CRÍTICAS
NACIONAL
Pura serotonina mozartiana
Sevilla
Teatro de La Maestranza
Mozart: COSÌ FAN TUTTE
Nueva producción
Vanessa Goikoetxea, Maite Beaumont, Simon Mechlinski, Xavier Anduaga, Natalia Labourdette, Roberto de Candia. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Dirección: Iván López-Reynoso. Dirección de escena: Rafael R. Villalobos. 1 de noviembre de 2020.
El director del Teatro de La Maestranza, Javier Menéndez, entiende que ya que el repertorio contemporáneo tendrá que esperar o, en las mejores, darse con cuentagotas, el de toda la vida ha de ser presentado con trajes nuevos. Una obviedad que sin embargo sigue resultando provocadora, no tanto por la mayoría de las respuestas escénicas sino por el conservadurismo reaccionario de un sector del público.
Por supuesto que si la música de Così fan tutte cabe dentro del saco de las obras maestras mozartianas, el libreto de Da Ponte en cambio ha sido puesto en tela de juicio por el Dios tiempo con el peso de cien apisonadoras. Por eso reinterpretarlo se impone casi como una necesidad natural si se quiere comunicar este vodevil a las nuevas miradas. Y en ese empeño Rafael R. Villalobos, en esta nueva producción sevillana, ha releído el texto a partir de su segunda denominación de la obra, La scuola degli amanti: «We’re children, needing other children (…) Acting more like children than children» canta Barbara Streisand antes del inicio del segundo acto en la nueva propuesta. Y es en ese contexto, el del juego de pulsiones adolescentes, en el cual el director de escena sevillano ha resituado sagazmente la peripecia. Con gigantescos peluches a la Koons, almohadas de corazones sacados de un set de Ahí te quiero ver y vídeos de niños que tontean con una sexualidad quizás más libre que la de quienes hoy se alarman viéndolas transcurre escenográficamente una realización que se acerca (sin histrionismo) al Regietheater; mención especial para un divertido y decididamente hortera vestuario y la iluminación llena de sombras de Albert Faura.
La noche fue, vocalmente, de todos pero muy sobresalientemente de la Despina de Natalia Labourdette, braveada con razón en los aplausos. Le confiere Villalobos uno de los papeles más turbios de la propuesta, y ella no solo lo defendió escénicamente con una convicción y una acción dramática (¡formidable dirección de actores, tan ausente muchas otras veces!) plena, también vocalmente, con arrolladora expresividad. La soprano Vanessa Goikoetxea comenzó con una voz tremolante pero muy rápidamente mostró su aplomo con el rol demostrando una proyección emocionante y llevando muy alto su aria «Per pietà». Con una voz de centro bien asentado, Maite Beaumont sacó todo lo que pudo sacar de su papel de Dorabella.
Uno de los momentos canoros más notables fue oírle «Un’aura amorosa» al tenor Xavier Anduaga, con muy buen uso de los reguladores, esmerados pianissimi y un estilo de canto ligero bien ensayado y asentado. Simon Mechlinski mezcló buenos graves con cero sensación de impostación, lo que redundó en un óptimo resultado, al igual que el más desagradecido Don Alfonso de Roberto de Candia, baqueteado bien en el mezzo forte y con abundante experiencia sobre las tablas.
La Sinfónica de Sevilla, a las órdenes de Iván López-Reynoso, no presagió nada bueno en una flácida y flemática obertura, pero velozmente arribó a buen puerto (al igual que hizo el Coro del Maestranza), con una interpretación muy amigable con las voces y una sonoridad mozartiana bien empastada, con una cuerda ágil y unos vientos melosos y arrobadores.
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