CRÍTICAS
NACIONAL
Radvanovsky, reina donizettiana en el Liceu
Barcelona
Gran Teatre del Liceu
Donizetti: Las reinas Tudor
Concierto escenificado
Sondra Radvanovsky, Gemma Coma-Alabert, Marc Sala, Carles Pachón. Dirección musical: Riccardo Frizza. Dirección de escena: Rafael R. Villalobos. Orquestra Simfònica y Cor del Gran Teatre del Liceu. 6 de mayo de 2021.
La propuesta del director italiano Riccardo Frizza de ofrecer en una velada las oberturas y las escenas finales de las tres óperas donizettianas sobre las reinas Tudor le encantó a la soprano canadiense de origen estadounidense Sondra Radvanovsky y juntos ya la presentaron hace un par de años en la Lyric Opera de Chicago. Ahora aterrizó en el Gran Teatre del Liceu, en el cual, por culpa de la pandemia de la Covid-19, no se pudo presentar en diciembre del año pasado como estaba previsto.
En el Liceu han tenido la feliz idea de presentar el programa en una versión escenificada encargada al director de escena sevillano Rafael R. Villalobos, una propuesta minimalista basada en una excelente iluminación y un vestuario moderno, inspirado en la época de la trama operística que sin duda alguna supuso dar realce y profundidad al espectáculo de forma muy meritoria. La oscuridad de las escenas, con el vestuario negro del coro y de los personajes secundarios, contrastaba con la potente vistosidad de los tres vestidos de la protagonista y su particular colorido a juego con la iluminación.
Riccardo Frizza demostró una vez más su calidad en el repertorio belcantista: no por nada es el director musical del Donizetti Opera Festival de Bérgamo. Con una lectura profunda, contrastada y de exquisito empaste, especialmente en la sección de cuerdas. Pero la velada no hubiese sido posible sin la memorable actuación de Sondra Radvanovsky, una artista con una voz particular, no especialmente bella ni cristalina que a priori no es la ideal para el bel canto romántico y cuyo repertorio es principalmente verdiano y pucciniano. Pero su gran introspección ante cada uno de los tres personajes a los que dio vida, Anna Bolena, Maria Stuarda y Elisabetta del Roberto Devereux, se unieron a un gran trabajo técnico y estilístico, sobresaliendo por sus frases en piano realmente cuidadas, un fraseo más que notable y unos agudos en forte excelentemente proyectados sobre la orquesta que le valieron el aplauso y los vítores unánimes del público barcelonés. El canto ágil y lleno de coloratura de Bolena, la profundidad y la emoción de la plegaria de la Stuarda y la proyección y la cuidada emisión en la escena de Elisabetta fueron los pilares de su éxito.
La soprano estuvo muy bien acompañada por la cada vez más destacada mezzosoprano Gemma Coma-Alabert, el pujante barítono Carles Pachon y un Marc Sala de cuidado y bello instrumento al que le faltó un punto de mayor proyección y seguridad en su difícil parte. Aun cuando no siempre el canto sonó al unísono, merece la pena destacar la labor de la cincuentena de miembros del Coro del Liceu, con especial mención de apartado femenino.
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