán), a punto de coronar las cien encarnaciones del personaje: su voz es claramente la de un Heldentenor de tomo y lomo, especialmente en su dominio de los agudos (más que en los tonos graves, que intentó sortear con pericia pero sin impacto). En esta función comenzó a buen nivel, con una voz bien matizada, cuya capacidad de proyección iría agrandando hasta llegar a su máxima prolijidad en el tercer acto. Ese punto de heroísmo cierto es que no estuvo presente, como el compositor demandaba, durante toda la representación, aunque restalló con plenitud, un tanto paradójicamente, mientras yacía moribundo. Estimulante canto el de Elisabet Strid (Isolda), dando por hecho que es un personaje que seguirá rodando y del que ha de obtener un mayor poso. Fue el suyo, un canto dramático sin asomo de estridencias, sin excesos, con una voz que mantuvo siempre bien centrada y con generoso volumen, nunca empequeñecida por la orquesta. Acentuó con elegancia y, al mismo nivel, lució su fraseo, redondeando un bello Liebestod.

Afectada por la coyuntura de un catarro, Agnieszka Rehlis hizo lo que pudo para manejar la situación como Brangania, aunque visiblemente le costó llegar al final; ello no fue óbice para apreciar un hermoso timbre y buena línea de canto. El Rey Marke de Albert Pesendorfer fue un dechado de aplomo y severidad, de voz cavernosa y totémica. El vivaracho Kurwenal de Markus Eiche disparó (controladamente) su voz torrencial, resultando un curioso contrapunto (no solo en lo escénico) al más atemperado Tristán de Skelton. Llevaron a buen lugar sus papeles Fernando Campero, como Melot, y Jorge Rodríguez-Norton, quien no pasó de puntillas y dio un inesperado peso a sus dos encarnaciones.

Desde el podio, Henrik Nánási movió la partitura sin morosidades ni excentricidades, desde luego lo hizo buscando ribetes aterciopelados y otorgando énfasis a las frases más reconocibles, sin deseo de apabullar ni de mostrar un imponente sonido wagneriano. Cómplice con él, la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, demostró que sabe adaptarse a las demandas y, además, brilló doblemente gracias al solo de corno inglés de Sarah Bishop * Ismael G. CABRAL, corresponsal en Sevilla de ÓPERA ACTUAL