CRÍTICAS
INTERNACIONAL
Subjetividad, emoción y libertad con Leonore
Viena
Wiener Staatsoper
Beethoven: FIDELIO
Anja Kampe, Brandon Jovanovich, Christof Fischesser, Slávka Zámecníková, Daniel Jenz, Martin Hässler, Jochen Schmeckenbecher. Dirección musical: Axel Kober. Dirección de escena: Otto Schenk. 25 de febrero de 2023.
La Wiener Staatsoper vivió otra jornada para el recuerdo con la reposición de la legendaria versión de Fidelio concebida por Otto Schenk en los años setenta del pasado siglo. El famoso regista declaró que no se podía hacer teatro sin Sturm und Drang o, lo que es lo mismo, sin apostar por la subjetividad, la emoción y la libertad de expresión, concepto en perfecta armonía con la figura de Beethoven. De los elementos presentes en la escena, Schenk en su momento eligió uno como metáfora del ideario beethoveniano que sigue siendo perfectamente válido: un puente levadizo cuya apertura supone el fin de la tiranía, el paso a la libertad y el reencuentro de los liberados con sus familias, en alusión a los retornados de la Segunda Guerra Mundial. El efecto dramático de la iluminación es otra de las claves que Schenk utilizó para destacar el abismo entre opresión y libertad, amor y odio, tiranía y democracia.
Slávka Zámecníková fue una Marzelline delicada en los matices y flexible en la ejecución, que lució calidez expresiva y luminosidad vocal en cada una de sus intervenciones. El Rocco de Christof Fischesser iluminó el escenario con su imponente presencia teatral y musical, extraordinario en el canto y el recitado, virtudes acompañadas de una impecable dicción y una emisión natural, plena de cavernosas e impactantes resonancias de bellísima sonoridad. Daniel Jenz —Jaquino— lució un canto de equilibrado registro y cristalina vocalidad, mientras Jochen Schmeckenbecher —Don Pizarro— definía a la perfección su infame personaje, tanto en las intervenciones cantadas como en los diálogos; su aportación como actor, además, incidió en las aviesas maquinaciones de Don Pizarro como metáfora de la tiranía.
La Leonore de Anja Kampe cautivó al público por su entrega emocional, los espléndidos agudos y su capacidad para expresar todos los sinsabores de su personaje; “Komm, Hoffnung, lass den letzten Stern” fue su momento de gloria, donde resolvió pasmosamente todas las dificultades técnicas, emocionales y teatrales, matizándolas con bella expresión. Brandon Jovanovich, como Florestan, salió a escena dejando claras sus bazas, una paleta sonora que va del pianissimo más íntimo a los más explosivos forti, un canto elegante de bellos tintes oscuros y una línea expresiva de conmovedor caudal dramático. La emocionante interpretación del dúo “O namenlose Freude” puso el broche de oro a la actuación de la pareja protagonista. La hermosa ejecución del cuarteto “Mir ist so wunderbar” paralizó el tiempo y presentó la capacidad de la orquesta para tejer el destino de los protagonistas, además de anunciar al público el futuro desarrollo de la velada.
El coro ofreció momentos sobrecogedores con afinación irreprochable, empaste de órdago, equilibro perfecto entre las jerarquías sonoras, expresión conmovedora en todas las dinámicas posibles, efectos teatrales de las entradas y salidas de los prisioneros, sin olvidar las preciosas intervenciones de los solistas Wolfram Igor Derntl y Johannes Gisser.
La dirección de Axel Kober fue merecidamente vitoreada: su excelente gestualidad desde el primer al último compás, la claridad de sus movimientos —en ocasiones suplicantes, otras veces delicados y siempre transmitiendo pasión y profesionalidad— pendientes tanto de la orquesta como de solistas y coro, la capacidad de emocionar de principio a fin y su talento para remover los sedimentos más profundos del espíritu, hicieron de esta una jornada memorable. La acongojante ejecución de la obertura Opus 72a en el segundo acto —costumbre iniciada por Mahler— presentó las excelencias de todos y cada uno de los instrumentos de la soberbia orquesta de la casa, cuyos miembros resolvieron las dificultades de los pentagramas beethovenianos dando vida a cada una de las notas con devoción y capacidad para ir más allá de lo escrito por el genio de Bonn. * Verónica MAYNÉS, crítica de ÓPERA ACTUAL
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