Salzburgo: Los tres reyes de 'Alcina'

11 / 06 / 2019 - Albert GARRIGA - Tiempo de lectura: 5 minutos

Print Friendly, PDF & Email
Cecilia Bartoli como Alcina, Philippe Jaroussky como Ruggero y Sandrine Piau como Morgana encarnaron a un trío protagonista excepcional en Salzburgo © Salzburg Festspiele / Matthias HORN
Cecilia Bartoli como Alcina, Philippe Jaroussky como Ruggero y Sandrine Piau como Morgana encarnaron a un trío protagonista excepcional en Salzburgo © Salzburg Festspiele / Matthias HORN
Cecilia Bartoli como Alcina, Philippe Jaroussky como Ruggero y Sandrine Piau como Morgana encarnaron a un trío protagonista excepcional en Salzburgo © Salzburg Festspiele / Matthias HORN
Cecilia Bartoli como Alcina, Philippe Jaroussky como Ruggero y Sandrine Piau como Morgana encarnaron a un trío protagonista excepcional en Salzburgo © Salzburg Festspiele / Matthias HORN
Cecilia Bartoli como Alcina, Philippe Jaroussky como Ruggero y Sandrine Piau como Morgana encarnaron a un trío protagonista excepcional en Salzburgo © Salzburg Festspiele / Matthias HORN

Festival de Pentecostés de Salzburgo

Händel: ALCINA

Nueva producción

Cecilia Bartoli, Philippe Jaroussky, Sandrine Piau, Kristina Hammarström, Christoph Strehl, Alastair Miles, Sheen Park. Dirección: Gianluca Capuano. Dirección de escena: Damiano Michieletto. 9 de junio de 2019

Y volvió a producirse el milagro Bartoli. La mezzosoprano romana ha paseado su Alcina por Zürich y París, y ahora, en este Festival de Pentecostés que ella dirige -y que acaba de firmar la prórroga de su contrato hasta 2026- ha encargado una nueva producción a Damiano Michieletto para que realice una relectura a la sensacional obra händeliana con ella de protagonista. Bartoli logró de nuevo conmocionar con esa visión melancólica de uno de los grandísimos personajes del barroco.

Sus seis arias representan la globalidad de la psique de la complejidad de la hechicera que lo que desea es, por todas, huir de la soledad, más allá de encontrar el verdadero amor. Michieletto situó la acción del primer acto en el lobby de un hotel, en el que entraban y salían los principales personajes, con encuentros y desencuentros, con escenas orgiásticas y una Alcina que muestra, ya en el prólogo-obertura, que es la dueña y señora de los elementos. El regista italiano, ¡cómo no!, para darle sentido a su concepto escénico, recoloca a su antojo escenas y arias, aunque, y es de agradecer, no corta y mantiene todas las escenas con Oberto y el ballet. Luego está el concepto de la marchita döppelganger de Alcina, quien le recuerda su decrepitud. Finalmente, símbolo de esa soledad, coloca al final de la ópera «Mi restano le lagrime», como lamento final, más allá del epílogo coral. Pero todos estos recursos suenan a déjà vu, de cerca a Loy, y más allá a Wernicke. Y uno se pregunta si la auténtica valentía del director de escena con su lectura es hacer un corta-pega que poco aporta al discurso dramático de una obra maestra.

Pero todo ello se salvó gracias a unos intérpretes fuera de serie. Cecilia Bartoli volvió a mostrar, y con más autoridad, por qué Alcina le viene tan bien, por qué la entiende tan bien. Despertó la primera ovación en su segunda aria «Si, son quella», por un exquisito fraseo y una musicalidad fuera de órbita, en la cual interiorizó a la perfección el estado de ánimo de la hechicera, llevando la triste melodía a momentos de sublime belleza. Pero el momento álgido de la mezzo romana llegó con “Ah, mio cor”, cuando, a pesar del lamento, ella recuerda que aun es la reina con una mezcla de aristocrática y profundamente sentida musicalidad; Bartoli le saca todo el jugo reinando sobre el aria da capo. Con «Mi restano le lagrime» cerró de manera redonda su trabajo. Pero no brilló solo en las seis arias, porque cada recitativo o airoso sonaron en su voz a pura emoción. El éxito musical de esta Alcina hay que compartirlo con los magníficos intérpretes que la acompañaron.

 

© SF / Matthias HORN

Sandrine Piau, Kristina Hammarström, Philippe Jaroussky y Cecilia Bartoli

La soprano francesa Sandrine Piau (Morgana) gustó mucho por un timbre precioso, una solidísima técnica que le permitió abordar brillantemente «Tornami a vagheggiar» que le valió la primera ovación de la tarde y cosechó un gran éxito en ese sentidísimo lamento que es el aria «Credete al mio amore», donde desplegó su capacidad musical y brillo de sobremanera. Philippe Jaroussky (Ruggero) estuvo en el primer acto algo forzado en la emisión, pero su timbre y musicalidad son pura dulzura y donde mostró sus verdaderas bazas fue en una sentida «Verdi Prati» para deslumbrar como nadie en «Stà nell’Ircana». Bradamante recayó en la veterana mezzo Kristina Hammaström, que mostró un timbre algo desgastado, sobre todo en la zona de paso, con graves algo engolados, aunque manteniendo una especular técnica que le permitió abordar con seguridad los difíciles pasajes de coloratura. Correctos, pero fuera de estilo, Christoph Strehl (Oronte) y Alastair Miles (Melisso). Por su parte, sorprendentemente bien estuvo Sheen Park (Oberto) de los Niños Cantores de Viena.

Gianluca Capuano estuvo especialmente inspirado ante su formación Les Musiciens du Prince-Monaco. Lo cierto es que esta formación, con la complicidad del maestro milanés, está evolucionando de manera espectacular, consiguiendo una sonoridad de gran belleza y una acción de conjunto compacta. Capuano marcó unos tempi vigorosos, a la vez que cuidados fraseos, con especial atención a los silencios que apoyaban la emoción del lamento y de la intensidad teatral inherente en la partitura. Sin duda la formación monegasca, junto al Bachchor de Salzburgo, fueron las columnas vertebrales de una Alcina referencial.