Ruggiero, vencedor de la 'Alcina' en el Garnier

París

26 / 11 / 2021 - Jaume ESTAPÀ - Tiempo de lectura: 3 min

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alcina garnier oepraactual.com Sabine Devieilhe, Roxana Constantinescu y Rupert Charlesworth © Opéra de Paris / Sébastien MATHÉ
alcina garnier oepraactual.com Sabine Devieilhe y Rupert Charlesworth © Opéra de Paris / Sébastien MATHÉ
alcina garnier oepraactual.com Jeanine De Bique en una escena del montaje de Robert Carsen © Opéra de Paris / Sébastien MATHÉ

Opéra de Paris

Händel: ALCINA

Jeanine De Bique, Gaëlle Arquez, Sabine Devieilhe, Roxana Constantinescu, Rupert Charlesworth, Nicolas Courjal. Dirección musical: Thomas Hengelbrock. Dirección de escena: Robert Carsen. Palais Garnier, 25 de noviembre 2021.

Robert Carsen puso al día su puesta en escena ya vista en París, pidiendo a sus cantantes besarse decenas de veces en plena boca en un momento en que el espectador no puede dar la mano a un amigo bajo pena de contraer la Covid-19. No se conocía este ángulo provocador del director canadiense reflejado en este detalle que poco o nada aportó a la noche parisina. Puntos positivos de su trabajo fueron la escenografía firmada por Tobias Hoheisel y las escenas dramáticas e imaginativas que acompañaron las arias da capo sin distraer innecesariamente la atención del público.

Desde la obertura y a lo largo de la noche, el Balthasar Neumann Ensemble, dirigido por Thomas Hengelbrock, hizo gala de un sonido justo, ligeramente arcaico –en particular los metales–, vale decir rasposo, insólito, no oído en la actualidad, muy adecuado con la mágica historia relatada por el libreto anónimo, salido de las obras del Ariosto (Orlando furioso) y de Riccardo Broschi (L’isola di Alcina).

"Gaëlle Arquez alzó bien alto el pabellón vocal de la velada. Su interpretación de Ruggiero, se mantuvo a un excelente nivel y fue saludado por el público en cada ocasión"

Jeanine De Bique, en el rol protagonista, estuvo imperial en la primera parte de su aria más esperada (“Ora intendo…”) y en la que concluyó su trabajo (“Va: m’oltraggiasti assai…”), pero su emisión presentó fallos de tempi, indecisiones en los ataques, imprecisiones en la coloratura, estrechez de emisión en los agudos en forte (aunque posee los medios para afrontar la dificultad) y se vio paralizada a la hora de mostrar la altivez del personaje con lo cual falló la parte inicial de la trama y, en consecuencia, su rol no pudo mostrar el abismo en el que caía tras la deserción de Ruggiero, su amado infiel. Gaëlle Arquez dejó bien alto el pabellón vocal de la velada; su Ruggiero se mantuvo a un excelente nivel y fue saludado por el público en cada ocasión gracias a una emisión firme, de timbre atractivo ligeramente masculino y de gesto autoritario. La artista brindó seguridad a cuantos estuvieron a su lado y, en particular, durante el magnífico terceto –Alcina, Ruggiero y Bradamante– al final de la obra.

Sabine Devieilhe fue una Morgana irregular; su trabajo dramático, complejo, muy exigente, fue impecable y marcó un punto importante en el aria final del primer acto (“Tornami a vagheggiar..”). Por lo demás, su agudo por estrecho, estuvo al límite de la ruptura cuando emitía en forte y, concentrada en el gesto, perdía la concentración indispensable para su complejo trabajo vocal. Roxana Constantinescu (Bradamante), Rupert Charlesworth (Oronte) y Nicolas Courjal (Melisso) cumplieron con honradez artística y dieron a sus personajes sustancia.

Apláudanse los coros –dirigidos por Alessandro Di Stefano– por su arte y agradézcase también su paciencia: tras su breve intervención inicial esperaron tres horas antes de intervenir por segunda y definitiva vez antes de los aplausos. * Jaume ESTAPÀ, corresponsal en Francia de ÓPERA ACTUAL