Samuel Hasselhorn, del estilo a la emoción

Barcelona

26 / 10 / 2022 - Antoni COLOMER - Tiempo de lectura: 4 min

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hasselhorn-lifevictoria-operaactual Samuel Hasselhorn durante su recital en el Recinte Modernista de Sant Pau © Elisenda CANALS
hasselhorn-lifevictoria-operaactual Samuel Hasselhorn y Malcolm Martineau © Elisenda CANALS
hasselhorn-lifevictoria-operaactual El barítono Samuel Hasselhorn © Elisenda CANALS

Life Victoria 'Lied' Festival

Tecital de SAMUEL HASSELHORN

Obras de Robert Schumann, Clara Wieck y Richard Wagner. Samuel Hasselhorn, barítono. Malcolm Martineau, piano. 25 de octubre de 2022.

Desde su irrupción, allá por el 2013 con sendos premios en competiciones especializadas en el Lied en  París y Dortmund, el barítono alemán Samuel Hasselhorn centró las miradas del mundo liederístico. Un foco que se agrandó aún más si cabe con otra importante retahíla de galardones durante 2017 que culminó con el Primer Premio en la Queen Elizabeth Competition 2018 y el de Joven talento otorgado por la Associació Franz Schubert en 2021. Los motivos de tanta repercusión son evidentes: una bella voz de barítono lírico, de timbre cálido y contornos aterciopelados, a lo que hay que añadir una amplia gama de colores, fraseo elegante y gusto por el detalle.

Pese a todas esas credenciales, sus últimas actuaciones tanto en el Life Victoria Lied Festival (2020) como en la Schubertíada en Vilabertran (2021) generaron ciertas dudas, no tanto en cuanto al talento canoro y la maestría estilística como en lo que respecta a la vertiente expresiva, aquejada de una cierta rigidez y distanciamiento. Unas características que se volvieron a poner de manifiesto en la primera parte de este nuevo recital celebrado en el Recinte Modernista de Sant Pau en el marco del ciclo de otoño del Life Victoria, pero que quedaron superadas en una segunda parte, por fin, de altos vuelos. Responsable en gran parte de este paso adelante fue un formidable Malcolm Martineau, quien abrió el tarro de las esencias con un inspirado acompañamiento, especialmente en los ciclos de Robert Schumann. No hace falta subrayar que el pianista escocés es uno de los mejores en su especialidad, pero sí destacar su afinidad con el estilo y el universo del compositor de Zwickau. La riqueza de matices y la fluidez del discurso pianístico, tan necesarios en los Lieder de Schumann, adaptándose a la perfección y en todo momento a las inflexiones del cantante, fueron una constante durante todo el recital y empujaron a Hasselhorn a dar lo mejor de sí mismo.

 

"Más involucrado y menos pendiente de la partitura, el cantante de Göttingen puso de manifiesto porqué está considerado como uno de los liederistas con mayor proyección de su generación"

El hilo argumental del programa ofrecido por Hasselhorn y Martineau se hilvanó a través de canciones del año 1840, conocido como el Liederjahre (El año de las canciones), durante el cual, en una explosión creativa sin precedentes, Schumann escribió más de un centenar de canciones de gloriosa inspiración. Entre ellas se encuentran sus más destacados ciclos liederísticos, empezando por los populares Dichterliebe y Frauenliebe und Leben y acabando con los dedicados a poemas de Joseph von Eichendorff (Opus 39) y Justinus Kerner (Opus 35). Fueron precisamente estos dos últimos los protagonistas de este recital, acompañados por dos canciones de Clara Wieck y las versiones del poema de Heinrich Heine «Die beiden Grenadiere» compuestas ese mismo año por Schumann y Richard Wagner.

Estas cuatro piezas, con las que el cantante se acomodó y calentó instrumento, sirvieron de prólogo al Liederkreis, Op. 39 que protagonizó la primera parte del recital. Hasselhorn mostró en él estilo y calidad indiscutibles, pero no llegó a transmitir la ensoñación y emoción que requieren piezas tan inspiradas como «Mondnacht» o «Auf einer Burg», confirmado las sensaciones anteriormente citadas. Por fortuna, en la segunda parte la capacidad expresiva y comunicativa del cantante aumentó exponencialmente a medida que desarrollaba los Zwölf Gedichte von Justinus Kerner. Si bien a la bellísima «Stirb’, Lieb’ und Freud’!», cantada con un tempo inusualmente rápido pero en la que regaló preciosas frases en pianissimo, aún le faltó cierta enjundia, a partir de «Erstes Grün» Hasselhorn pareció quitarse el corsé y convenció hasta a los más escépticos. Más involucrado y menos pendiente de la partitura, el cantante de Gotinga puso de manifiesto por qué está considerado como uno de los liederistas más talentosos y con mayor proyección de su generación.  * Antoni COLOMER, crítico de ÓPERA ACTUAL