CRÍTICA
INTERNACIONAL
París: Un Don Juan sin fuelle ni color
Opéra National de París - Palais Garnier
Mozart: DON GIOVANNI
Étienne Dupuis, Ain Anger, Jacquelyn Wagner, Stanislas de Barbeyrac, Nicole Car, Philippe Sly, Mikhail Timosheko, Elsa Dreisig. Dirección: Philippe Jordan. Dirección de escena: Ivo van Hove. 11 de junio de 2019.
El trabajo de la magnífica orquesta de la Opéra de París no acertó a dar de la música del divino maestro salzburgués una versión mínimamente aceptable; ya desde la obertura se sintió una pesadez que perduró durante toda la velada. Faltó sutilidad, los ritmos fueron penalizados, hubo monocromía y desencuentros con los solistas. Para qué continuar. No se culpe de ello a Philippe Jordan. Solamente los coros, preparados por Alessandro Di Stefano –que no salieron a saludar–, y la escena final, más romántica que clásica, gracias a la gran voz y mejor presencia de Ain Anger (Commendatore) se salvaron de la quema.
La escenografía de Jan Versweyveld, compuesta por cuatro o cinco elementos giratorios grandiosos, que representaban callejas más venecianas que sevillanas, desvencijadas y monocromas, ni dieron razón de los lugares, ni ayudaron a los cantantes en su misión. Antes bien, ellos buscaron sistemáticamente la parte delantera y central del escenario y huían de los lugares en altura y alejados del público, donde Ivo van Hove los había colocado para iniciar sus intervenciones. Añádase que, ya fuera por falta de indicaciones o por falta de medios dramáticos, los cantantes actuaron, en su gran mayoría, con la misma falta de dinamismo que la orquesta.

Jacquelyne Wagner como Donna Anna y Étienne Dupuis como Don Giovanni
Los artistas en el escenario desdeñaron por completo la lengua italiana, no resaltaron en absoluto el valor de los recitativos, centraron su interés en los momentos de lucimiento individual y actuaron todos pobremente. Algunos, como Jacquelyne Wagner –Donna Anna–, o Elsa Dreysig –Zerlina– consiguieron crear la atmósfera requerida durante sus arias, claramente preparadas para el aplauso final; otros, como Stanislas de Barbeyrac –don Ottavio– obtuvieron el aplauso a pesar de haber brindado una versión, en plena voz, totalmente equivocada para su personaje, o bien como Nicole Car –Donna Elvira– haciendo caso omiso de las indicaciones del podio, impusieron por su cuenta, y por momentos con acierto, el ritmo de sus intervenciones solistas. Mijail Timosheko –Masetto– puso su bella voz al servicio de su personaje con discreción y vergüenza torera. Étienne Dupuis –Don Giovanni–y Philippe Sly –Leporello– a pesar de sus gesticulaciones tampoco consiguieron dar de la pareja protagonista una versión creíble. Era difícil conseguirlo en el ambiente general que viene descrito.