CRÍTICAS
NACIONAL
'Peter Grimes', el nihilismo hecho ópera
Madrid
Teatro Real
Britten: PETER GRIMES
Nueva producción
Allan Clayton, Maria Bengtsson, Christopher Purves, Catherine Wyn-Rogers, John Graham-Hall, Clive Bayley, Rosie Aldridge, James Gilchrist, Jacques Imbrailo, Barnaby Rea, Rocío Pérez, Natalia Labourdette, Saúl Esgueva. Dirección: Ivor Bolton. Dirección de escena: Deborah Warner. 19 de abril de 2021.
Como es bien sabido, Peter Grimes es una de las óperas más sórdidas del repertorio. Compuesta por Benjamin Britten y estrenada en Londres en 1945, relata la historia de un pescador responsable de la muerte de tres aprendices jóvenes, el último de ellos un niño, que en la producción del Teatro Real al que también maltrata. Los vecinos sospechan que Grimes es el autor de hechos muy graves y aspiran a corregir la situación, aunque la ópera los describe como una turba fanática, sin la menor humanidad.
Tras la muerte del niño –accidental, si bien precedida de actos de violencia–, Grimes es invitado al suicidio por el único personaje que se apiada de él. En el país de los Caprichos y los Proverbios de Goya, se podría esperar un tratamiento distanciado y ácido de una monstruosidad de esta categoría, en la que Grimes parece tratado como el protagonista de El enemigo del pueblo y nadie, salvo una maestra perturbada que anda medio enamorada del protagonista, sospecha siquiera que pueda existir algo así como la inocencia y la redención. No fue así y la nueva producción del Real –en colaboración con Londres, París y Roma–, y a cargo de Deborah Warner –que ya triunfó aquí con su inolvidable Billy Budd–, asume la pendiente nihilista propuesta por el compositor y su libretista, Montagu Slater, que se basaron en un poema de George Crabbe.
La puesta en escena, sumamente eficaz, moderniza el escenario y el argumento, y con un realismo reforzado por algunos sugestivos elementos oníricos subraya la ruindad de lo que se cuenta. El tenor Allan Clayton compuso un extraordinario Grimes, sin disimular su brutalidad, con una voz poderosa y al tiempo sutil, capaz de grandes detalles belcantistas en los momentos más líricos –que los hay– y una prestación escénica excepcional. La soprano Maria Bengtsson presentó una voz límpida y angelical, muy adecuada para el inquietante personaje de la maestra, aunque a veces no logró superar a un foso poblado por una orquesta copiosa y exuberante. Grave y serio, muy creíble, el Capitán Balstrode del barítono Christopher Purves. De gran carácter la tabernera de Catherine Wyn-Rogers y muy en su punto la cotilla Mrs. Sedley, tal vez una parodia de Agatha Christie, de Rosie Aldridge. Estupendo todo el resto de los solistas y comprimarios.
El Coro Titular, que se enfrentaba a un reto considerable, con explosiones de violencia salvajes y momentos de ensoñación evocadora, lució a su máximo nivel. También lo hizo, bajo la extrovertida y fina dirección de Ivor Bolton, una Orquesta de riqueza extraordinaria, en particular –aunque no solo– en los interludios orquestales. Gran éxito, sin que nadie en la sala pareciera percatarse de lo que Peter Grimes pone en escena.
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