Amor sin condiciones para Orlinski

Torroella de Montgrí

17 / 08 / 2021 - Aniol COSTA-PAU - Tiempo de lectura: 3 min

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jakub_jozef_orlinski7_festival_de_torroella_c_marti_artalejo Jakub Józef Orlinski y el conjunto Il Pomo d'Oro © Festival de Torroella / Martí ARTALEJO
jakub_jozef_orlinski7_festival_de_torroella_c_marti_artalejo Orlinski en un momento del recital © Festival de Torroella / Martí ARTALEJO
jakub_jozef_orlinski7_festival_de_torroella_c_marti_artalejo Orlinski presentará en Oviedo su nuevo CD Anima Aeterna © Festival de Torroella / Martí ARTALEJO

Festival de Torroella de Montgrí

Recital de JAKUB JÓZEF ORLINSKI

Obras de Cavalli, Boretti, Bononcini, Matteis, Conti, Predieri, Locatell y Orlandini. Il Pomo d’Oro. Zefira Valova, violín y dirección. Espai Ter, 15 de agosto de 2021.

Después de más de dos años presentando el disco Facce d’amore, el aclamado contratenor Jakub Józef Orlinski clausuró la gira del álbum en el Festival de Torroella de Montgrí (Girona). Un final de proyecto sin apenas compás de espera ya que, manteniendo al alza su carrera increíblemente fulgurante, en octubre, Orlinski, con tan solo 30 años, lanzará su tercera grabación, titulada Anima Aeterna, con el prestigioso estudio Erato de Warner Classics. Así pues, con cada vez más seguidores por todo el mundo, el interprete polaco va asentando su figura en el estrellato operístico, sobresaliendo como contratenor barroco, renovado, seductor y popular, que practica skate y baila breakdance. Y el sello Warner, consciente del alcance comercial de la propuesta, así lo promociona y lo destaca, por ejemplo, con videoclips de auténtico divo pop que ya superan los millones de visualizaciones en YouTube.

Escuchando las interpretaciones de Orlinski en las grabaciones de Facce d’amore, el oyente descubre una voz dulce, ágil y especialmente bella en el timbre de la tesitura aguda de puro contratenor. Sin embargo, en vivo, el cantante no consigue pulir los detalles y las impurezas que eventualmente puede limar el estudio, y se desnuda con una sonoridad igualmente hermosa, pero frecuentemente inestable, áfona e imprecisa. El repertorio del disco y el recital, que reúne arias barrocas que afrontan diferentes facetas del amor, realmente exige una vasta paleta de matices expresivos, de la ira o el dolor al flechazo o el júbilo. Y Orlinski sabe y puede moldear su voz, pero le manca un centro estable y consolidado para conseguir después levitar los márgenes que exige cada pieza sin perderse. Ahora bien, la irregular interpretación del contratenor también debe puntualizarse señalando que, como él mismo declaró al final del concierto, sin ser una «excusa», no se encontraba «demasiado bien». Y, además, aún debía repetir otro pase del mismo concierto una hora después…

"Siempre sonriente y simpático cara el público, el contratenor juega con miradas seductoras en las cadencias libres o se abrocha y desabrocha el botón del traje lampante como signo de los contrastes emocionales"

Aunque la cara visible de Orlinski sea el atractivo principal para reclamar al público, el peso del conjunto historicista Il Pomo d’Oro en el recital resulta fundamental. Sin su clavecinista y director habitual Francesco Corti –ni tampoco la batuta invitada de Maxim Emelyanychev, que firmó el disco–, la formación ejerció de acompañante perfectamente compenetrado, compacto y dúctil. Además, en sus intervenciones sin voz solista, desataron todo su potencial, bailando con absoluta sincronía, por ejemplo, en las danzas folclóricas de Nicola Matteis, bajo la guía visual de la violinista Zefira Valova.

Independiente del estado de forma vocal de Orlinski, un elemento clave de su interpretación es la desacomplejada teatralidad sobre el escenario: siempre sonriente y simpático cara el público, el contratenor juega con miradas seductoras en las cadencias libres, como el final de «Che m’ami ti prega» del Nerone de Giuseppe Maria Orlandini, o se abrocha y desabrocha el botón del traje lampante como signo de los contrastes emocionales, por ejemplo, entre la furia de «Odio, vendetta, amore» de Francesco Bartolomeo Conti y el afecto del aria de Escipión de Luca Antonio Predieri. Un recurso escénico quizá frívolo para los más puristas del repertorio, pero que indudablemente atrae a la mayoría de la audiencia, que ríe y admira su actitud desenfadada.

Y esta es, en efecto, la virtud innegable del intérprete: la insultante capacidad para gustar al público de masas cantando compositores barrocos prácticamente desconocidos como Giovanni Bononcini, Giovanni Antonio Boretti o Francesco Cavalli. Sin duda una apuesta admirable ya que permite acercar a grandes audiencias un período y un género musical ciertamente necesitado de nuevos adeptos. Así pues, enamorando a sus seguidores más allá de su voz, Orlinski contagia también el amor por las joyas todavía demasiado ocultas de la lírica barroca.  * Aniol COSTA-PAU, redactor de ÓPERA ACTUAL