CRÍTICAS
NACIONAL
Palma: Una 'Butterfly' a teatro lleno
Teatre Principal
Puccini: MADAMA BUTTERFLY
Sae Kyung Rim, Eduardo Aladrén, Javier Franco, Lorena Valero, José Manuel Sánchez, Pablo López, Marga Cloquell, Antoni Lliteres, Jorge Tello. Dirección: Antonio Méndez. Dirección de escena: Mario Pontiggia. 31 de marzo de 2019.
A teatro lleno, como no podía ser menos ante uno de los títulos más populares de la literatura operística, llegó esta Madama Butterfly en la que quedó patente que para conseguir un excelente resultado rodear a los protagonistas de excelentes cantantes en los papeles secundarios y comprimarios es la fórmula indicada.
La soprano Sae Kyung Rim atrae la atención primero por el volumen de su voz; después convence por su buen conocimiento del personaje y por una excelente interpretación que, no obstante, no permitió que se pudiera ver a una verdadera geisha hasta el segundo acto. Antes, en el primero, le faltó matiz y fijación en el estado psicológico de Cio-Cio San. Eduardo Aladrén posee una buena línea y un canto atrevido que no siempre juega a su favor; su zona aguda sonó un tanto tirante y al igual que su partenaire desaprovechó la ocasión de apasionarse en el primer acto; se redimió notablemente en el “Addio, fiorito asil”.
Javier Franco construyó un Sharpless elegante en cuanto a canto y prestación escénica; solo un poco más de proyección vocal y el resultado habría sido perfecto. Como perfecta fue la Suzuki de Lorena Valero, de voz homogénea en todos los registros y brindando al personaje su verdadero valor en la trama.
De manera similar José Manuel Sánchez ofreció un Goro justo en su comicidad y sin histrionismos innecesarios. Pablo López, Bonzo, Antoni Lliteres, Yamadori y Marga Cloquell, Kate, cumplieron de forma excelente con sus cometidos.
La producción de Mario Pontiggia se mostró tradicional y con toques significativos en cada acto, con un gran cerezo en flor en el segundo y una gran celosía separadora de los dos mundos que muestra la obra –Japón y el sueño americano– con un juego de espejos; todo ello, unido a un vestuario muy atractivo, ayudó a consolidar el éxito de la velada. Una mención especial al coro por un bocca chiusa de intensa emoción. La Simfònica de Balears se mostró muy profesional bajo la batuta de Antonio Méndez, un director muy correcto pero más atento a mantener un tempo giusto, incluso a veces demasiado, tanto que a ratos no consiguió resaltar la fantasía que debe emanar de la composición pucciniana.
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