CRÍTICAS
NACIONAL
‘Tolomeo’, un Händel pastoril e introspectivo
Madrid
Teatro Real
Händel: TOLOMEO, REY DE EGIPTO
En versión de concierto
Jakub Józef Orlinski, Melissa Petit, Andrea Mastroni, Giuseppina Bridelli, Paul-Antoine Benós-Djian. Dirección musical: Francesco Corti. Il Pomo d’Oro. 23 de abril de 2023.
Händel escribió su Tolemo, re d’Egitto para el castrato Franceso Bernardi, más conocido como Senesino, y para otras dos superestrellas del momento, en aquel caso dos sopranos rivales: música, por tanto, destinada al lucimiento de los cantantes con una sucesión de arias sin gran enjundia dramática, algunas de ellas con profusión apabullante de adornos y agilidades. También fue la última colaboración de Händel con su libretista italo-británico Nicola Francesco Haym, uno de los grandes equipos de la historia de la ópera, que dio lugar a la creación de obras maestras como la adaptación del Giulio Cesare in Egitto.
Quizás fuera esa larga colaboración la que permitió que por debajo de la escasa consistencia dramatúrgica del libreto corra una veta muy atractiva de evocaciones de la naturaleza: todo el primer acto, por ejemplo, se desarrolla en una playa, con la presencia continua del mar en el texto. Mucho más pastoril que política, esta evocación abre la puerta a una muy sugestiva y variada representación introspectiva de emociones y afectos. Y en este punto la genialidad de Händel logra infundir vida a unos personajes por los que parece sentir un afecto particular, en concreto por Tolomeo (o Tolomeo-Senesino) al que destina algunos grandes momentos en los que aparece a veces una punta de ironía que humaniza el estereotipo del amante y heredero traicionado.
El contratenor polaco Jakub Józef Orlinski ha captado muy bien esta peculiar situación, que va algo más allá de los convencionalismos habituales del barroco y/o la (post)modernidad. Sin forzar el registro expresivo, y con una gran elegancia, profundiza en un personaje melancólico, atormentado, confundido por el amor, las apariencias y los celos, como en la hermosa “Se un solo e quel cuore”, hasta llegar a la exhibición de “Stille amare” en el tercer acto, con su recitativo, stacatti y largas frases ligadas. Se lo permite un instrumento aterciopelado, perfectamente calibrado, con un fraseo emotivo, además de un gran virtuosismo, con messe di voce particularmente impresionantes.
En un nivel similar se movieron Paul-Antoine Benós-Djian, el otro contratenor de la velada, en un papel reducido pero en el que pudo lucir un instrumento de un registro extenso, con imponentes graves baritonales y tonalidades oscuras raras en esta cuerda, lo que le permite una autenticidad de expresiva particular. Muy bien también Melissa Petit como la dolorida Seleuce, con una voz rica y densa. Enfrente, el trío de enamorados tenía al dúo de villanos poderosos, encarnados por la soprano Giuseppina Bridelli y el bajo Andrea Mastroni. Con voces bien perfiladas, ambos dominan bien las endiabladas exigencias de sus respectivos papeles, en particular el de la primera, con algunas imitaciones casi cómicas y un poco perversas del canto de los pájaros.
La formación Il Pomo d’Oro, dirigida por Francesco Corti, que también se ocupó del clave, ofreció una prestación brillante e imaginativa, llena de energía, pero evitó la sobreactuación y las arbitrariedades que tanto abundan últimamente en este repertorio. * José María MARCO, corresponsal en Madrid de ÓPERA ACTUAL
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