CRÍTICAS
INTERNACIONAL
‘Tosca’, fascinante diva en la Arena
Verona
Festival Arena de Verona
Puccini: TOSCA
Aleksandra Kurzak, Roberto Alagna, Luca Salsi, Giorgi Manoshvili, Giulio Mastrototaro, Carlo Bosi, Nicolò Ceriani, Dario Giorgelè, Erika Zaha. Dirección musical: Francesco Ivan Ciampa. Dirección de escena: Hugo de Ana. Arena de Verona, 29 de julio de 2023.
Aunque el término diva de la ópera esté invariablemente ligado en el imaginario colectivo a esas grandes primadonne con fama dentro y fuera del escenario a partes iguales, un proverbial gusto por los caprichos caros y un carácter antojadizo, la realidad está bastante alejada de ese cliché, un estereotipo que ha contribuido a formar el propio personaje de Floria Tosca. Sin embargo, para ser una auténtica diva (o divo, lo mismo da), más allá de una buena voz, lo que hace falta es un carisma especial, una capacidad de despertar la fascinación fuera y, sobre todo, en el escenario.
Y sí, gustará, más o menos, despertará tanto ovaciones como abucheos, pero es innegable que Roberto Alagna es un divo de la lírica y que sabe acompañarse de divinidades pertenecientes a su mismo Olimpo. Sin pretender enmascarar una voz que ya no tiene el esmalte de otros tiempos y que necesita tirar de algún recurso técnico para afrontar determinados agudos, Alagna asumió el papel de Mario Cavaradossi con total entrega, honestidad y compromiso. Comenzó su aria “Recondita armonia” un tanto frío e intimidado por una Arena casi llena –que esperaba con mucho morbo y los colmillos afilados cualquier desliz del tenor– resolviéndolo, pero con más pundonor que musicalidad, pero su desempeño fue ganando en soltura y brillantez a lo largo de la obra lo que, junto a sus fabulosas aptitudes interpretativas, culminó en un “E lucevan le stelle” de intensa emoción y sincera belleza.
Y, junto a él, la auténtica diva de la noche, la soprano Aleksandra Kurzak que, con una voz de discreto color dulce, fue mostrando poco a poco sus –numerosos– ases a lo largo de la velada: un registro homogéneo bien sustentado en la zona grave del instrumento que le permitió alcanzar los sobreagudos con control, vuelo y sencillez, una dicción perfecta, un fraseo de elegante desarrollo y su principal baza: una capacidad escénica, un innato talento dramático, una tridimensionalidad en la recreación del personaje que permitió ver a la Floria escondida tras la Tosca. Su excepcional interpretación del aria “Vissi d’arte” fue uno de los momentos más destacables de la velada con la inestimable ayuda del atento, firme y acertado gesto de Francesco Ivan Ciampa, quien desde el podio mantuvo en todo momento un estricto control en la orquesta, manejando con destreza equilibrios, planos sonoros y tempi para favorecer el trabajo de los cantantes.
El otro gran divo de la representación fue Luca Salsi como Scarpia, quien lució un sinfín de matices vocales, enriqueciendo su interpretación con una inteligente y colorida paleta dinámica. Su voz aterciopelada y plena sirvió a las mil maravillas a una actuación teatral redonda de principio a fin, de gran realismo y credibilidad.
El resto del reparto estuvo a la altura, aunque en un plano más discreto. Sin embargo, es necesario señalar la participación de la jovencísima Erika Zaha, que cantó con aplomo y buen ajuste, tanto en afinación como en tiempo, su pequeño papel como Pastor, y la del coro, con un “Te Deum” absolutamente memorable en esa escenografía de Hugo de Ana que, por más que pasen los años, sigue siendo igual de fascinante que la propia Tosca. * Nora FRANCO MADARIAGA, crítica de ÓPERA ACTUAL