Sexo, drogas, alcohol y Monteverdi

Palma

24 / 10 / 2022 - Eugènia GALLEGO - Tiempo de lectura: 3 min

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orfeo-teatreprincipal-operaactual (3) Mauro Borgioni como Orfeo y Carmen Romeu como Euridice © Teatre Principal / Luis ORTAS
orfeo-teatreprincipal-operaactual (3) Una escena de 'L'orfeo' en Palma © Teatre Principal / Luis ORTAS
orfeo-teatreprincipal-operaactual (3) Una escena de 'L'orfeo' en Palma © Teatre Principal / Luis ORTAS

Teatre Principal

Monteverdi: L'ORFEO

Inauguración de la temporada

Mauro Borgioni, Carmen Romeu, Irene Mas, Anna Bonitatibus, Alberto Miguélez Rouco, Joan Martín-Royo, Nicolas Brooymans, Jérôme Varnier, María Caballero, Vega Escribano, Eva Bustamante, Lorenzo Bonet, Luis Aleñar, Pedro López Bravo. Dirección musical: Federico Maria Sardelli. Dirección de escena: Yves Lenoir. Orquestra Simfònica de les Illes Balears. Cor del Teatre Principal. 21 de octubre de 2022.

El Teatre Principal de Palma inauguró la 37ª Temporada de Ópera con L’Orfeo, de Claudio Monteverdi, con una versión escénica de Yves Lenoir contando con una escenografía que traslada al público a un apartamento de Nueva York durante la década de 1970, con claras reminiscencias a la Andy’s Factory. Sexo, alcohol y drogas es el entorno en el cual Orfeo realiza un viaje existencial, donde las emociones recorren todos los estados posibles, mientras el resto de los personajes permanece en la celebración y el desenfreno absoluto. Las escenas se muestran con connotaciones sexuales de carácter explícito, envueltas en un ambiente lúgubre. Situaciones que, aunque están reguladas con inteligencia, son de cuestionable necesidad.

De manera general, el negro es el color predominante, hecho razonable dada la temática, aunque por momentos resulta estático; los escasos elementos escénicos se transforman en el escenario: un lavabo, una cama o una bañera. La visión identitaria de la mujer es representada como una feminidad con connotaciones sexuales, ya visible en sus andares dados sus contoneos lascivos, jugando con roles de dominación sexual (Proserpina) o subyugación (Euridice), siendo constante objeto de deseo de los hombres. El personaje de Speranza realiza un juego de género bajo el auspicio del disfraz de Marilyn Monroe. Cabe mencionar que el travestismo, como recurso, es utilizado con gran frecuencia en la ópera del Barroco, aunque en este caso se ha realizado con escaso gusto. Por otro lado, hay que destacar el acierto en el trabajo del diseño de la iluminación, sumergiendo al espectador en la intimidad de un espacio cerrado, donde los efectos acompañan la progresión de la acción. Las coreografías, tanto de los solistas como del coro, son elementos que forman parte de la fisicidad de la puesta en escena a pesar de las inherentes dificultades que ocasiona a la interpretación vocal. Y así como los solistas consiguen contonearse sin desmerecer la calidad vocal, los movimientos pasaron factura a la ejecución del coro, siendo sus intervenciones entre bambalinas de mayor precisión en los tempi.

"Mauro Borgioni como Orfeo logró transmitir las emociones de un personaje en exceso, mostrando ductilidad y a la vez, poderío vocal"

La dirección musical Federico Maria Sardelli se caracterizó por su conocimiento del estilo; dado que la ópera cabalga entre el Renacimiento tardío y el Barroco temprano, el maestro supo hermanar las diferencias tímbricas de instrumentos clásicos y barrocos con gran éxito. Brillantes las intervenciones de Ferran Pisà en la tiorba y Pablo Zapico en el archilaúd, así como las de Bettina Hoffmann y Serena Leonardi en las violas de gamba. Habría que subrayar, además, el virtuosismo de las cornetti en su dúo con Orfeo y las ejecuciones de las flautas durante el primer acto.

Mauro Borgioni como Orfeo logró transmitir las emociones de un personaje excesivo, mostrando ductilidad y a la vez poderío vocal; su interpretación destacó sobre sus compañeros de reparto, retratando al héroe mítico con gran acierto. El resto de personajes resultó siempre convincente desde el punto de vista actoral, y sin excepción (aunque más de un intérprete se escuchó fuera de estilo, con voces robustas y acusado vibrato), sobresaliendo especialmente las intervenciones de Anna Bonitatibus como Messagiera, brillando por su conocimiento de estilo, capacidad de comunicación y poderío vocal, e Irene Mas como Música, rol que puso en valor por su calidez vocal, ductilidad y expresión de emociones.

Gran trabajo de los tres bailarines así como del Cor del Teatre Principal, que de nuevo hizo gala de un color brillante y sólido. El público recompensó a los artistas con calurosos aplausos, aunque sin llegar a la euforia.  * Eugènia GALLEGO, corresponsal en Palma de ÓPERA ACTUAL