CRÍTICAS
NACIONAL
Sencillez y calidad en 'Il barbiere' de FOC
Sabadell
Fundació Òpera a Catalunya
Rossini: IL BARBIERE DI SIVIGLIA
Nueva producción
César San Martín, Carmen Romeu, Fernando Álvarez, Pablo Martínez, Jeroboám Tejera, Eugènia Montenegro. Dirección musical: Daniel Gil de Tejada. Dirección de escena: Pau Monterde. Teatre La Faràndula, 24 de octubre de 2021.
La ópera maestra de Rossini, Il barbiere di Siviglia, era un título habitual en el repertorio de la AAOS y faltaba de sus escenarios desde hacía 10 años. En esta ocasión la Fundació Òpera a Catalunya la ha ofrecido confiada al colaborador más conspicuo de la entidad, Pau Monterde, quien prefirió esta vez no buscarse problemas –que sigue siendo la mejor forma de no procurárselos a los demás– y ceñir su dramaturgia a la búsqueda del detalle pertinente y al ritmo teatral del espectáculo, evitando los expedientes de mal gusto –aunque pudo sobrar el bofetón de Don Bartolo a su pupila en el primer acto– y descartar todo tipo de payasadas innecesarias, asistido en ese objetivo por el creíble vestuario de Montse Figueras y la sencilla per bien dispuesta escenografía giratoria de Elisasbet Castells. Escenificó muy bien la escena del biglietto e insinuó con un breve apunte musical en pianissimo el tema de la calumnia en el diálogo entre el tutor y el supuesto alumno de Don Basilio. Un buen trabajo.
Daniel Gil de Tejada aportó sentido y pulcritud a su tarea al frente de las maestranzas vallesanas y tras una obertura algo borrosa diseñó una buena línea orquestal, recuperando algunos cortes –no el de «Cessa di più resistere», lamentablemente– y asegurando la feliz homogeneidad del siempre problemático finale primo. Orquesta y coros hicieron bien su trabajo.
Entre los solistas vocales deslumbró el Figaro de César San Martín, dueño de una impostación perfecta, con una extensión notable y una verve actoral de muchos quilates. Brilló a su lado la Rosina de Carmen Romeu, perfecta en su papel de una pupila menos gazmoña de lo habitual y manejando una voz de grato timbre, aunque ocasionalmente strillante en los agudos emitidos en forte. A Pablo Martínez solo le faltó una pizca más de elegancia en el fraseo para ser un Almaviva sin mácula; el tenor vistió con propiedad sus dos disfraces y hubiera cantado sin problemas su aria del segundo acto de haberse incluido. Muy sobrio en los efectos cómicos y muy bien cantado el Basilio de Jeroboám Tejera y fácil con el trabalenguas el sonoro Bartolo de Fernando Álvarez. Eugènia Montenegro se hizo aplaudir con justicia en el aria del sorbetto de Berta. * Marcelo CERVELLÓ, corresponsal de ÓPERA ACTUAL en Barcelona
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