CRÍTICAS
NACIONAL
Netrebko renuncia a la fama en favor del dramatismo
Madrid
Teatro Real
Puccini: TOSCA
Reparto alternativo
Anna Netrebko, Yusif Eyvazov, Luca Salsi, Gerardo Bullón, Valeriano Lanchas, Mikeldi Atxalandabaso, David Lagares e Inés Ballesteros. Orquesta y Coro Titulares del Teatro Real. Dirección musical: Nicola Luisotti. Dirección de escena: Paco Azorín. 21 de julio de 2021.
A veces los árboles impiden ver el bosque. Anna Netrebko hizo una Tosca extraordinaria y decidió no bisar «Vissi d’arte» a pesar de la insistencia del público. Ambas son fantásticas noticias. El bis, en el entorno de una representación completa de ópera, ha de ser algo excepcional por cuanto tiene de ruptura dramática. El histórico bis no ha de darse por sentando noche tras noche al llegar las arias de fuste. Netrebko agradeció respetuosamente las ovaciones y señaló repetidamente a Luca Salsi para pedir que continuase la acción. El asesinato de Scarpia estaba a punto de cometerse, y su muerte tiene credibilidad gracias a la construcción dramática que justifica el estallido y la posterior catarsis, a lo que se suma la química enfermiza —tal y como insinúa la partitura— entre Netrebko y Salsi.
La Tosca de la soprano rusa adolece de carnalidad —ni aún a la vista de Mario muerto se acerca a su cuerpo—, pero se compensa con lo volcánico del canto, capaz de convocar toda la rabia, amor, despecho y desesperación modificando el color de su voz o su forma de ataque. A la más convencional Floria del primer acto le siguió un segundo magnífico, donde Netrebko sacó provecho a la oscuridad de su timbre, el privilegiado registro grave, sus agudos con cuerpo y la naturalidad de sus apoyos. El largo dúo con Scarpia estuvo repleto de hallazgos tímbricos entre ambas voces resueltos con un gran instinto dramático, siempre lejos de lo banal y usando filados o fraseos al servicio del drama.
Yusif Eyvazov puso magníficas intenciones, algunas líneas de canto bien embellecidas y unos pocos momentos de notable intensidad, como su personal recreación de «E lucevan le stelle»; pero en lo general le faltó magnetismo y presencia escénica. Gran recreación de Scarpia por parte de Luca Salsi, que ignoró algunas de las premisas teatrales propuestas por Paco Azorín —las que llevaban a su personaje al histrionismo— para quedarse con la maldad más sofisticada que propone la partitura y que se sustancia en ese «Partir dunque volete?» («¿Queréis, pues, partir?») que susurra dulce, monstruosamente, Scarpia a Tosca cuando ésta le dice que se marchará con Mario. El barítono proyectó sin problemas por encima de la orquesta y se manejó con medida frialdad en sus intervenciones.
La genialidad de Nicola Luisotti se deja entrever mejor con el paso de las funciones, cuando se observa la forma en la que acompaña a caracteres vocales tan distintos como los tres repartos y medio que han pisado el escenario en esta Tosca. Dos detalles de primera línea: los minutos finales del segundo acto, tras el asesinato de Scarpia, que reflejan la capacidad del maestro italiano para dar corporeidad al universo sonoro pucciniano, y las pinceladas de la orquesta cuando Cavaradossi exclama «Dammi i colori!». Se llevó las mayores ovaciones conjuntamente con Netrebko, ambas más que merecidas. Gran noche. * Mario MUÑOZ, corresponsal en Madrid de ÓPERA ACTUAL