CRÍTICAS
NACIONAL
’Tour de force’ de Katharina Konradi
Bilbao
Sociedad Filarmónica de Bilbao
Recital de KATHERINA KONRADI
Obras de Schubert, Rajmáninov, Fauré, Ginastera y Montsalvatge. Ammiel Bushakevitz, piano. 16 de febrero de 2023.
Cuando se habla de un recital de cámara, a menudo se alude a la dificultad de enfrentarse al público con la voz desnuda, sin un instrumento que sirva de medio de expresión –y seguramente también de medio de defensa– entre intérprete y oyente. Pero en el caso del Lied, con la melodía engarzada sobre un inspirado poema, enlazada con un texto cargado de intención, esa desnudez queda más expuesta, realzada por los sentimientos que esas palabras evocan y sin nada con que (en)cubrirla. Esta reflexión, esgrimida a menudo por cantantes –a veces a modo de orgullo, otras como excusa, según haya ido la velada– se vuelve necesaria cuando, en poco más de una hora, el intérprete tiene que ir saltando de poema en poema, de autor en autor, de idioma en idioma o de estilo en estilo sin un hilo conductor, sin una guía, y en una montaña rusa de emociones y sentimientos, como si un actor tuviera que meterse en la piel de un par de decenas de personajes en una sola función de teatro.
Así, al reconocimiento técnico y musical del trabajo canoro y a la capacidad actoral e interpretativa del liederista, hay que añadir, con un gran peso porcentual, un notable esfuerzo intelectual y psicológico que pocas veces se valora en la medida que merece. Por tanto, es necesario comenzar a detallar este recital de la soprano Katharina Konradi en la Sociedad Filarmónica de Bilbao haciendo hincapié en que interpretó, de forma sobresaliente, 26 Lieder –28, contando las propinas– que abarcan una horquilla de 120 años, cinco autores, otros tantos idiomas y una distancia de 13.500 kilómetros. Todo un tour de force que realizó con una –aparente– sencillez abrumadora.
Con voz ligera, de colocación alta y timbre límpido, Konradi cantó con voz redonda, suave y fresca; los agudos, cristalinos, sonaron con naturalidad, aunque la tesitura de las piezas escogidas –con un repertorio muy inteligentemente escogido, de calidad y belleza, pero poco arriesgado– apenas permitió adivinar los extremos de su registro. A este respecto, con un programa sin estridencias y una interpretación expresiva pero algo estática, la primera parte del recital presentó momentos de cierta monotonía, aunque es necesario reconocer la emocionante intensidad de las cinco piezas de Rajmáninov y el afectado dramatismo de las chansons de Fauré. Sin embargo, tras la pausa, ya fuera por el espíritu del programa escogido o por un leve cambio de actitud, el aire de las piezas fue creciendo en interés, dificultad y soltura, dejando para el recuerdo una deliciosa e íntima interpretación de “Nacht und Träume” de Schubert, entre otras.
Al piano, el israelí Ammiel Bushakevitz, en perfecta comunión con la cantante, se creció también en la segunda parte, principalmente con el complejo acompañamiento de las piezas de Ginastera, con sorprendentes giros armónicos y sentidas melodías –entre las que destacaron “Triste” y la delicada miniatura “Zamba”– y los quiebros rítmicos de Montsalvatge, que envolvieron con acierto el canto honesto y sin artificios de la soprano de Kirguistán. * Nora FRANCO MADARIAGA, corresponsal en Bilbao de ÓPERA ACTUAL
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