Peralada: Virtuosismo y exceso de atención

26 / 07 / 2019 - Roger ALIER - Tiempo de lectura: 2 min

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Ludovic Tézier debutó en el Festival Castell de Peralada © Festival Castell de Peralada / Jordi RIBOT
Ludovic Tézier el pasado mes de julio, en su debut en el Festival Castell de Peralada © Festival Castell de Peralada / Jordi RIBOT

Festival Castell de Peralada

Recital LUDOVIC TÉZIER

Obras de Liszt, Schumann, Schubert, Berlioz, Verdi, Giordano y otros. Maria Prinz, piano. Iglesia del Carme de Peralada, 20 de julio de 2019.

Ludovic Tézier es un prestigioso barítono francés que empezó a brillar a raíz de la célebre producción de Le Comte Ory, de Rossini, en el Festival de Glyndebourne, donde cantó el papel de Raimbaud, uno de los caballeros que se disfrazan de monja para acceder al castillo de la condesa Adèle de Formoutiers. Desde entonces, y desde el cambio de siglo, se ha hecho un justificado renombre por la calidad de su voz, que tiene la virtud de la homogeneidad absoluta de su timbre y una musicalidad sobresaliente que le permiten alcanzar agudos y graves sin merma de calidad en ningún momento.

Tézier, en su debut en Peralada, ofreció un repertorio basado en una primera parte de Lied alemán –Liszt, Schumann y Schubert–; especialmente afortunada resultó su delicada versión de «An die Musik» y de la breve pieza de Berlioz. El único problema fue su excesiva preocupación por las partituras, pegadas al cantante durante casi todo el recital. En la segunda mitad, acompañado siempre por la pulcra y delicada pianista Maria Prinz, Tézier se animó a cantar algunas arias –Chaikovsky, Verdi y Giordano–, en las que consiguió despertar los más fervorosos aplausos, como con su «Nemico della patria» de Andrea Chénier, que el intérprete agradeció regalando al público un par de bises, incluyendo una «Canción de la Estrella» de Wagner de un refinamiento digno de Bayreuth, aunque los intérpretes franceses no son frecuentes en el santuario wagneriano.